30 junio, 2016
Finales, la casa de los nervios y la crítica despiadada
Varios días ya pasaron desde la final de la Copa América en la que Argentina perdió por penales contra Chile. Además de Messi anunciando su retiro de la Selección, el partido dejó algunas conclusiones: al plantel le faltó recambio y pensar táctica antes que nombres.

En la mesa hay hojas desparramadas y una taza de café a medio tomar. Las horas pasan y no están siendo utilizadas para descansar sino para estudiar. Al otro día hay que rendir un final y los nervios conviven con la falta de estudio. En ese momento, te preguntás qué carajo estás haciendo ahí, eso no es para vos. Pensás en renunciar a esa carrera, tu vida sería mucho más tranquila si no tuvieras que rendir.
Al otro día llegas a la cita. No hay himnos así que no te emocionas, tampoco hay gente mirándote por televisión en el mundo entero. Solo estas vos, tu manojo de nervios y la falta de estudio. Respondes lo que podés y te vas siempre sintiendo que hay que empezar a estudiar antes para la próxima.
Algo parecido le pasa a la Selección argentina siempre que pierde una final y el pasado domingo perdió la tercera en tres años. La Argentina es esa persona que tiene potencial en lo suyo, entonces lee poco y se come la cabeza la noche anterior al final. Con su talento casi siempre le alcanza, menos en las finales.
Entonces recién ahí reflota la crítica al entrenador Gerardo Martino, que había armado mal la lista con jugadores lesionados, una apuesta que le salió bien con Lavezzi, a medias con Biglia y mal con Pastore que no jugó un minuto en toda la competencia. Encima en el medio del torneo se lesionan Di María, Augusto Fernández, Banega y Gaitán: tiene tocados a todos los que pueden jugar como volantes interiores y los tres extremos que pueden abrir la cancha.
El error en el armado de la lista es eso que no prestaste atención en clase y sólo en el final del camino te das cuenta qué distinto hubiera sido todo si tomabas nota en ese momento. La conclusión fue una final contra Chile donde Argentina quería llegar tocando por el medio y no tuvo recambio para refrescar esa zona.
En el lugar donde Chile nace como equipo Argentina no tenía jugadores en plenitud física para hacerle frente. Es como si Chile hubiera jugado con tres defensores lesionados para marcar a Messi. Sí porque casi que atacamos solo con Messi, hasta que Agüero le dio movilidad al ataque, aunque le faltó la cuota de jerarquía innata del Kun.
Jugadores lesionados en la lista: lo tapamos y salió a luz en la final, esta película ya la vimos. Sí, Brasil 2014. Palacio, Higuaín y Agüero llegaron averiados, después se lesionó Di María y Argentina no tuvo el recambio adecuado para la final, algo que sí tuvo Alemania: centro de Schurrle para el gol de Gotze, los dos ingresados definieron el partido.
Si el lector tiene tiempo busque también el gol de Iniesta que le dio el título a España contra Holanda en la final del mundial Sudáfrica 2010. De la jugada, además del que convierte, participan otros tres jugadores: Jesús Navas, Fábregas y Niño Torres, los tres habían sido cambios que hizo el entrenador Vicente del Bosque en el partido.
Pero volvamos a la final perdida por Argentina. El único recambio donde había jugadores lesionados era Erik Lamela que entró tan bien como tarde: Martino prefirió un Di María por la mitad que un Lamela entero.
Esta gran selección chilena tiene algo que le falta a la Argentina, versatilidad en los volantes, todos pueden jugar de todo y lo hacen bien. Argentina forma con los mismos nombres el medio para jugar de contra, para tener tenencia, para ser ofensivo y para tener buena presión alta.
El trio Biglia-Mascherano-Banega sirvió en el triunfo contra Colombia en Barranquilla por Eliminatorias pero no tanto para jugar contra Bolivia como local o para tener llegada y desdoble en la final. Primero definamos a qué queremos jugar y después busquemos los nombres apropiados para la idea, nunca al revés. Los mejores momentos de Argentina en esta Copa América Centenario coincidieron con los buenos minutos de Augusto y Banega, además de la inventiva y desequilibrio constante de Messi.
No se puede jugar bien al fútbol sino juegan bien los hombres del medio, sino le dan circulación al juego. Biglia y Mascherano recuperan y se la dan a los que crean; Aránguiz y Vidal en Chile recuperan y crean. Esa es la gran diferencia entre Chile y Argentina. La otra es la utilización de las bandas: los laterales chilenos nacieron volantes, los argentinos empezaron sus carreras siendo centrales.
Aún así, el carácter competitivo de esta selección (por cuarto torneo consecutivo no pierde un partido en los 90 minutos) iguala todo. Porque Messi intimida, Romero da seguridad y Mascherano y Otamendi contagian con su firmeza.
Luego de la segunda final perdida ante Chile la sentencia mediática fue: “Chile sabe jugar finales y nosotros no”. Sin embargo el conjunto trasandino hace tres competencias que define su suerte en los penales, dos veces le salió bien, una mal y se volvió en octavos de final del mundial pasado eliminados por Brasil. Si Chile no termina de mostrar su crecimiento en los partidos decisivos siempre deberá confiar en los penales. ¿Eso es saber jugar partidos decisivos? ¿O es empezar aprender a jugarlos, como está haciendo esta Selección argentina?
Pero en la patria resultadista el que pierde es perdedor y fracasado y Messi renuncia a la selección luego del penal errado y la oportunidad perdida de cortar la sequía de 23 años sin títulos. Sin quererlo, Lionel con su decisión avala esta teoría, les da la razón. Pero también hay que estar en la piel del acusado por no aprobar ese maldito final. “Messi dijo ´ya está, esto no es para mí´ como quien llama a sus padres a quinientos kilómetros de distancia para decirles que ya está, que no soporta volver a fracasar en un nuevo intento por estudiar Medicina o Derecho”, escribió en su blog el periodista cordobés Mauricio Coccolo en un gran texto titulado “Lo rompimos”.
El entrenador de Defensa y Justica, Ariel Holan, fue más allá y en el diario Marca de España se preguntó: “¿por qué, los argentinos necesitamos siempre un mesías, un salvador? Yrigoyen, Perón, siempre un individuo… No somos capaces de armar algo en conjunto”.
Recién cuando desaprobamos el final nos damos cuenta que no rendimos mal cuando no nos acordamos una respuesta sino cuando no incorporamos el conocimiento que nos daba la capacidad de encontrarle respuestas a los partidos.
La escena vuelve a la misma mesa que estaba llena de papeles, el café se mantiene y ya pasó la final, ya no hay cosas que estudiar, solo hay un celular en mano y alguna red social abierta. El enojo aumenta a medida que más gente despotrica contra los que rindieron mal. Siempre es más fácil opinar de los problemas de los demás que accionar sobre los propios.
Al otro día hay que ir a buscar el dos como nota que ya recibimos vía mail, con la misma frustración que nuestros futbolistas reciben la medalla de subcampeones. Volvemos en el bondi y decimos lo mismo que Messi: “Quizás esto no es para mí”.
La autoflagelación es consecuencia del individualismo, los dos son la crema y el dulce de leche que acompañan al flan que más nos empacha y hace mal, el resultadismo. Perder la lucha contra él, es peor que perder mil finales y como dice la murga uruguaya Agarrate Catalina en Canción Final, “si alguien se salva en esta guerra que nunca tire la primera piedra”.
Lucas Jiménez – @lucasjimenez88
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