8 agosto, 2016
La muerte como saldo del ajuste, la precarización laboral y la falta de inversión
La mañana del miércoles 3 de agosto en el barrio porteño de Barracas, tres obreros sufrieron paros cardiorrespiratorios a partir de una fuga de gas. Reparaban cañerías para la empresa Inarteco, tercerizada de Metrogas. Pero no sólo se trata de “accidentes laborales”. Detrás de la flexibilidad laboral y el ajuste, las condiciones de trabajo y vida de los trabajadores.

Por Mariela Di Francesco. Durante la mañana del miércoles 3 de agosto en el barrio porteño de Barracas, tres obreros sufrieron paros cardiorrespiratorios a partir de una fuga de gas. Reparaban las cañerías de la esquina de Montes de Oca y Martín García para la empresa Inarteco, tercerizada de Metrogas. En el hospital Argerich falleció ese día Ramón de 51 años y el jueves, Carlos, de 36 años. El tercer hombre se encuentra en estado de gravedad.
Las noticias destacaban las palabras del Gerente de Asuntos Públicos de Metrogas, Rafael Rodríguez Roda, quien dijo que “fue un accidente” ya que los operarios hacían «un trabajo de rutina en un caño de baja presión”. Además, dijo desconocer “el motivo exacto del accidente” y que “los operarios se encontraban en un pozo y por eso se intoxicaron».
Con el correr de las horas la cobertura mediática centró el problema en la falta de precaución de los operarios que “seguramente se habrían abocado a resolver rápidamente el problema sin contemplar el uso de máscaras y otros elementos de seguridad”.
Hasta el día de hoy, se conoció sólo un breve comunicado de Metrogas, publicado antes del fallecimiento del segundo operario, que simplemente menciona lo ocurrido sin más explicaciones.
No sólo “accidentes” que ocurren “al pasar”
En el último informe detallado (2014) sobre accidentabilidad laboral que presentó la Superintendencia de Riesgos del Trabajo se indica que “entre las actividades con mayor proporción de trabajadores cubiertos, las tres que presentan el mayor índice de incidencia de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales son Construcción, Fabricación de productos alimentarios excepto bebidas y Transporte terrestre”.
El ámbito de la construcción incluye actividades como: construcción, reforma o reparación de edificios, calles, carreteras, puentes, viaductos, centrales hidroeléctricas, gasoductos, construcciones pesadas, instalación de plomería, gas y cloacas. En este mismo ámbito trabajaban los obreros fallecidos en Barracas, que desarrollaban sus tareas contratados por la tercerizada.
Haciendo una crítica a la Ley de Aseguradoras de Riesgo de Trabajo y refiriéndose al hecho ocurrido, el ex diputado nacional Víctor De Gennaro dijo que “estamos hablando de más de 20 muertes por día de trabajadores por accidentes y enfermedades laborales por simplemente ir a trabajar. Son más de 5500 siniestros por año, más de un millón de denuncias existentes”.
Ese miércoles los medios masivos de comunicación mantuvieron su cobertura en base a las explicaciones de la empresa, los partes médicos y a la tristeza de los familiares de las víctimas.
Pero en una publicación de La Izquierda Diario se conocieron algunos testimonios de trabajadores de Metrogas que señalaban las desventajas que tienen los compañeros contratados por las tercerizadas y el deterioro de las instalaciones que deben manipular, como por ejemplo los caños de gas con los que la cuadrilla de Ramón y Carlos estaban trabajando: “Las cañerías de gas de la Ciudad de Buenos Aires son del año 1930, así que por más que la empresa diga que está todo planificado siempre está el peligro de que pueda pasar algo, que se rompa un caño o cualquier cosa”. Y agregaban: “Los trabajadores de las contratistas salen a la calle en unas condiciones mucho más complicadas que los de Metrogas. A ellos les meten trabajo en línea y cobran por cupos de trabajo realizado, lo que lleva a que tengan que hacer todo más apurados.”
Las denuncias apuntan no sólo a las empresas sino también al Sindicato de Trabajadores de la Industria del Gas (SITGAS) en el que se encuadran la mayoría de los trabajadores y que está a cargo de varias empresas tercerizadas, siendo Inarteco una de ellas.
La historia del mercado de trabajo sigue demostrando que la mayoría de los llamados “accidentes laborales” no son tales. Pero no se trata de imprudencias sino de políticas y decisiones de las empresas para reducir sus costos comprometiendo la salud y la vida de los laburantes.
Cuando hay crisis laboral, ganan los de siempre
Con la excusa de que heredamos y estamos transitando una tremenda crisis económica, el gobierno nacional no sólo impuso los tarifazos en los servicios públicos básicos sino que también refuerza día a día su idea de profundizar la flexibilización laboral. Lo vienen acompañando muy bien los medios de comunicación masivos como Clarín, publicando que “Se puede despedir y terminar a la vez con la pobleza” o La Nación, proponiendo “Un cambio indispensable en las relaciones laborales” porque “la forma de incentivar y facilitar la demanda de trabajo es flexibilizar y facilitar la contratación y que a la vez se brinden garantías para que no se produzcan contingencias imprevisibles y desproporcionadas”.
Flexibilizar significa, más que cualquier otra cosa, proporcionar un marco legal, político y económico a las empresas (incluyendo por supuesto al Estado) que les permita precarizar sin impedimentos las condiciones de trabajo. Y esa precarización no es garantía de ninguna inversión ni mejora en los servicios que se ofrecen. Lo que sí garantiza son mayores ganancias para unos pocos mediante el sacrificio de muchos. Trabajar más horas por un mínimo salario, en situaciones riesgosas, sin elementos de seguridad, sin garantías de estabilidad, bajo contratos flexibles, en empresas tercerizadas cuyos trabajadores muchas veces no pueden encuadrarse en un sindicato que los represente, etc., imposibilita una resistencia u organización colectiva para hacerle frente justamente a esas mismas situaciones. Todo se transforma en un círculo vicioso del que las ART -que protegen más a la empresa que al trabajador- se alimentan. Por otro lado sabemos que no sólo las áreas de Recursos Humanos son un brazo más de las empresas, sino también que, lamentablemente, muchos sindicatos no dudan en mantener a gran parte de sus trabajadores desprotegidos a cambio de cuantiosos favores.
Por eso hay que hablar un poco más de lo que no se habla. Porque Ramón y Carlos eran parte de una mayoría a la que un puñado de grandes empresarios y poderosos políticos pretende mantener oprimida e invisible. Esa mayoría son los y las trabajadores que con sus manos hacen que este mundo se mueva, engrosando las ganancias de las empresas a las que cuando “al país le va bien”, les va bien pero cuando “al país le va mal” también les va bien. Incluso mucho mejor.
@maridifran
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