Derechos Humanos

27 octubre, 2016

Masacre de Pompeya: «Si Fernando Carrera hubiese sido un villero no lo absolvían»

Fernando Carrera fue absuelto por la Corte Suprema esta semana luego de pasar siete años preso y 11 imputado en una causa armada por la policía. Su abogado, Federico Ravina, dialogó con el programa radial Llevalopuesto para analizar el fallo y la historia de este caso de violencia institucional.

Fernando Carrera fue absuelto por la Corte Suprema esta semana luego de pasar siete años preso y 11 imputado en una causa armada por la policía. Su abogado, Federico Ravina, dialogó con el programa radial Llevalopuesto para analizar el fallo y la historia de este caso de violencia institucional.

– Luego de 11 años ¿podemos decir que Fernando Carrera es inocente?

– Podemos decir que sí. Siempre dije que era inocente pero ahora el Poder Judicial lo avaló y por primera vez en todos estos años nos dio la razón.

– Más allá de las cuestiones técnicas del fallo de la Corte Suprema ¿hablaste con Fernando? ¿Cómo estaba? ¿Cómo estás vos?

– La verdad que dormí poco, hablé bastante con Fernando. Él calculo que tampoco debe haber dormido. Ya no había dormido la noche anterior al fallo.

Yo sabía que el fallo iba a ser favorable, aunque no con la tesitura que salió y el compromiso que tuvo la Corte al dictaminar no solamente la nulidad de todo lo actuado por tantos jueces, sino también de inmiscuirse en el estudio de los hechos y jugarse absolviéndolo. Pero cuando Fernando se levantó hablamos y me dijo «¿estás seguro que no me pueden meter preso?».

La verdad que el estado psicológico de esa familia es para hacer un estudio importante, porque es inentendible como lograron sobrellevar semejante nivel de angustia. La hija está en la Universidad, el hijo que había dejado el secundario ahora lo está terminando. El más chiquito que no largaba la mamadera a los seis años ahora juega al fútbol en un club, se integró bien. Su mujer golpeadísima por haber sostenido tanto tan sola. Y los ves y no podés creer la entereza de esa familia.

– Fernando Carrera era un trabajador que en 2005 estaba manejando. Vio que lo perseguía un auto, creyó que le querían robar y finalmente en el vehículo iban agentes policiales de civil que lo confundieron con un ladrón. Estos lo persiguieron, lo balearon, no lo mataron de casualidad y en esa persecución se produce un accidente donde fallecen tres personas, lo que se conoció como la «Masacre de Pompeya». Carrera estuvo siete años preso ¿quién le devuelve todo lo que le quitaron?

– Nadie. Nadie puede reparar semejante daño. Lo que de alguna manera podría generarle tranquilidad es que esto sirva como una garantía de no repetición para toda la sociedad. Que podamos tomar medidas que funcionen como anticuerpos sociales para evitar que estas cosas se repitan. Porque acá quedo claro que el problema más grave no es tener una policía mal capacitada, sino que el gran problema es el rol que ocupan los jueces como sus controladores.

Lejos de cumplir esa función, lo que terminan haciendo es ser una escribanía de situaciones aberrantes como la de Fernando y tantos otros. Y hay que ser sinceros. Si Fernando hubiese vivido en la villa ¿creen que hubiera pasado lo mismo? ¿Que tanta gente se hubiera indignado como se indignó?

Mi propia mamá me dijo «esto me podría haber pasado a mi». Si Fernando hubiese sido un villero esto no pasaba y mi mamá no hubiera tenido esa sensación. Más allá de que es una mujer progresista, no le hubiera generado ese nivel de angustia al verlo, escucharlo hablar.

Creo que de alguna manera esta corriente de opinión social fue determinante para que los jueces del tribunal no tuvieran alternativa, actuaran a derecho y ni siquiera pudieran mirar de reojo a todos los jueces que convalidaron hasta este momento lo contrario.

– La Corte Suprema dijo Fernando Carrera queda absuelto, pero antes hubo muchos funcionarios judiciales que dijeron que era culpable, ¿qué pasa con toda esa gente? ¿Tiene que rendir cuentas?

– La Corte lo dijo. Dijo que sí.

– ¿Cuántos casos como el de Fernando Carrera existen hoy?

– El pensamiento más optimista que tengo me parece que es benévolo en relación a la cantidad real. No voy a decir que con el ardid, engaño y dolo con el que se lo condenó a Fernando (mintiendo a más no poder), pero si hay casos similares por error judicial, negligencias, falta de producción de pruebas, malos análisis, por comprar una versión policial como inamovible.

Los corazones de los expedientes se hacen en las comisarías. Y la gran mayoría de los juzgados, aduciendo que no tienen personal y falta de tiempo por la gran cantidad de causas, toman estos sumarios como verdades reveladas y las continúan sin ponerlos en duda. Entonces termina habiendo una condena producto de lo que se escribió en una comisaría meses atrás.

– ¿Es posible a partir de ahora dar con los responsables materiales de la Masacre de Pompeya para hacer justicia por las víctimas fatales y también por Fernando?

– Están todos identificados. Yo digo que Fernando es la víctima número cuatro, porque primero están las tres víctimas fatales. Fernando la puede contar y hay gente que no. Hay familias que no tienen su suerte de la familia.

– Una pregunta quizás un poco incomoda, pero que ayuda a entender estos procesos: ¿quién te va a pagar los honorarios por el trabajo que hiciste?

– Yo esto lo hice por militancia. Desde los 16 años milito en el Bajo Flores, empecé en una organización social. Cuando me estaba por recibir de abogado con unos compañeros fundamos una agrupación e hicimos asesorías jurídicas en las villas.

Era la década el noventa y hacía derecho laboral. No había trabajo, menos en la villa. Pero me terminé especializando en gatillo fácil y violencia institucional.

Esto es parte de esa militancia por eso yo no estoy solo, no soy el abogado defensor. Soy la cara visible de una gran cantidad de gente que pelea todos los días contra la violencia institucional, la muerte de nuestros pibes que siempre es injusta porque en Argentina no existe la pena de muerte. Nadie tiene el derecho de terminar con la vida de nadie haya o no cometido un delito.

El gatillo fácil termina siendo una pena de muerte extra judicial. Se tiene que acabar esta costumbre de matar. Somos un país con una amplia e histórica doctrina contra la pena de muerte y me parece que una minoría nos está pasando y tomando el pelo.

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