14 agosto, 2016
Fuocoammare: la tragedia y lo cotidiano
La cercanía del continente africano hace que la isla de Lampedusa se haya convertido en puerto de destino de miles de refugiados que huyen del hambre y de las guerras. El documentalista Gianfranco Rosi comparte una mirada imprescindible sobre la vida en la isla.
La línea divisoria entre el documental y el cine de ficción se presenta como cada vez más difusa. Se pueden diferenciar aquellas películas en las que el director permanece lo más alejado posible del objeto que pretende filmar de aquellas otras en las que intervine activamente, ya sea a través de preguntas en off o de los actores. Entre ambas opciones existe una gran gama de posibilidades. Pero Fuocoammare pertenece claramente a esta última categoría.
Se trata de un film que muestra la vida cotidiana de personas relacionadas con la isla italiana de Lampedusa. Un niño, su abuela, pescadores, médicos, rescatistas en el mar, inmigrantes ilegales que se lanzan al mar en una patera en busca de refugio en Europa: todos ellos protagonizan la película.
La isla está en el Mediterráneo, cerca de las costas de Túnez, a no más de 100 kilómetros, pero pertenece a Italia y depende políticamente de Sicilia, más precisamente de Agrigento, ciudad con la que tiene enlace por ferry. Sus pocos habitantes viven de la pesca y del turismo de verano.
La cercanía del continente africano hace que el lugar se haya convertido en puerto de destino de miles de desesperados africanos y asiáticos que huyen del hambre y de las guerras y que emprenden un peligrosísimo viaje en barcas muy rudimentarias, intentando llegar a la Europa de la libre circulación de personas, circulación cada vez menos libre a raíz de las restricciones que imponen algunos países del “espacio Schengen”. Además de las amenazas del mar abierto, deben enfrentar a los mafiosos de la trata de personas, en sus países de origen y en los de destino y la discriminación cada vez más violenta de los xenófobos locales.
Pese a ser un tema central de la vida de esta isla, la inmigración, la asistencia a los refugiados y los rescates en el mar no constituyen el tema excluyente de la película. En ella la vida cotidiana surge con fuerza de las imágenes: el niño en el campo tirando con una honda o en el colegio estrenando anteojos, en su abuela cocinando o haciendo la cama y rezando, en los pescadores con sus redes o en los rescatistas en acción. Muestra cómo la vida y la muerte, lo trágico y lo cotidiano coexisten en un sistema en el que los isleños y los refugiados parecen formar parte de universos paralelos.
Es impresionante la escena donde se recuperan decenas cadáveres de una frágil embarcación. Son personas que murieron deshidratados en alta mar. El rescate existió verdaderamente y el director se encontraba con la cámara a bordo.
El niño tiene un ojo “vago”, un ojo que no quiere ver. El médico oculista le receta unos anteojos que tapan la visión del ojo sano, para obligar al ojo vago a mirar, lo que constituye una metáfora de la película que invita a aquellos que no quieren ver a mirar la tragedia de los inmigrantes.
Los actores, habitantes de la isla, actúan haciendo el papel de sí mismos, mientras que la cámara va registrando la vida diaria.
Nuevamente, un excelente trabajo del documentalista Gianfranco Rosi.
Ben Davis Min
Ficha técnica
Dirección y fotografía: Gianfranco Rosi
Guión: Gianfranco Rosi, sobre una idea de Carla Cattani. edición: Jacopo Quadri
Italia-Francia/2016)
Elenco: Samuele Puccilo, Maria Signorello, Pietro Bartolo, Maria Costa, Giuseppe Fragapane, Francesco Paterna, Mattias Cuccina, Francesco Mannino / Productores: Donatella Palermo, Gianfranco Rosi, Serge Lalou, Camille Laemle, Roberto Ciccutto, Paolo Del Brocco, Martine Saada, Olivier Pere
Premio: Festival de Berlin: Oso de Oro al Mejor Film
Distribuidora: Zeta Films
Duración: 108 minutos
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