29 julio, 2016
¿Qué está haciendo el PRO con el Teatro San Martín?
El Teatro San Martín continúa cerrado y se posponen las fechas de reapertura. El Complejo Teatral de Buenos Aires en general también está en crisis. Para analizar la situación dialogamos con Mauricio Kartún, quien sostiene que el PRO no puede entender el rol de la cultura en la Ciudad «porque está en las entrañas de su entidad ideológica el no entenderlo».

Permanece cerrado desde principios de año por el “Megaplan de Obra Infraestructrual”, que con una inversión de 250 millones de pesos, fue anunciado por el actual director del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), Jorge Telerman, y el polémico y efímero Darío Loperfido. Primero dijeron que reabriría para julio o agosto pero luego se retractaron y admitieron que recién sería para mayo de 2017. ¿Qué hay detrás de este desmanejo?
Los inicios del problema datan de 2013 cuando el entonces Ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi prometió un presupuesto de 72 millones de pesos para su refacción. Sin embargo, con el cambio de mando la actual gestión reconoció que la obra estaba avanzada solo en un 20%, lo cual inevitablemente nos lleva a la pregunta: ¿Qué pasó con el resto de esa inversión? Nos la deben. La respuesta fue una nueva partida con la excusa de que la propuesta se había ampliado, incluyendo etapas y la finalización de los plazos para que entre el verano del próximo año y mayo los trabajadores puedan ir regresando a sus puestos luego de haber sido “reubicados” en otras oficinas del Gobierno.
Pero el San Martín no es la excepción. Si bien su existencia precede al CTBA, que fue creado bajo la órbita del Ministerio de Cultura porteño en el 2000 por el mismo Telerman cuando era Jefe de Gobierno, con el objetivo de promover el teatro y otras expresiones artísticas, está acompañado de otras cuatro salas públicas. De ellas, el teatro Alvear permanece cerrado hace dos años y no hay ningún plan de obras al respecto y el De la Ribera reabrió en junio luego de que sus trabajadores denunciaran demoras en las remodelaciones. La nómina la completan el Regio y el Sarmiento.
Por otra parte, hay que señalar que los conflictos entre la cultura y las filas amarillas no son sólo edilicias. Desde hace años distintas organizaciones de actores vienen denunciando la política de vaciamiento en materia cultural. Un caso fue el de los trabajadores de los colectivos del Teatro Independiente Monotributista (TIM) y del Foro de Danza en Acción (FDA) que el año pasado presentaron un informe de manera conjunta en donde, entre otras cuestiones, sostienen que aumentó exponencialmente la coproducción de obras con productores comerciales, lo que supone que el Estado aporta las salas y el privado se lleva gran parte de la recaudación. A esto añadieron que son 200 aproximadamente la cantidad de trabajadores precarizados a través de contratos en el sector y que la Ley de Autarquía habilita a que por ejemplo se alquilen espacios de los teatros para fiestas o eventos de particulares.
Palabra de autor
Debido a la complejidad del caso, desde Notas dialogamos con Mauricio Kartun, uno de los dramaturgos más importantes de la actualidad, con una amplia trayectoria en el Complejo Teatral de Buenos Aires y, en particular, en el San Martín, para que nos diera su opinión sobre la crisis del teatro pero también, más en general, un análisis más amplio sobre el estado de la cultura en la Ciudad de Buenos Aires.
-¿Cómo ves el complejo teatral de Buenos Aires y en particular las idas y vueltas que hay con las obras en el Teatro General San Martín?
-Frente a cada anuncio uno abre un nuevo horizonte de expectativa. Pero eso resulta cada vez más difícil porque han ido corriendo el horizonte hasta el infinito. Hace años que viene postergándose. Parecería que ésta es la instancia final porque el teatro está cerrado y, por lo tanto, cuando lo reabran inevitablemente será con la obra terminada. Pero me parece que estas eternas postergaciones hablan es de una falta de planificación monstruosa. Lo que no ha habido aquí es un plan como para encarar la dificultad de esta refacción.
-¿Cómo estaba el teatro en las últimas obras que pudiste dirigir allí?
-Hay distintos niveles de observación. En principio en lo edilicio se estaba dentro de la crisis, ascensores en mal estado, baños que no funcionaban, filtraciones de agua en el interior, estaba muy mal. En términos de producción se lo veía cada vez más limitado. Es decir, algunas producciones se notaba que costaban, había atraso en los pagos y contratos que no salían a tiempo. Por otro lado, en términos de planta de artistas trabajando (iluminadores, realizadores, escultores, pintores, etc.), lo que se veía era que había una tendencia a reducir la presencia de ese personal especializado, tercerizando obras fuera del teatro.
-¿Crees que el San Martín debería cumplir alguna función en particular además de funcionar como un teatro?
-Por su espacio, sus condiciones y sus características debería operar como centro cultural. Es decir, un espacio en el que se concentra una actividad cultural. Es un complejo que tiene todas las condiciones para juntar allí desde la mañana hasta la noche actividades que van desde funciones hasta cursos, desmontajes de los procesos creadores de las obras, clínicas de distintas técnicas, formación de nuevos técnicos en especialidades teatrales, apertura de las grandes salas para que los directores jóvenes de Buenos Aires puedan entrenarse en el manejo de esos espacios, etc. Por supuesto que requiere de un plan estratégico a largo plazo y de la decisión de una inversión. En tanto continúen pensándolo como gasto y sigan con la maquinita haciendo la división de “cuántos vienen y cuánto me cuesta”, no va a funcionar nunca.
-¿Qué mirada tenés sobre la gestión de Jorge Telerman al frente del Complejo Teatral?
-Telerman es un tipo que tiene mucha experiencia en la función y me parece que se juega un tute aceptando este cargo porque en realidad si no consigue resultados habrá puesto la cara para un fracaso estruendoso. Lo que no sabemos es si el medio se lo va a permitir, si el propio Estado le va a permitir llevar a cabo lo que se ha propuesto. No ha sido puesto ahí como un simple reemplazo sino como alguien que viene efectivamente a hacer.
En ese sentido se diferencia mucho de lo que ha sucedido con la renuncia de Lopérfido y la asunción de Mahler, lo cual no parece una apuesta a mejorar la situación, no parece alguien que venga a hacer una gestión que levante el nivel mediocre de lo anterior sino que está puesto claramente como un parche.
– ¿Qué idea de cultura tienen las políticas públicas del oficialismo?
-No tiene una clara idea, como no la han tenido muchos gobiernos. La cultura es un campo de tránsito hacia la inclusión, hacia la educación. Es por medio de ella, en todas sus manifestaciones, donde una población tiene acceso a instancias superadoras de la propia mediocridad del cotidiano en el que vivimos todos. Si no se entiende la función social, por ejemplo, de un teatro, en realidad se lo reduce a un mero lugar ornamental. Es decir, se entiende a la cultura simplemente como adorno, como entretenimiento y como su manifestación que es el espectáculo. Yo creo que este gobierno no lo ha entendido nunca, porque en realidad está en las entrañas de su entidad ideológica el no entenderlo. No pueden ir más allá de pensarlo como un compromiso en el que hay que gastar.
Federico Piva – @fedep81 / Milagros Mateos
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