Europa

26 julio, 2016

Cambiando Podemos

Por Lucas Villasenin. Luego de la elección general del 26 de junio la nueva formación política española ha abierto un debate sobre su futuro. Lo nacional-popular y la socialdemocracia en discusión en la búsqueda de una construcción de mayorías.

Por Lucas Villasenin. Luego de la elección general del 26 de junio la nueva formación política española ha abierto un debate sobre su futuro. Lo nacional-popular y la socialdemocracia en discusión en la búsqueda de una construcción de mayorías.

Las condiciones de posibilidad

El resultado de la última elección dejó un sabor amargo en los votantes y dirigentes de la coalición Unidos Podemos. Todas las encuestas pronosticaban el «sorpasso» sobre el PSOE y la posibilidad de alcanzar un cambio de gobierno, eso no se logró.

La dirección de Podemos busca refutar la hipótesis que sostiene que la nueva coalición perdió votos respecto a las encuestas debido a haber moderado su radicalidad originaria. «No es un millón de votos que hemos perdido, sino que no hemos podido movilizar» declaró Irene Montero haciendo alusión a los votos «abstencionistas crónicos» que faltaron en las urnas.

Luego de sucesivos balances sobre los fallos de las consultoras, queda analizar el saldo obtenido por Podemos en apenas dos años y medio. El capital político de la nueva coalición incluye 71 diputados, haber logrado más de 5 millones de votos, ser la fuerza más votada entre la población menor de 40 años y haber transformado el mapa político español.

A pesar del sistemático ataque desde las demás fuerzas políticas y los principales medios de comunicación, Podemos ha logrado romper más de un prejuicio. Uno de esos prejuicios tiene que ver con las formas orgánicas de llevar adelante los debates en un partido. Podemos se ha transformado en un paradigma al busca romper sus fronteras con el conjunto de la sociedad. Un ejemplo de ello son los debates internos en dónde públicamente, con respeto y confianza sus dirigentes plantean posiciones y diferencias buscando una conciliación en la práctica.

De la guerra de movimientos a la guerra de posiciones

En los principales dirigentes de Podemos hay una coincidencia sobre la etapa que se ha abierto para el nuevo partido luego del 26 de junio. Se acabó Podemos como una novedad política que se plantea el asalto inmediato al poder y se daría lugar a un partido que tiene que asumir responsabilidades de una oposición institucional que logre alcanzar el gobierno en el mediano o largo plazo. Podemos ya no debería ser un síntoma de la crisis del régimen político que estalló con las movilizaciones del año 2011, sino un partido que logre cristalizar y ampliar un cambio cultural en el país.

En los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, Irene Montero, Iñigo Errejón y Luis Alegre coincidieron en esta perspectiva del paso de la «guerra de movimientos» a la «guerra de posiciones». Para Pablo Iglesias el programa de Podemos no es la clave de que aún no hayan logrado el gobierno. Él ha declarado que: «El problema no es el programa, el problema es generar un bloque histórico (…) el PP tiene un bloque histórico, nosotros no».  Tampoco el problema está en radicalizar por izquierda el discurso. «Somos una fuerza política que construye un campo político nuevo, no somos la izquierda alternativa con más votos» destacó.

En una entrevista del último sábado 23 de julio concedida al diario El País, Errejón coincidió con esta perspectiva al declarar que: «Este Podemos es el Podemos que nos ha permitido llegar hasta aquí, pero ahora tiene que mutar, también para ser capaz de seducir a los que no vibran, a los que no les alcanza con la épica, a los que necesitan más certezas, a los que hasta ahora han dudado.»

Cuando Antonio Gramsci acuño los términos de «guerra de movimientos» y «guerra de posiciones» en la década de 1930 del siglo pasado asumió a esta última como una fase decisiva de la situación política en la lucha por la conquista de la hegemonía. Los próximos años dirán si Podemos cuenta con las «calidades excepcionales de paciencia y espíritu de invención» que el pensador italiano consideraba fundamentales para la guerra de posiciones.

Entre lo «nacional-popular» y lo «socialdemocrata»

La identidad política de Podemos ha chocado de frente con las identidades tradicionales de las izquierdas. Su lugar político se ha construido atacando el eje ordenador derecha-izquierda y sustituyéndolo por el eje casta-pueblo.

Si alguna novedad ideológica para las izquierdas han introducido las movilizaciones del 2011 y los intelectuales que conformaron Podemos fue la confluencia de una reivindicación de la democracia con las demandas populares. El primer programa de Podemos tuvo un solo eje llamado «construir democracia» en el cual se reivindicaba la necesidad del pueblo de decidir sobre todo aquello que los partidos políticos, los grandes empresarios y los bancos no los dejaban decidir.

A diferencia de las izquierdas del siglo XX que asimilaron la democracia al mercado capitalista, la democracia estaría lejos de existir cuando una minoría de la sociedad domina y decide sobre una enorme mayoría. Algunos de los inspiradores ideológicos de esta orientación en Podemos son los filósofos Luis Alegre y Carlos Fernández Liria quienes definen esta orientación como un «marxismo republicano» o «populismo republicano».

Para Podemos, en la guerra posiciones es necesario pensar su relación con el PSOE. Ya en la última elección uno de los reproches izquierdistas hacia el discurso de Iglesias fue el intento de apropiarse de la tradición socialdemócrata.

En una reciente entrevista en El Huffington Post, Iglesias destacó que este partido tiene un rol fundamental en el futuro del país. «El PSOE no volverá a gobernar en España si no es con un acuerdo con Podemos» destacó el líder de Podemos. El PSOE tendría que decidir si se orienta hacia alianzas conservadoras o transformadoras. La tarea de Podemos sería construir la segunda hipótesis.

Errejón, por su parte, más influenciado por el populismo de Ernesto Laclau, ha reiterado en su entrevista al diario El País: «Ahora tenemos que reconstruir una formación nacional popular que sea capaz de adaptarse al tiempo más frío de la institución.»

Entre estos matices ideológicos y políticos se debate el futuro de Podemos ante una situación distinta de aquella que lo vio nacer en enero de 2014.

@VillaseninL

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas