20 octubre, 2016
Clinton vs. Trump, capítulo final: camino allanado para Hillary
El tercer y último debate previo a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos no entregó muchas novedades. Mientras que la candidata demócrata parece consolidar su ventaja en las encuestas, el republicano apostó a tensar el clima insistiendo con sus sospechas sobre un posible fraude electoral.

El último debate presidencial no dejó demasiadas novedades. La candidata demócrata, con una cómoda ventaja en las encuestas se mostró más agresiva y dispuesta a darle el golpe definitivo al republicano, que dejó su aceptación de los resultados electorales.
La Universidad de Nevada en Las Vegas fue el escenario del último encuentro cara a cara entre los dos principales candidatos presidenciales de Estados Unidos. Diecinueve días antes de las elecciones del 8 de noviembre, Hillary Clinton y Donald Trump debatieron por última vez.
El debate se alejó del polémico formato town hall y volvió a lo básico: los candidatos detrás de un podio, respondiendo preguntas del moderador Chris Wallace, de la cadena Fox.
La velada de Las Vegas dejó algunos puntos interesantes. Con la tranquilidad que le brinda la ventaja en las encuestas, Hillary Clinton salió dispuesta a propinarle a Trump el golpe de knock out que no pudo darle en el segundo debate, justo después del pussygate.
El republicano, que mantuvo su estilo agresivo, no logró contraatacar, pero, en el momento más destacado de la noche, reiteró sus dudas en cuanto a aceptar los resultados electorales.
Vamos viendo
Donald Trump lleva días asegurando que las elecciones están “arregladas” para que Hillary sea la ganadora y acusando a los medios de complicidad. Sin mostrar pruebas, mantuvo esa postura durante el debate.
Ante la pregunta del moderador acerca de si aceptaría una eventual derrota el 8 de noviembre, el multimillonario neoyorquino solo atinó a responder: “Lo veré en el momento, te voy a tener que dejar con la duda”.
Si bien el planteo de un posible fraude y las dudas sobre el sistema electoral puede parecer un hecho corriente de la política argentina, en Estados Unidos resulta escandaloso.
Incluso en escrutinios tan poco claros como el del año 2000, cuando George W. Bush superó a Al Gore en Florida por apenas 537 votos tras una resolución de la Corte Suprema, el candidato perdedor siempre aceptó la derrota.
Aunque Trump, ya casi sin apoyo al interior del Partido Republicano, parece un fenómeno de corto alcance, destinado a esfumarse con su derrota el mismo 8 de noviembre, es impredecible lo que puede ocurrir con sus seguidores si cumple con su amenaza y se niega a reconocer a Hillary Clinton como ganadora.
El invitado que ya no es sorpresa
No hubiera estado de más que los organizadores del debate agregaran un tercer podio en el escenario. Tal lugar le hubiera correspondido ni más ni menos que al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
El aire de Guerra Fría que atravesó toda la campaña electoral no tiene precedentes desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991. Los elogios de Trump a Putin, más las acusaciones de Clinton de que el presidente ruso está detrás de las filtraciones de correos electrónicos de su equipo por el portal WikiLeaks, lo convirtieron en un ya no tan inesperado protagonista.
En esta ocasión, la candidata demócrata fue más allá. En medio de una discusión que debía girar en torno a la inmigración (aquel primer gran punto fuerte de la campaña de Trump, que se fue diluyendo con el tiempo), acusó: “Él (Putin) preferiría tener una marioneta como presidente”, en respuesta a la afirmación del republicano de que el presidente ruso “no tiene ningún respeto” por Clinton.
Hillary continuó, en referencia al escándalo de las filtraciones de mails: “Esta es una situación sin precedentes. Nunca tuvimos un gobierno extranjero queriendo interferir en nuestras elecciones. Tenemos 17 agencias de inteligencia que concluyeron que estos ciberataques vienen de los niveles más altos del Kremlin y están diseñados para influenciar la elección”.
Issues, again
La campaña 2016 estuvo marcada por los permanentes ataques personales entre los dos candidatos. Esta situación disparó un cierto debate acerca de cómo se debería juzgarlos, si por sus definiciones políticas o por sus issues, situaciones personales que podrían tornarlos menos aptos para la presidencia.
En el caso de Trump, sus problemas han tenido mucha más prensa. Primero una supuesta evasión de impuestos y luego los escándalos por presuntos abusos contra mujeres. Por el lado de Hillary, los antiguos escándalos sexuales de su esposo, el expresidente Bill Clinton, y la filtración de mails a WikiLeaks, lo que fue el gran punto a atacar de la campaña demócrata. Los temas aparecieron en el tercer debate, pero sin que ninguno de los involucrados aportara nada nuevo.
El candidato republicano, sin embargo, no ayudó a mejorar su imagen respecto al trato hacia las mujeres cuando interrumpió a su oponente llamándola “nasty women”, un término que puede traducirse como mujer desagradable, aunque también puede tomar una connotación sexual.
Diecinueve días
El martes 8 de noviembre termina esta historia. Una de las campañas más movidas de los últimos tiempos parece que tendrá como resultado cuatro años más de gobierno demócrata. Un hecho que no ocurre desde 1988, cuando el republicano George H.W. Bush ganó las elecciones y continuó los 8 de gobierno de su compañero de partido Ronald Reagan.
Con las encuestas cada vez más claramente inclinadas hacia el lado de Hillary Clinton, la disputa política se traslada a lo que podría ocurrir en el Congreso. En este momento, los republicanos tienen el control de las dos Cámaras, pero el Senado podría cambiar de signo. La disputa es muy cerrada y la diferencia actual de 54 senadores republicanos contra 44 demócratas sin dudas se va a reducir.
En la Cámara de Representantes (Diputados), la situación es similar aunque la mayoría republicana no parece estar en riesgo. El GOP, sin embargo, podría llegar a perder hasta 15 diputados, reduciendo su actual ventaja de 48 representantes.
Faltan diecinueve días para que termine la novela presidencial de 2016. Se puede afirmar con casi total seguridad que Hillary Clinton va a gobernar los Estados Unidos hasta 2020. Todo lo demás sigue estando en duda.
Nicolás Zyssholtz – @likasisol
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