17 octubre, 2016
Agarrate Catalina: «En Uruguay se hace apología del fracaso»
Segunda parte de la entrevista a Tabaré Cardoso, referente de Agarrate Catalina, la murga uruguaya con mayor proyección internacional. La relación con el Pepe Mujica, las críticas a la política de la murga cuando el gobierno es de izquierda, las giras por el interior de Uruguay y Argentina, el problema de la apología de la mediocridad y el chiste de las ranas uruguayas.

Segunda parte de la entrevista a Tabaré Cardozo, uno de los pilares fraternales de la murga uruguaya Agarrate Catalina que se encuentra presentando su espectáculo Un día de Julio en gira por el conurbano bonarense.
-Entrando un poco en la cuestión política, siendo que ustedes tienen una relación bastante cercana con el ex presidente José Mujica, quien ha dicho en más de una oportunidad que la Catalina es su murga favorita… ¿Cómo ves el cambio político de este año en la región? ¿Cómo te parece que la obra se relaciona con los cambios políticos que estamos viendo en Latinoamérica?
-Como todo objeto de arte o hecho artístico, es simbólico. Pero ese símbolo no siempre es interpretado por las personas con el mismo significado con el que el artista lo quiso hacer. Pero eso no le quita significado, es más, se lo da. Obviamente que hubo mucha gente que interpretó esto como una metáfora política. Y no lo es, en su génesis. Pero perfectamente puede llegar a leerse de esa manera.

Yo cada vez estoy tratando de alejarme más de los dogmatismos y del casarme con ideologías. No por esto reniego de la cercanía con el Pepe, pero la cercanía que con mi hermano Yamandú tenemos con el Pepe -y por ende la Catalina- es más una admiración filosófica por ese personaje, su vida, su biografía, su historia, por cómo el pasó de ser un guerrillero a ser un pacifista… De la misma manera que uno puede admirar a Mandela, al Che Guevara, a personajes así. Es una admiración más filosófica que política.
Yo quiero estar cada vez más lejos de la política y cada vez más dentro de la sociedad, cada vez más activo y comprometido con la sociedad con la que me toca vivir, pero desde otro lugar, no desde la política partidaria, por lo menos activamente. Obviamente que voy a seguir votando lo que me parezca. Pero me parece que ya esto de la murga como operador político no está bueno porque eso ocurrió en los 80 cuando había que voltear una dictadura y había una necesidad. Todas las murgas somos de izquierda y como nunca hubo gobiernos de izquierda siempre estaba claro que el demonio era la derecha.
Pero una vez que la izquierda pasó al poder obviamente hubo cantidad de cosas en las que hubo que recular en chancletas en ese sentido. Nos dimos cuenta de que estábamos tirando piedras hacia un rancho que en realidad después, cuando nos tocó manejarlo, vimos que no era tan fácil y que había cosas que no eran tan simples como pedirle a Papá Noel. Es difícil, tenés que negociar con los empresarios y los gremios, tenés que ver las coyunturas internacionales… No siempre la culpa de todo la tiene el timonel, a veces hay un tsunami y vos tenés una cáscara de nuez. Es un país chico, que depende de la economía de la región, de las alianzas transitorias con los países grandes que ayudan o perjudican.
Entonces había un reclamo un poco inmaduro que hacíamos con mucha dureza hacia gobiernos anteriores de derecha. Cuando ahora nos toca criticar a la izquierda también le señalamos los errores, pero al mismo tiempo vemos que fuimos demasiado duros antes. Entonces no nos gusta esa versión nuestra. Y también hemos cambiado y madurado. No nos hemos pasteurizado ni somos fachos ahora. Yo creo que cada vez soy más de izquierda, sin embargo se puede ser un poco más cuidadoso con las críticas, no hacia la izquierda puntualmente sino hacia el sistema político en general. Era muy fácil tirar a los patitos, pero no estamos en una feria de variedades, en un carnaval, estamos en un país y hay que ser cuidadosos con eso.
Y con respecto a la política internacional trato de no opinar por respeto, porque estoy en un país que no es el mío, porque hay muchas cuestiones domésticas que no conozco y porque no es equiparable todo… Entonces prefiero no opinar.
-Con este show ya estuvieron girando por Argentina. ¿Qué esperan de esta gira por el conurbano? ¿Qué expectativas tenés?
