Batalla de Ideas

6 octubre, 2016

Encuentro Nacional de Mujeres: resistencia y transformación

Por Mariel Martínez. Este fin de semana en Rosario se realizará el Encuentro Nacional de Mujeres número 31. En la coyuntura actual, además del potencial transformador de individualidades que lo caracteriza, estará presente la resistencia ante el avance neoliberal sobre los derechos de las mujeres.

Por Mariel Martínez. Hay un saldo (des)organizativo que la década pasada dejó al campo popular del que no deberíamos sentirnos orgullosos: la ruptura de organizaciones sociales, centrales sindicales, movimientos e incluso iniciativas populares. Quizás la más visible de esas fracturas haya sido la que hizo que el 24 de marzo existan dos convocatorias, pero lo cierto es que la división fue más acá y más allá en cada espacio en donde la discusión pasaba por cómo hacer justicia al pasado y cómo construir el futuro. Esquinas de la misma pregunta.

En dirección contraria hay un espacio que no sólo no se rompió sino que, en la última década, creció exponencialmente: el Encuentro Nacional de Mujeres. De las mil mujeres que se reunieron por primera vez en 1986 a las 70 mil que se esperan en este 31° Encuentro en la ciudad de Rosario,  es sencillo realizar una descripción rápida: de verdad, cada vez somos más.

Entonces, mas allá de que no salga en las tapas de los diarios, más allá de que la prensa los ignore y una tenga que explicar en el barrio a cada paso que no, no me voy a Rosario a pasear por la Costanera, que sí, que eso de que las mujeres se junten sucede hace más de treinta años y que claro, vamos a hablar de violencia, pero no sólo; más allá de todo esto, parece que el Encuentro Nacional de Mujeres tiene algo que enseñar.

Y es quizás: la diversidad no es un espacio desde donde construir, es, sencillamente, la condición de posibilidad de realizar una construcción sólida y duradera. Que mujeres organizadas en diferentes signos partidarios y políticos, con intereses y preocupaciones diferentes, diferentes edades, formas de amar, formas de percibirse, de transitar este mundo, puedan debatir dos días enteros organizadas en talleres, puedan marchar una vez por año desde hace más de 30 por todas las ciudades del país, puedan conocerse y en la otra reconocerse y volverse distintas, priorizando lo igual y lo parecido y trabajando las diferencias, es la clave política que hace que el movimiento de mujeres sea una de las fuerzas sociales que más ha crecido en los últimos años.

Y sí, señores, claro que hablamos de violencia. No sólo porque el “Ni una menos” contribuyó a visibilizarla, no sólo porque ahora queda bien. Hablamos de violencia también porque día por medio nos matan una mujer y la prensa sigue buscando las razones de la provocación del femicidio y el gobierno nacional anuncia un plan contra la violencia de género que tendrá presupuesto recién el año que viene, con algunas muertas más encima. Hablamos de violencia porque mientras que del 2015 al 2016 los llamados a la línea 144 (de atención a las víctimas de violencia de género) se duplicaron, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires redujo el personal de la Dirección de la Mujer a la mitad. Hablamos de violencia porque al presidente le parece bien que los hombres por la calle opinen violentamente de nuestro culo.

También hablamos de aborto, porque la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto fue parida en esos encuentros y desde que en el 2003 se usaron por primera vez los pañuelos verdes que simbolizan la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, la Campaña ha sido un espacio en constante crecimiento, articulación y aprendizaje. Un espacio amplio y heterogéneo que ha sido capaz de elaborar un proyecto de ley, de presentarlo, de generar diferentes estrategias de lucha por él, y que se ha transformado en referencia para organizaciones, referentes, y políticos de diferentes signos.

De educación vamos a hablar, en un contexto en el cual el programa de Educación Sexual Integral (ESI) que apunta a fortalecer los derechos de todos los sectores -fundamentalmente los más vulnerados-  y a crecer en conocimiento de los propios cuerpos y posibilidades, peligra de ser también vaciado por la gestión de Cambiemos.

Del rol político de las mujeres vamos a hablar. En una coyuntura en la cual el lugar de la mujer volvió a ser el de la inmaculada sumisa y caritativa primera dama, o de la silenciosa “Heidi” que desde su sonrisa medida recorta presupuesto a los comedores y a los maestros, o de la impresentable Rambo femenina, que pasea con gendarmes vestida con pantalones de camuflaje pero guarda un silencio de ignominia cuando la policía tortura pibes de 15 años en las barriadas pobres de las ciudades del país.

Se escapan los temas. Son tantos, tan distintos, tan diversos. ¿Y saben qué? En casi ninguno nos vamos a poner del todo de acuerdo en lo finito. A veces entre nosotras nos enojamos. A veces tratamos de convencernos. A veces cambiamos de opinión, otras no nos movemos ni un centímetro. Pero siempre, como desde hace 31 años, de cada Encuentro salimos fortalecidas.

Tanta mujer fuerte nos fortalece. Tanta piba linda, tanta señora convencida, tanta mujer junta. Tantas, todas, juntas en los acuerdos mínimos que necesitamos para juntarnos: somos mujeres deseosas de ser libres y crecer en la conquista de nuestros derechos. Ninguna de estas dos cosas son garantizadas por este gobierno sino más bien todo lo contrario. Otra de las maravillosas aristas de este ENM es que sea quizás la manifestación con carácter opositor a las políticas neoliberales de exclusión y pobreza del gobierno de Macri más importante que se de en el país.

Porque si nos feminizan la pobreza, nosotras vamos a feminizar la resistencia. Vamos a construir una resistencia preciosa, llena de mujeres diferentes que se den dulces las manos y levanten heroicas los puños. Una resistencia de colores, llena de banderas distintas y sonrisas iguales. Una resistencia de señoras. De señoritas. De obreras. De putas. De tortas. De pibas fuertes y de pibas débiles. Porque ya aprendimos, ya sabemos hace más de treinta años que sí que importa cada una, que sí que una vuelve diferente, pero es sólo, sólo y a condición del encuentro.

A eso vamos a Rosario 70 mil mujeres. A encontrarnos. Los encuentros verdaderos transforman, dicen. Saluden a las que fuimos: vamos a volver más parecidas a las que queremos ser.

@Mariel_mzc

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