América Latina

24 junio, 2016

Colombia: acuerdo de cese al fuego definitivo entre el gobierno y las FARC-EP

En la tarde de 23 de junio, La Habana fue escenario de un histórico acuerdo que puede sellar el fin de la guerra en Colombia. La firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) se concluyó luego de cuatro años de trabajo intenso, con avances y retrocesos, sustentado sobre el clamor por la paz de la sociedad colombiana.

En la tarde de 23 de junio de 2016, La Habana fue escenario de un histórico acuerdo que puede sellar el fin de la guerra en Colombia. La firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) se concluyó luego de cuatro años de trabajo intenso, con avances y retrocesos, sustentado sobre el clamor por la paz de la sociedad colombiana.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y la dirigencia de las FARC-EP, representada por el comandante Timoleón Jiménez, firmaron un acuerdo de alto al fuego bilateral y definitivo, último paso de los diálogos de paz emprendidos el 19 de noviembre de 2012. El documento firmado por ambas partes establece las condiciones y procedimientos mediante los cuales se concentrarán los combatientes de la guerrilla en distintos puntos del territorio colombiano, las medidas de seguridad que se desplegarán para su protección y el mecanismo para la entrega de las armas.

Las FARC-EP mantenían un cese al fuego unilateral desde hace once meses, a diferencia del Ejército colombiano que aún mantenía ataques terrestres. Aunque la firma de estos acuerdos constituye un paso histórico, aún no se ha firmado el acuerdo definitivo, ya que todavía se discuten algunos elementos. Esto se realizará en Colombia, aún sin fecha preestablecida, aunque informalmente el presidente anunció que puede llegar a concretarse le próximo 20 de julio.

Aún queda pendiente avanzar en los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se iniciaron hace pocos meses.

En su discurso, Santos remarcó cuatro puntos, en el marco de este acuerdo: el fin del conflicto con las FARC-EP, la garantía de justicia para las víctimas y los procesos judiciales contra los responsables de crímenes, la garantía de paz para las poblaciones rurales y el retorno de desplazados por el conflicto armado, el fortalecimiento de una democracia que se debe ampliar y una paz estable y duradera donde «los días oscuros de la guerra con las FARC no volverán jamás, nunca más». Santos señaló que aún hay temas de conversación en curso y acuerdos a los que se debe llegar, por lo que el acuerdo definitivo será firmado en Colombia.

«No estamos de acuerdo y seguramente jamás lo estaremos con su visión política y económica para el país, pero lo que se reconoce hoy es la posibilidad de disentir y de tener posiciones opuestas, sin necesidad de enfrentarse a medios violentos», agregó el presidente, quien agradeció a las fuerzas militares y la policía colombiana «por su sacrificio». «Toda mi vida, desde cuando mi madre me entregó hace casi 50 años un fusil que representaba las armas de la república, como sigue siendo la costumbre al ingresar a la Armada Nacional, he sido un implacable adversario de las FARC», agregó.

«Tal vez no haya colombiano alguno que los haya combatido con más contundencia y determinación; pero de la misma forma, ahora que pactamos la paz, como jefe de Estado y como colombiano, defenderé con igual determinación su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo. Esa es la esencia de la democracia a la que les damos la bienvenida», concluyó el presidente.

Por su parte, el comandante Timoleón Jiménez comenzó su discurso pidiendo rememorar «a un gran ausente, el Comandante eterno Hugo Rafael Chávez Frías, un guerrero por la paz de la América Latina y el Caribe, sin cuya valiosa iniciativa y gestión hubiera sido imposible arribar a este histórico acto», mientras los aplausos se extendían.

Jiménez recordó que el inicio de la guerrilla en 1964 se dio en un contexto donde «eran también los tiempos del apogeo de la Guerra Fría y la filosofía del enemigo interno que convertían a la fuerza pública en ejército de ocupación de su propio país y contra su propio pueblo». Recordó que cualquier intento de paz en esos años era rechazado por los gobiernos, que se valieron de la guerra a su favor.

El comandante de las FARC-EP sostuvo que «lo que está a punto de sellarse no es una capitulación de la insurgencia, como querían algunos obtusos, sino el producto de un diálogo serio entre dos fuerzas que se enfrentaron por más de medio siglo sin que ninguna pudiera derrotar a la otra» y pidió «que este sea el último día de la guerra». «Estamos seguros de que la nación colombiana que ha sufrido la guerra dará la espalda a quienes le siguen apostando al holocausto quizás con qué oscuro propósito», agregó.

Profundizando en el debate, Jiménez señaló que este paso debe «enrumbarse hacia la justicia social y el  progreso», y que «debe abrir las compuertas de la democracia verdadera para que la voz de las comunidades adquiera toda su importancia y pueda jugar un papel determinante». En este sentido, se refiere a las garantías que deben reforzarse para la participación política de los integrantes de las FARC-EP. «Esto significará el fin al tradicional modo de imponer desde arriba», agregó. Para ello, remarcó que se requerirá de la organización y movilización de la gente. Y le reiteró al gobierno de Colombia que deberá cumplir en los hechos con el combate al paramilitarismo, para que «no conduzca el acuerdo al fracaso», y garantizar que a ningún colombiano se le perseguirá por su posición política.

Estos procesos serán verificados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ello, el secretario general de la entidad, Ban Ki-Moon, brindó unas palabras durante la ceremonia en las que expresó su admiración por los equipos negociadores, que «han vencido momentos de tensión y temas difíciles para llegar a este histórico acontecimiento». También felicitó al gobierno de Cuba y Noruega por sus esfuerzos diplomáticos y a los países acompañantes, Chile y Venezuela.

El presidente de Cuba, Raúl Castro, brindó unas palabras en las que manifestó: «La paz no es una utopía. Es un derecho legítimo de cada ser humano y de todos los pueblos». También estuvieron presentes el canciller del reino de Noruega, Borge Brende, la presidenta de Chile, Michel Bachelet, y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que acompañaron, junto con Cuba, este proceso de paz.

Asimismo, estuvieron en la ceremonia el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Ceren, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, el presidente de la República Dominicana y de la CELAC, Danilo Medina, y representantes diplomáticos de casi todos los países de América Latina.

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