-Mirá, este espectáculo es el más internacional que hicimos, porque ya fue construido sabiendo que íbamos a ir a otros lados, que en Uruguay casi que no lo íbamos a poder hacer. Pero después terminamos girando por Uruguay, fuimos al interior y esto también terminó siendo mejor porque no solamente fuimos a las grandes capitales de los 19 departamentos -que es como se le llama a las provincias allá- sino que fuimos a 50 localidades. Y quedan actuaciones por hacer. Pueblitos chiquitos donde a veces no había ni teatro y actuábamos en un gimnasio y después tenías que quedarte a dormir en el mismo gimnasio donde actuabas o en casas de personas… Fue muy coherente de forma involuntaria.
Es un espectáculo que habla de reciclar y de construir una sociedad nueva y terminamos reciclando. No es necesario dormir siempre en un hotel, mientras haya más de diez grados centígrados y tengas una frazada… Y funcionó, es viable. Y además que no habría otra manera de hacerlo, porque logísticamente es imposible.
Entonces el espectáculo ya está a prueba de balas y además está mejor que el año pasado porque ya tenemos un año más de rodaje. Así que esta gira va a ser todo un éxito artístico para nosotros. Después hay que ver si logramos convocar a la gente. Esperamos que sí.
-¿Y para el carnaval próximo piensan hacer algo? ¿Ya está definitivamente rota la participación o pensás que en algún momento pueden volver a presentar algún proyecto a concurso?
-En algún momento puede ser que se vuelva. Nosotros además somos una cooperativa que gira con entre 15 y 20 personas, pero en realidad somos 30, porque hay gente que no gira y que está allá. Y esos si no hacés carnaval no los ves más. De hecho pasó que esos compañeros a este espectáculo no lo hicieron nunca, lo hicieron cuando cruzamos a Buenos Aires a hacerlo en el Gran Rex… Actuaron cinco veces y ensayaron tres meses. Entonces es probable que si en algún momento la murga vuelve al carnaval sea por esa razón, porque en realidad artísticamente creo que nos costaría mucho volver a limitarnos.
Y además tendría que cambiar mucho la situación política de lo que es el mundillo del carnaval como para que no nos pase de vuelta lo mismo, porque si no nos dejan entrar de nuevo… Ahora cambiaron algunas autoridades, las más nefastas ya no están, pero más allá de eso hay una cuestión de entorno. Hay otro problema que tiene que ver con la competencia interna, con los colegas, donde hay algunos que son de oro, divinos, pero hay otros que son complicados. Y sumale lo de las hinchadas, que eso está muy polarizado, como el fútbol… Eso hace que sea un cultivo bastante complicado para nosotros.
-El que ustedes se hayan podido independizar de la lógica del carnaval puede que haya contribuido a generar tensiones también, que hayan podido girar por todo Uruguay y Argentina con un espectáculo que ni siquiera entró al carnaval…
-Yo creo que eso sí pasa. Es lamentable pero pasa, porque uno de los rasgos negativos que tiene el pueblo uruguayo, que tenemos todos los uruguayos, es el de la envidia y la mezquindad de la mediocridad, de emparejar para abajo, cortarle las patas al que trata de subir. Hay un chiste muy gráfico que cuenta que un tipo va caminando por la calle con una caja y se encuentra con un amigo que le pregunta qué lleva. Le responde que son ranas y el otro entonces le dice: «Pero ponele una tapa, que se te van a escapar». «No -dice el primero- esta no se escapan porque son ranas uruguayas. Cada vez que una salta todas las otras la agarran de las patas y la tiran para abajo».
Esto ilustra bien lo que es nuestra sociedad, un país chiquito, con muchas dificultades, muchos nenes para el mismo trompo. Y a las bandas a las que les va bien les pasa, a La vela puerca, No te va gustar, todo el mundo los critica y les hace pagar caro el éxito. No es un valor a perseguir, es una cosa muy rara. No entiendo qué sociedad puede avanzar si el éxito está penalizado y hay una apología del fracaso. Pero creo que es un mal de adolescencia como país que de a poquito hay que ir solucionando.
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Las próximas fechas para Un día de Julio serán el miércoles 19 en el Teatro Cervantes de Quilmes, jueves 20 en el Teatro Trinidad Guevara de Luján, viernes 21 en el Auditorio Bernasconi de Villa del Parque, sábado 22 en el Teatro Niní Marshal de Tigre y el domingo 23 en el Complejo Plaza de San Martín.
Pedro Perucca – @PedroP71
Foto: Prensa Agarrate Catalina
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