5 julio, 2016
Darío Lopérfido: crónica de una muerte anunciada
En medio de una oleada de rumores de renuncia, la posición del actual ministro de Cultura porteño se torna cada vez más insostenible. Una historia negra, provocaciones constantes y una verborrea incontenible, además del repudio de los actores culturales de la ciudad, lo han vuelto indefendible.

Durante todo este martes 5 de julio estuvieron corriendo rumores, confirmaciones en off y desmentidas vacilantes acerca de la renuncia del ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido. Lo cierto es que, más allá de cuándo se haga efectivo su reemplazo, el ciclo del ex “grupo Sushi” en la cartera cultural porteña parece estar llegando aceleradamente a su fin.
El cuestionado ministro es recordado como el redactor del decreto de Estado de sitio que marcó el último acto oficial del ex presidente De la Rúa antes de abordar el helicóptero y dejar la Plaza de Mayo sembrada de muertos en diciembre de 2001. Luego un obligado exilio en España (donde trabajó hasta 2008 como consultor del grupo Prisa, dueño del diario El País), retornó al país para hacerse cargo de las ediciones 2011 y 2013 del Festival Internacional de Buenos Aires.
En 2015 fue designado por la gestión de Mauricio Macri como director general del Teatro Colón. Desde ese cargo, en el que fue fuertemente cuestionado por alquilar la mítica sala a empresarios del PRO para eventos, denunció que bautizar al Centro Cultural Kirchner con el nombre del ex presidente era “una cosa de tercer mundo, de país bananero”. La incontinencia verbal del casi ex ministro es proverbial.
Estos antecedentes no fueron obstáculo (incluso probablemente hayan obrado como méritos) para que en diciembre de 2015 Horacio Rodríguez Larreta lo designe al frente de la cartera de Cultura de CABA. Pero Lopérfido, quien hiciera sus primeros pasos en la política como director del Centro Cultural Rojas en los años 90, no deseaba descansar en los laureles del pasado. Por eso inmediatamente asumido su cargo de ministro comenzó a hacer méritos para una nueva eyección política.
En enero, en una charla radial con Edy Zunino y Luis Majul, sostuvo livianamente: “No tengo ningún inconveniente en decirlo: en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos, fue una mentira que se construyó en una mesa para obtener subsidios que te daban”. Lógicamente, el repudio de los organismos de derechos humanos y de la absoluta mayoría de los actores culturales no se hizo esperar.
Así comenzaron las juntadas de firmas (con miles de adhesiones, incluso a nivel internacional), la emisión de los audios con esas declaraciones en obras de teatro de la ciudad y las denuncias públicas en cada uno de los lugares donde aparecía el funcionario. Se lo escrachó en el Bafici, en el Colón, en la Feria del Libro, en ArteBA, en la Usina del Arte, en la calle. El último escrache fue hace pocos días durante la inauguración de una sala itinerante del Teatro San Martín (cuyo espacio principal permanece cerrado sin mayores explicaciones), en Parque Centenario, junto al jefe de Gobierno. Las reacciones de Lopérfido, coherentemente, siempre estuvieron en las antípodas del bajo perfil. Ante los cuestionamientos reaccionó acusando de “stalinistas” o “fascistas” a sus interlocutores y generando nuevas polémicas en cada ocasión.
La renuncia de Lopérfido es un hecho y se formalizaría el lunes. Fue de común acuerdo con Rodríguez Larreta.
— Iván Schargrodsky (@ischargro) July 5, 2016
El pasado 14 de junio se constituyó una “Mesa de Acción de Cultura y Derechos Humanos” para coordinar las acciones en pro de la renuncia del ministro. Forman parte de la misma personalidades del arte, la cultura y la política, tales como Eugenio Zaffaroni, Pablo Llonto, Víctor Heredia, Alberto Kornblihtt, Claudio Tolcachir, Alejandra Darín y Juan Pablo Gómez. También organismos como Asociación Argentina de Actores, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S Capital, APDH, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, LADH, SERPAJ y muchos otros.
El evento que marcó el principio del fin del funcionario fueron sus declaraciones de hace una semana donde denunció “un sistema para desviar plata” en lo que llamó “el mayor fraude de la historia audiovisual argentina”. Haciendo referencia a las partidas asignadas por el Ministerio de Planificación Federal para proyectos audiovisuales planteó que “habría que investigar a los ex funcionarios Luis Vitullo y Hugo De Vido, que es hermano de Julio”.
Apostando siempre a subir el nivel de provocación, el ministro agregó: “Se hicieron un montón de telenovelas y series que no se vieron. El impacto lo calculo entre mil millones de pesos y 800 millones por año». «Las productoras eran las de Villarruel y Llorente. Compraron las voluntades de todos los fanáticos kirchneristas porque actuaban siempre los mismos: Rita Cortese, Luis Machín, Alejandro Awada, Juan Palomino, Gustavo Garzón, fans del kirchnerismo que, dicho sea de paso, son los que piden mi renuncia por decir éstas cosas”, enumeró.
La reacción del ecosistema cultural no se hizo esperar. Actores y actrices salieron a responder sus dichos, la Asociación Argentina de Actores y la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes emitieron comunicados de repudio, Luis Machín publicó una carta abierta en Página/12, etcétera. La respuesta de Lopérfido fue: “Hablen de arte, dejen de hablar de política. La política es algo muy complicado”.
Pero el problema no fue tanto la reacción de los actores sino el involucrar en la denuncia a Luis Vitullo, quien luego del cambio de gestión nacional continuó con su trabajo en el área, integrándose a la cartera de uno de sus ex compañeros del tristemente célebre “grupo Sushi”, Hernán Lombardi, actual titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. La reacción de Lombardi fue darle difusión al escrache en Parque Centenario contra Lopérfido desde la agencia oficial de noticias Télam, con video y todo.
Da la sensación de que, más allá de la evidente voluntad de Larreta de sostener a su ministro, ya se viene dificultando la contención de los daños que genera la verborrea incontenible y provocadora de Lopérfido. El repudio de los actores culturales de la ciudad es tan masivo que ya seguir defendiendo a una figura tan cuestionadda genera más pérdidas que ganancias. Sobre todo de cara a un próximo año electoral, para que el que las fuerzas políticas ya comenzaron a reacomodar sus fichas.
Durante todo este martes 5 de julio los rumores de renuncia de Lopérfido no dejaron de crecer. El periodista Iván Schargrodsky sostuvo desde su cuenta de Twitter: “La renuncia de Lopérfido es un hecho y se formalizaría el lunes. Fue de común acuerdo con Rodríguez Larreta”. Sin embargo, al fin del día un tibio desmentido oficial proveniente de un “vocero” de prensa del Ministerio de Cultura afirmaba que “Darío no renunció”. Las especulaciones apuntan a que Rodríguez Larreta dejaría pasar el fin de semana largo del Bicentenario de la Independencia para aceptar formalmente la renuncia el próximo lunes 11.
El dramaturgo Mauricio Kartún, indiscutido referente cultural, resumió claramente la imposibilidad de que Lopérfido continúe al frente de Cultura: “Yo diría que el 80 por ciento de los agentes culturales de Buenos Aires tiene las relaciones cortadas con Darío». «Cuando se piensa en un gestor, en alguien que hace gestión, siempre se piensa en alguien preparado para hacerlo y, segundo, que puede tener relaciones con todos aquellos que tienen que poner cuerpo y cabeza en procesos de creación. Figuras como la de Lopérfido crean casi la imposibilidad de la gestión”, concluyó.
Pedro Perucca – @PedroP71
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.