4 octubre, 2016
¿Quiénes eran los padres del nieto 121?
Se trata de Domingo Menna y Ana María Lanzilloto. Domingo era estudiante de Medicina y obrero, Ana María estudió para ser Maestra y abogacía. También escribía y editaba libros de poesía.

Se trata de Domingo Menna y Ana María Lanzilotto. Domingo era estudiante de Medicina y obrero, Ana María estudió para ser Maestra y abogacía. También escribía y editaba libros de poesía.
Ella nació en La Rioja, se recibió allí de maestra y fue a Tucumán a emprender sus estudios en la Universidad Nacional. Conoció a Domingo en 1972 como integrante y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
En 1974 se casaron y se fueron a vivir a a un departamento en Villa Martelli, donde tuvieron a su primer hijo, Ramiro. El 19 de Julio de 1976, mientras su marido iba a una reunión «envenenada», se vieron envueltos por una redada del ejército en su departamento, mientras se reunían los otros miembros de comité central del PRT, Mario Roberto Santucho y su compañera Liliana Marta Delfino, Benito Urteaga y su hijo José de tres años.
Abierto el fuego, Santucho y Urteaga cayeron en combate, mientras que Liliana y Ana María fueron tomadas prisioneras y torturadas. Ana María fue conducida a un centro clandestino de detención conocido como “el Campito”, donde dio a luz a su hijo de quien celebramos la recuperación de su identidad. Luego del parto la separaron de él y la llevaron a otro centro clandestino llamado “el Vesubio”, y no se volvió a saber de ella ni del paradero de su cuerpo.
Él nació en Italia, en Abruzzo y vino al país con su familia cuando niño, instalándose en Tres Arroyos, mientras sus padres atendían una sastrería. A los 20 años viajo a Córdoba para estudiar en la Universidad Nacional. En 1966, participa de la fundación del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), proveniente de dos grandes organizaciones, Palabra Obrera (dirigida por Nahuel Moreno) y el Frente Revolucionario Indoamericano y Popular (conducida por Mario Roberto Santucho). En ese momento toma la tarea de construir el frente estudiantil, fundando la agrupación Espartaco.
A fines de 1966, cuando detienen a otro integrante de la Federación Universitaria de Córdoba (militante del Partido Comunista), toma la responsabilidad de comandar un grupo para liberarlo, en el Hospital de Clínicas, donde era custodiado por cuatro guardias policiales. En ese acto de valentía, compañerismo y solidaridad, es baleado y también detenido, aunque luego liberado.
Redactaba y repartía volantes, pintaba paredes. Agitador callejero y orador infatigable en asambleas, organizó los primeros grupos de resistencia a la represión en Barrio Clínicas, ocupado el 7 de setiembre en respuesta al asesinato de Santiago Pampillón, protagonista febril durante las asambleas.
En 1968 toma partido por la “tendencia leninista” como delegado del congreso del PRT y se dedica a coordinar el armado de un frente clasista en Córdoba, a través de la “Agrupación Primero de Mayo”. Fue protagonista activo durante las barricadas del Cordobazo y profundizó la construcción e inserción dentro del sindicalismo clasista durante las jornadas de lucha de clases más masivas de la historia de nuestro país.
En 1970 se alinea con Santucho, Pujals, Leandro Fote, “El Negrito” Fernández, Gorriarán Merlo, ante la ruptura del sector morenista, dando fundación al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y se propone la tarea de desarrollar la lucha armada en Córdoba. Junto a Carlos Germán dirigen la formación de los Comandos “29 de Mayo” y “Che Guevara”.
Un año después es detenido y apresado en Córdoba. Luego lo trasladan a la prisión de Rawson, donde comparte celdas con Agustín Tosco, Mario Roberto Santucho, y Gorriarán Merlo, Osatinsky y Quieto de las FAR y Pujadas de Montoneros. Finalmente, y a pesar de la masacre que sobreviene a los 17 presos políticos que no pudieron concretar la fuga, logran escaparse a Chile y de Chile a Cuba, donde tendrán un período de formación político-militar.
En 1973 vuelve al país y participa de la reorganización del PRT como miembro del buró-político y del comité central, oficiando como Secretario General de Organización, redactando numerosos e incisivos editoriales para el periódico del partido, El Combatiente. Estuvo a cargo de llevar adelante la tarea política de masas más importante y ambiciosa encarada por el PRT, la formación del Frente Antiimperialista y por el Socialismo (el FAS). Este convocaba al sindicalismo de base, a las organizaciones armadas, al estudiantado combativo, los intelectuales y sectores progresistas de la población, a formar un amplio frente que ponga un freno a la represión de las Fuerzas Armadas y la política antipopular del gobierno de María Estela Martínez de Perón; para construir un Gobierno Revolucionario Obrero y Popular, llamando urgentemente a elecciones con la garantía de participación para todos los partidos políticos.
Fue obrero Metalúrgico en Villa Constitución, en Acindar, poco antes del gran levantamiento obrero conocido como “El Villazo”. En 1976 se mudó a Villa Martelli con su compañera Ana María. El 19 de Julio, fue a una reunión en la Estación del Ferrocarril Mitre, pero resultó ser una emboscada del Ejército. Fue tomado prisionero y trasladado inmediatamente a Campo de Mayo, donde fue torturado durante meses, hasta que lo asesinaron. Luego de las sesiones de tortura, Mingo (o “El Gringo”, como lo apodaban cariñosamente), no se cansaba de alentar a sus compañeros, sin discriminar organización, con relatos de la resistencia del pueblo de Vietnam en los pozos de Poulo Cóndor, de los comunistas checos en la Alemania nazi, de los anarquistas italianos mandados a la horca en los Estado Unidos, de los revolucionarios que siempre se opusieron con terquedad a la victoria moral del fascismo.
Guerrillero de primera línea; alegre, calentón y solidario hasta en los pequeños detalles, así lo definían sus compañeros a Domingo. Hoy él y Ana María están presentes nuevamente en la vida pública de nuestro país. Jamás los olvidamos, y jamás perdonaremos a quienes los torturaron para llenar de miseria al pueblo. Pero encontrar a su hijo es un respiro, un orgullo y una esperanza.
Miguel Gaztañaga
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