15 noviembre, 2016
Elecciones en Moldavia y Bulgaria: el Este europeo se acerca a Rusia
A diferencia de lo que sucede en gran parte de Europa donde se imponen coaliciones neoliberales o de ultra-derecha, las elecciones en Moldavia y Bulgaria arrojaron triunfos de partidos de tendencia progresista que ven buen con buenos ojos la influencia de Moscú en detrimento de la Unión Europea.
A diferencia de lo que sucede en gran parte de Europa donde se imponen coaliciones neoliberales o de ultra-derecha, las elecciones en Moldavia y Bulgaria arrojaron triunfos de partidos de tendencia progresista que ven buen con buenos ojos la influencia de Moscú en detrimento de la Unión Europea.
Moldavia: no te alejes tanto de mí
El pasado domingo las y los moldavos votaron -por primera vez en 20 años- de forma directa y en segunda vuelta electoral al presidente de su país. Resultó electo Ígor Dodon del Partido Socialista con el 52% de los votos contra el 47% de su rival, Maia Sandu. El ganador también se había impuesto en la primera ronda aunque sin superar la mitad más uno de los sufragios necesarios.
El nuevo presidente es un ex miembro del Partido Comunista de Moldavia y ejerció como ministro de Comercio y Economía en los gobiernos comunistas de 2006 a 2009.
Si bien el cargo que asumirá Dodon tiene pocas atribuciones ejecutivas, supone un golpe político para el gobierno de derecha y pro-europeo que dirige los destinos del país desde hace siete años.
Es que el nuevo presidente hizo su campaña cuestionando el Acuerdo de Asociación entre Moldavia y la Unión Europea (que supone un paso previo a la integración al bloque) y llamando a recuperar los lazos históricos con Rusia. De hecho en campaña reconoció la soberanía rusa de la península de Crimea y anunció que su primer viaje al exterior será justamente a Moscú.
Uno de los ejes de las denuncias de Dodon fue el fraude financiero que sufrió el país en 2014 cuando tres bancos se derrumbaron por la desaparición de mil millones de dólares. Las entidades financieras declararon diversos créditos que sumaban esa cantidad pero los destinatarios de esos préstamos nunca aparecieron. El dinero se desvaneció.
El empresario moldavo de origen israelí Ilan Shor, que controlaba los tres bancos, fue el único detenido (durante un breve período en 2015) acusado de fraude y de haber prestado ese dinero a otras empresas controladas por él. Se estima que los dólares fueron girados a paraísos fiscales.
Ante esta situación el Estado resolvió implementar un rescate financiero de 870 millones de dólares para salvar a la Banca de Economii, Unibank y Banca Sociala. Esto generó un fuerte déficit fiscal que obligó al país a solicitar créditos de la Unión Europea y el FMI. El Partido Socialista criticó duramente esta política de parte del gobierno y lo responsabilizó por la desaparición del dinero.
La República de Moldavia es un pequeño país de cuatro millones y medio de habitantes del este europeo enclavado entre Rumania y Ucrania, sin salida al mar. A diferencia de otras ex repúblicas soviéticas, la independencia moldava en 1991 no derivó en un triunfo de fuerzas liberales y de derecha. Por el contrario -tras un gobierno de transición- desde 1996 y hasta 2009, el Partido Comunista fue la fuerza gobernante y la más votada en todas las elecciones (con apoyo del Partido Socialista que ahora lidera Dodon).
Si bien en 2009 volvió a ser el partido más votado, debido al sistema de régimen parlamentario, una coalición de partidos de derecha y pro europeos logró desplazarlo del Ejecutivo.
La reciente victoria socialista no modificó la composición parlamentaria pero deja planteado un escenario novedoso de cara a las legislativas de 2018 que serán claves para el futuro del país.
Bulgaria: pro-ruso pero moderado
El otro país que realizó elecciones presidenciales el pasado domingo fue Bulgaria. Allí se impuso por amplio margen (59% a 35%) un candidato independiente, sin experiencia previa en política y apoyado por el Partido Socialista y sectores nacionalistas: Rumen Radev, un ex piloto de la Fuerza Aérea búlgara.
De esta manera fue derrotada la coalición conservadora gobernante que postulaba a la presidenta del parlamento Tsetska Tsatcheva.
A diferencia de los sucedido en Moldavia, no habrá que esperar mucho tiempo para que haya elecciones legislativas. Un día después de los comicios el primer ministro, Boiko Borisov, en el poder desde 2009 y cuyo mandato termina en 2018, anunció su dimisión. Por este motivo habrá elecciones anticipadas en marzo de 2017.
El nuevo presidente aboga por levantar las sanciones de la Unión Europea contra Rusia y defiende la soberanía de esta última sobre la península de Crimea. No obstante durante su campaña también planteó que mantendrá los compromisos de Bulgaria con el bloque europeo (al que ingresó en 2004) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Asimismo Radev recibió durante su carrera hacia la presidencia el apoyo de sectores nacionalistas que, como él, cuestionan la política de cupos y reubicación de refugiados de la Unión Europea.
«¿Por qué la eurofilia debe implicar necesariamente rusofobia? Hasta hace poco, volé un avión de combate soviético, me gradué de una academia militar de Estados Unidos, pero soy un general búlgaro, mi causa es Bulgaria», declaró Radev dando indicios de donde pretende ubicarse en el mapa geopolítico.
Es que más allá de todo, su triunfo supone sin duda un cambio de orientación en el gobierno búlgaro que implica una buena noticia para Rusia.
Si bien esta nación no perteneció nunca a la Unión Soviética, integraba el llamado Pacto de Varsovia ubicándose bajo el área de influencia de Moscú. Al igual que otros países del este europeo durante los años ’90 y comienzos del 2000 fue progresivamente alejándose de Rusia para acercarse a las potencias occidentales.
Desde 2009 es gobernado -en distintas coaliciones- por el partido conservador GERB que lidera el renunciante Bosirov. Sin embargo sus políticas no han logrado sacar el país de la trágica situación en que se encuentra.
Bulgaria es el Estado más pobre de la Unión Europea (380 euros de salario promedio); desde 1989 ha perdido casi dos millones de habitantes, un 20% de la población; tiene la mayor tasa de mortalidad del bloque (15,1 por cada mil habitantes); la segunda esperanza de vida más baja; y una emigración masiva (más de dos millones de búlgaros viven fuera de su país).
Estos son algunos de los motivos que explican por qué los búlgaros dejan de ver con buenos ojos las políticas de Bruselas y empiezan a mirar nuevamente con cariño hacia oriente.
Santiago Mayor – @SantiMayor
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