20 octubre, 2016
¿Qué invadimos ahora?: en Europa sí se consigue
Michael Moore, uno de los documentalistas más reconocidos por su veta crítica respecto de los Estados Unidos, presenta su último proyecto: ¿Qué invadimos ahora? Moore se propone «invadir» distintos países del mundo para «robarles» sus mejores ideas y trasladarlas a su país, tales como la universidad pública y gratuita, un sistema carcelario humanizado, una educación libre y creativa o la participación equitativa de las mujeres en la vida social.

En la actualidad cada vez es más delgada la línea que separa el cine documental de la ficción. En algunos casos, la intervención del relator o de la cámara es tan importante que invita a pensar en un film narrativo y no en uno documental. Este es el caso de ¿Qué invadimos ahora?, la última creación de Michael Moore que se ha estrenado este jueves 20 en Buenos Aires. Tan difusa es la diferenciación que por momentos no sabemos si estamos viendo una comedia, una farsa, un discurso político o un documental de reportajes, puesto que la película contiene elementos de todos estos estilos.
La “historia” comienza cuando Moore se reúne con los principales jefes militares de su país y los insta para que dejen de intervenir en otros países con fuerzas de ataque, misiles, tanques o drones y los convence para que lo manden a él. Propone un “plan de invasión” para traer de esos lugares sus mejores ideas: el fomento de las buenas condiciones de trabajo y la productividad; la comida sana y deliciosa en los comedores escolares; universidades públicas y gratuitas para toda la población; la despenalización de la droga y el respeto por los derechos individuales; la autocrítica por las injusticias cometidas, una educación libre y creativa; un sistema carcelario reeducativo con prisiones adecuadas; un sistema de participación equitativa de las mujeres en la sociedad; el derecho de resistencia a la opresión. En fin, todo aquello que Moore presenta como una carencia en los Estados Unidos de América y en lo cual basa su mirada crítica en cuanto a la aplicación del sistema de valores que, según afirma, su país alguna habría sostenido.
En la búsqueda de estas ideas que permitirían enriquecer a los Estados Unidos, Moore “invade” Italia, Francia, Eslovenia, Portugal, Finlandia, Noruega, Alemania, Islandia y Túnez, países en los que entrevista a distintos referentes políticos y sociales, incluidos el actual presidente de Eslovenia y quien fuera elegida la primera presidenta mujer de Islandia.
Revisando la lista de países “invadidos” en el film, observamos que todos son europeos, salvo Túnez, quizás el más europeo de los países del norte de África. Además, las personas entrevistadas y aquellas que aparecen en cámara, pertenecen en su totalidad a las capas medias de la sociedad, salvo en algún caso en el que participan obreros calificados y sindicalizados. En el filme no aparecen pobres, inmigrantes ilegales o los numerosos trabajadores africanos, latinoamericanos o árabes de los empleos menos deseados.
Es cierto que Moore anuncia que sólo viene en plan de invasión para llevarse solamente las buenas ideas, por lo que podría colegirse que para la situación de estos colectivos que integran las capas inferiores de las sociedades europeas no se produjeron buenas ideas. Es decir que en el film no se aprecia que la globalización haya llegado hace tiempo a Europa o que el Estado de bienestar esté en franco retroceso. Pese a ello es interesante la mirada del autor respecto de la sociedad estadounidense, de sus carencias, injusticias y deudas sociales y políticas.
Aunque sobre la parte final el guión deja de sorprender, el buen tratamiento de la imagen y el muy buen humor característicos de Moore hacen que las dos horas de duración de la película transcurran amablemente. En definitiva, una propuesta crítica que invita a seguir pensando.
Ben Davis Min
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