2 noviembre, 2016
Entre el olvido y la memoria: El (im)posible olvido
El (im)posible olvido, película de Andrés Habegger que clausuró el Doc Buenos Aires y se estrenará en noviembre, busca reconstruir los últimos pasos de su padre desaparecido en dictadura desde su exilio en México y su paso por Brasil donde es capturado. ¿Cómo filmar lo que no está, lo que no tiene forma, lo que falta?, se pregunta el director mientras construye un ejercicio de memoria.

La pregunta por el padre es lo que vuelve una y otra vez. Una nutrida -y creciente- literatura de hijos nacidos en los setenta así lo evidencian.
La gama de matices es amplia. Desde una mirada que reivindica el heroísmo de aquella mítica generación -la de los padres que dieron todo por una causa-, pasando por otras de reproche por la orfandad o el abandono sufrido, hasta aquellas que intentan nuevos modos de representar, en un gesto insurrecto y desacralizador.
En narrativa, Los topos (2008) de Félix Bruzzone, Diario de una princesa montonera (2012) de Mariana Eva Pérez, Pequeños combatientes (2013) de Raquel Robles, e incluso textos más documentales como Aparecida (2015) de Marta Dillon. En cine, Los rubios (2003) de Albertina Carri, Papá Iván (2004) de María Inés Roqué, M (2007) de Nicolás Prividera, y las recientes películas de Mariana Arruti y Andrés Habegger, estrenadas este año: El padre y El (im)posible olvido.
Estos son solo algunos de los nombres de una producción en torno a la figura del padre. Una temática en constante reelaboración. Porque la pregunta por el padre es la pregunta por la identidad y por la herencia. Pero también lo es por el legado de los setenta. Una época que sigue interrogándonos. Una historia que no se eligió y, sin embargo, persiste. Atraviesa.
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“¿Cómo filmar lo que no está, lo que no tiene forma, lo que falta?”, se pregunta el director de El (im)posible olvido. Y decide poner el cuerpo en la búsqueda.
Ya en (H) Historias cotidianas (2001), Andrés Habegger abre esta interrogación. Allí relata la vida de seis hijos de detenidos-desaparecidos durante la dictadura militar. Es el primer documental realizado por un hijo -de desaparecidos- sobre Hijos.
Andrés es hijo de Norberto Armando Habegger, militante montonero, periodista y autor de Camilo Torres, el cura guerrillero (1967), entre otros. Fundó con Horacio Mendizábal la organización guerrillera peronista Descamisados, de la que fue su primer responsable. Fue secuestrado en Río de Janeiro el 6 de agosto de 1978, en el marco de lo que se conoció como el Plan Cóndor.
Andrés, su nombre en la clandestinidad -o Camilo, como fue bautizado-, tenía nueve entonces. Y casi ningún recuerdo de esos años.
La película -que estuvo gestándose durante seis años, y clausuró el Festival del Doc Buenos Aires en el Gaumont- es un viaje íntimo y emocional del director hacia su propio pasado. Un intento por descubrir “dónde se aloja lo olvidado, en qué parte del cuerpo residen esos olvidos” y el deseo de recuperar las imágenes perdidas.
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Un diario infantil, unas cuantas fotografías, alguna grabación y una cámara súper ocho serán la brújula. Andrés rastrea, en primera persona, los pasos que siguió su padre desde su último encuentro en el exilio, en México. Pasa por el lugar donde lo capturaron en Brasil. Vuelve a los lugares donde estuvieron juntos. Se adentra en los laberintos inexplicables de la memoria involuntaria, entre el olvido y la recuperación del recuerdo.
Una historia que reivindica el valor de olvidar. No como negación sino como Funes, el memorioso, que advierte que el olvido, en su amalgama con la memoria, es crucial para ambos. El olvido puede no solamente hacer vivible la vida sino que es la base para los milagros de la memoria.
Fabiana Montenegro
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