10 noviembre, 2016
Venezuela: nueva reunión de diálogo entre el gobierno y la oposición
El viernes 11 de noviembre tendrá lugar una nueva mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela. El encuentro, que cuenta con el apoyo del Vaticano, fue pautado en la reunión que ambas partes mantuvieron el pasado 30 de octubre, luego que la Mesa por la Unidad Democrática (MUD) desistiera de marchar a la residencia presidencial de Miraflores.

El viernes 11 de noviembre tendrá lugar una nueva mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela. El encuentro, que cuenta con el apoyo del Vaticano, fue pautado en la reunión que ambas partes mantuvieron el pasado 30 de octubre, luego que la Mesa por la Unidad Democrática (MUD) desistiera de marchar a la residencia presidencial de Miraflores.
El 3 de noviembre se esperaba una marcha de la oposición venezolana al palacio de Miraflores. Esta fecha había sido anunciada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), alianza que nuclea a los partidos opositores, como parte de una agenda de movilizaciones con el fin de que el presidente Nicolás Maduro renuncie. Formaban parte de un plan iniciado por estos sectores que controlan la Asamblea Nacional -el Poder Legislativo- en el que pretendían llevar a Maduro a un juicio político, figura inexistente en la Constitución de ese país.
Sin embargo, fue la misma oposición la que suspendió esa agenda, a pocos días. Esto sucedió tras el encuentro que mantuvieron el gobierno, encabezado por el presidente Maduro, y la oposición en la isla Margarita el 30 de octubre con el acompañamiento del Vaticano, el ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero y la Unasur .
Ese día se acordó dar inicio a un diálogo formal entre ambas partes con el objetivo de abordar una agenda en común para mejorar las condiciones políticas y económicas del país por la vía democrática. El acuerdo consistió en la creación de cuatro mesas temáticas cuyas resoluciones se brindarán en el encuentro del 11 de noviembre.
Cada mesa estuvo coordinada por un acompañante internacional: «Paz y respeto al Estado de Derecho y la soberanía nacional» (Zapatero); “Verdad, Justicia, derechos humanos, reparación de víctimas y reconciliación” (El Vaticano); “Económico-social” (ex presidente de República Dominicana, Leonel Fernández) y “Generación de confianza y cronograma electoral” (ex presidente de Panamá, Martín Torrijos).
El jueves 10 de noviembre, al salir de una reunión, el ex presidente de España manifestó a teleSUR que el proceso de diálogo apenas empezaba y pidió tener “paciencia y voluntad”.
Exigencias en la previa del diálogo
Horas antes de la realización de la mesa de diálogo, Henrique Capriles Radonsky, uno de los referentes de la MUD, manifestó que el 11 de noviembre debe haber resultados sino la oposición “dará marcha atrás”. Además reafirmó que “la salida es electoral” y que “la mayoría del pueblo venezolano sí quiere ir por el camino legal, el camino constitucional”.
Las exigencias que la oposición manifestó incluyen puntos que implican omitir la letra constitucional, como el nombramiento de dos nuevas rectoras del Consejo Nacional Electoral (CNE, uno de los poderes constitucionales de Venezuela) y el adelantamiento de elecciones.
Por su parte, el presidente Nicolás Maduro sentó su posición: “Hay mucha gente obsesionada con ser presidentes, gobernadores. Yo no estoy obsesionado con ser candidato presidencial o la reelección, yo estoy obsesionado por la felicidad del pueblo, la recuperación económica, la vivienda, la educación de nuestros niños”.
“Pondré todas las industrias que tiene el Estado en materia de construcción en manos del Ministerio de la Vivienda. Vamos a reestructurar todas esas empresas convocando a la clase obrera”, informó este jueves, cuando inauguró la vivienda social número 1.200.000 de la misión Gran Vivienda Venezuela. “Nuestra meta es construir el socialismo territorial, el socialismo de la comunidad”, reafirmó.
La MUD en su laberinto
La dilatación de estos diálogos, que fueron planteados por el gobierno y los acompañantes internacionales en julio de 2016, se debió a problemas internos que mantiene la MUD desde su génesis. A grandes rasgos, son tres los sectores que se disputan la conducción de la alianza opositora y, por ende, un futuro candidato o candidata presidenciable.
Por un lado se encuentra el extremo más violento encabezado por el partido Voluntad Popular que dirige Leopoldo López, que actualmente cumple una condena por su responsabilidad en los hechos violentos de 2014 que costaron la vida de 42 venezolanos. Este sector ha rechazado participar en los diálogos. En diversas instancias, como en el 2014, se ha evidenciado que su estrategia se centra en la violencia como método para obtener el poder. Su despliegue internacional se ha vuelto importante a partir de la influencia que ha obtenido en los medios de comunicación Lilian Tintori, esposa de López.
Por otro lado está el sector más avejentado de la política venezolana, expresada en el partido Acción Democrática que representa Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional. Este partido ha sido la esencia de lo que se conoce como el período de la Cuarta República en Venezuela (1958-1998), en el que gobernó un bipartidismo acordado que llevó al país a los peores niveles de pobreza, aplicando medidas violentas propias de una dictadura militar bajo una apariencia democrática.
El tercer espacio, y tal vez el mayoritario, es el que encabeza Henrique Capriles Radonski, dos veces derrotado en las urnas como candidato a presidente en 2012 y 2013, por Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después. Capriles, gobernador del estado Miranda, es el líder del partido Primero Justicia y se presenta como quien apuesta por la vía electoral como forma de “sacar al chavismo del poder”, objetivo central que mantiene a la MUD unida. No obstante, son dudosas y pendulares las acciones que realiza este partido con respecto a sus posicionamientos, que han ido variando de acuerdo a cada contexto.
Lo cierto es que las divisiones internas alcanzan niveles de profundidad que le impiden mantener una política unificada, la construcción de una referencia y, mucho menos, un proyecto de país.
Tanto el gobierno como la oposición saben que los diálogos serán el centro de atención de la población venezolana durante las próximas horas. Capriles busca marcar el terreno electoral no solamente hacia los votantes venezolanos, sino también respecto a la disputa interna de la alianza opositora.
Los diálogos pueden brindar un marco en el cual avanzar en materia de soluciones conjuntas para el desarrollo democrático del país. Aunque es difícil pensar que ese resultado es posible frente a una oposición que en más de una ocasión ha optado por vías golpistas.
Micaela Ryan – @LaMicaRyan
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