Cultura

19 octubre, 2016

El Senado otorgó su más grande distinción al escritor Ricardo Piglia

Por Kike Ferrari*. Este martes el Congreso de la Nación entregó la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento al escritor Ricardo Piglia. Es el máximo galardón que otorga el Senado. Una vez Ricardo Piglia declaró que los premios, como la atención de la crítica, son una fatalidad para todo escritor argentino que persevere. Y él ha perseverado tanto que debiéramos aprovechar la oportunidad de celebrar el ser contemporáneos suyos.

Por Kike Ferrari*. Este martes el Congreso de la Nación le entregó la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento al escritor Ricardo Piglia, de 74 años. Es el máximo galardón que otorga el Senado. Una vez Ricardo Piglia declaró que los premios, como la atención de la crítica, son una fatalidad para todo escritor argentino que persevere.

Pasaron 30 años (del 67 al 97) entre que un libro suyo, Jaulario, recibió la Mención Especial de Casa de las Américas y el Premio Planeta que recibió por Plata quemada, este último envuelto en una espesa polémica tanto literaria como legal. En resumen: un segundo puesto y un triunfo cuestionado, hasta entonces. A partir de 2005, en cambio, fue premiado once veces más.

Y es que, siguiendo su humorada, podríamos decir que si hay algo que ha hecho Ricardo Piglia es perseverar en la literatura. Y perseveró creando una obra basada en los cruces, las tensiones y las zonas grises, construyendo una poética desde la mirada política de los usos del lenguaje, el corrimiento de los sentidos y el desdibujar de la frontera entre géneros, entre lector y escritor, entre crítica y ficción. Así, Piglia ha tomado la posta de lo mejor de la literatura argentina de Sarmiento a Walsh, de Mansilla a Puig, pasando por Borges, Arlt y Macedonio.

Hoy el Senado de la Nación le otorgó la máxima distinción que ese cuerpo ofrece a un escritor, la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento, con un acto en salón Illia del Congreso Nacional. Piglia no concurrió a recibir la distinción, producto de la enfermedad que padece desde hace algunos años -ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica-, por lo que su nieta, Sasha Pedersen, lo recibió en su nombre y leyó unas líneas que el autor de Respiración Artificial escribió en agradecimiento. El psicoanalista y escritor Luis Gusmán, amigo de más de 30 años de Piglia, tomó la palabra para destacar sus dotes de lector: «Es un lector puro. Puro es un lector adicto, insomne. Para ellos, la lectura no es una práctica sino un modo de vida».

El galardón fue propuesto por el senador Adolfo Rodríguez Saa, a instancias de su asesora en temas culturales Graciela Araoz, quien es también presidenta de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina (SEA). Más allá de las particularidades del caso -el escritor que no estuvo allí; quién lo premia, cómo se relaciona con la SEA, dónde fue la ceremonia y en qué contexto- que merecerían ser parte de una novela del propio Piglia, creo que es una inmejorable oportunidad para celebrar la suerte que tenemos, como escritores pero sobre todo como lectores, de ser contemporáneos suyos.

@KikeFerrari1

*Escritor, autor de Operación Bukowski, Que de lejos parecen moscas y coautor, con Juan Mattio de Punto ciego.

 

Discurso de Ricardo Piglia, leído por su nieta

Estimados amigos,

Siento no estar con ustedes esta noche, estoy un poco embromado, tengo dificultades para movilizarme, lo cual no ha hecho más que agudizar mi tendencia a no salir de casa, por eso he pedido a mi nieta Sasha Pedersen que me represente ante ustedes.

Me siento muy honrado por este reconocimiento y sobre todo porque está asociado al nombre de Domingo Faustino Sarmiento. Como sabemos, hay muchos Sarmiento: está el senador y el educador, y el presidente de la Nación. Pero en mi caso es el escritor el que me interesa. Es uno de los más grandes escritores de estas provincias (quizás el más grande). Tiene una capacidad verbal única y una eficacia retórica inigualable. La calidad literaria de Sarmiento fue reconocida primero por sus enemigos. Una anécdota contada varias veces por el propio Sarmiento condensa la historia de esa recepción. Juan Manuel de Rosas, a quien le han enviado servilmente un ejemplar del Facundo, le dice a sus colaboradores: “Así se ataca, a ver si alguno de ustedes es capaz de de defenderme del mismo modo”.

La lectura enemiga es la que mejor percibe la eficacia estilística, los pensadores nacionalistas desmontaron el andamiaje formal de Facundo e indagaron las razones de su potencia discursiva. Los ensayistas de la tradición liberal, en cambio, exaltaban el contenido del libro y convirtieron la oposición civilización-barbarie en una máquina de guerra que podía ser usada en cualquier coyuntura del país.

Facundo es un caso claro (el más claro diría en toda la literatura argentina) de un texto escrito con una finalidad práctica y extraliteraria que ha ido ganando espacio en la literatura hasta convertirse en un clásico. Los procedimientos de construcción se han hecho más nítidos y se han subordinado a los contenidos políticos y a las declaraciones ideológicas. Por una paradoja que es típica de la historia de la literatura, este escritor para escritores, y el Facundo, es ya un laboratorio de formas, registros verbales y de resoluciones narrativas.

La lectura enemiga es una categoría clave en la historia del desplazamiento del Facundo de la política a la literatura porque siempre lee otra cosa: no la verdad de la obra de Sarmiento sino sus procesos de encubrimiento y ficcionalización. Leer en contra de sus “verdades” históricas supone de entrada analizar las razones retóricas de su eficacia. Porque si la escritura de Sarmiento trascendió la coyuntura política y la función práctica fue, antes que nada, por su “extravagancia” formal. Más allá de los usos a los que fue sometido (escolar, histórico, académico, político, pedagógico), ha persistido siempre en la escritura de Sarmiento un exceso formal que resistió la normalización. Los escritores argentinos, desde Saer hasta Walsh, estamos en esa tradición que combina responsabilidad social y voluntad de experimentación narrativa, por eso agradezco una vez más esta distinción que me enorgullece.

Muchas gracias.

Ricardo Piglia

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