20 junio, 2016
Francia se mueve mientras rueda la pelota
El país sede de la Eurocopa es escenario desde marzo de masivas protestas en contra de una nueva Ley de Trabajo que limita la incidencia de los convenios colectivos de trabajo y reduce el pago de las horas extra.

El pasado 15 de junio, en el Stade Vélodrome de Marsella, los goles sobre la hora de Antoine Griezmann y Dimitri Payet le dieron la victoria a Francia sobre Albania, en un partido válido por la segunda jornada de la Eurocopa. Un día antes, en París, cerca de un millón de personas se movilizaron en contra de la reforma laboral propuesta por el gobierno socialista que amenaza con llevarse puestos algunos de los derechos más básicos de los trabajadores.
La marcha del 14 de junio, la más grande en una década en Francia, fue solamente un eslabón más de la escalada en el nivel de tensión entre el movimiento sindical, representado por la Confédération générale du travail (CGT) y apoyado por el movimiento estudiantil y partidos de izquierda, y el gobierno del presidente François Hollande y el primer ministro Manuel Valls, por la nueva Ley del Trabajo, presentada el pasado 24 de marzo.
El punto más conflictivo de la llamada Ley El Khomri (por la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri), es la modificación del régimen de convenios colectivos de trabajo. Según el nuevo texto, el ámbito principal de negociación es la empresa, y no la patronal en general. Los acuerdos salariales negociados por los sindicatos ya no son vinculantes. Francia es uno de los países con menor tasa de sindicalización: apenas algo más del 10% de los trabajadores están afiliados a alguna organización gremial. Teniendo en cuenta este dato, la nueva legislación disminuye la fuerza de la agrupación colectiva en pos de acuerdos individuales o a menor escala.
Además, la ley introduce la “reorganización de la empresa para salvaguardar la competitividad” como justificación válida de despidos, dando luz verde a las empresas para utilizar a los trabajadores como variable de ajuste. También se disminuye el pago de horas extra, que pasan a cobrarse un 10 por ciento más, en comparación al 25 por ciento que establece la ley anterior.
La Euro como antídoto
Desde el inicio del torneo continental de selecciones, el peso de las protestas en los lugares de trabajo ha ido en baja. Las huelgas ferroviaria, aérea y de trabajadores petroleros, quedaron reducidas en las últimas semanas a su mínima expresión.
Tres de las seis refinerías que se encontraban bloqueadas, de las ocho con las que cuenta en total el país, regresaron al trabajo, al igual que la mayoría de las 19 centrales nucleares -responsables del 75 por ciento del suministro eléctrico.
La huelga ferroviaria ya solamente alcanza a una décima parte de los trabajadores del área, y no representa un impedimento para mantener el servicio. Similar es el caso de la aerolínea de bandera Air France, que solamente tuvo que cancelar un 20% de los vuelos, y en ningún caso fue impedimento para la llegada de hinchas del resto de los países participantes de la Eurocopa.
A pesar de estos contratiempos, la movilización del 14 demostró que el rechazo a la ley laboral sigue teniendo fuerza. Nuevas protestas están planteadas para el 23 y el 27 de junio, en las cuales las organizaciones obreras tratarán de aprovechar a su favor la presencia mediática producto del campeonato de fútbol.
Noches de pie
En paralelo a las organizaciones sindicales, estudiantiles, y los partidos de izquierda, un movimiento de protesta a la manera de los Indignados de España y Occupy Wall Street tomó forma. Conocido como Nuit Debout (“Noche de pie”), reunió cientos de miles de personas en la Plaza de la República de París el pasado 31 de marzo, y se mantuvo con fuerza ocupando ese espacio neurálgico de la Ciudad Luz durante todo el mes de abril.
De las asambleas de Nuit Debout participan mayoritariamente integrantes de la clase media parisina, que encuentran así un punto de apoyo a las protestas obreras por la ley laboral. La complejidad de la política de izquierda francesa, en la cual continúan teniendo cierta fuerza grupos autonomistas y anarquistas que participan activamente del movimiento, impidió una masificación mayor de este espacio que, sin embargo, continúa siendo una referencia en el marco de la agitación del país.
Diez años después
A principios de 2006, el gobierno también socialista de Jacques Chirac y Dominique de Villepin presentó la Ley de Contrato de Primer Empleo (CPE), que permitía a las empresas contratar trabajadores y mantenerlos en un “período de prueba” de dos años, durante el cual podían ser despedidos sin causa y sin recibir indemnización.
La propuesta del CPE generó fuertes movilizaciones en toda Francia, que se extendieron durante febrero, marzo y los inicios de abril, con mayor fuerza en París. Luego de una multitudinaria marcha convocada por los sindicatos el 4 de abril, Chirac decidió retirar el proyecto, aunque mantuvo la figura de los Contratos de Nuevo Empleo (CNE), que generan una flexibilización similar del trabajo joven.
Una década después, los franceses se movilizan masivamente contra un nuevo intento de precarización del mercado laboral. Nuevamente en el gobierno se encuentra el Partido Socialista que, como en aquella ocasión, se dispone a disputar las elecciones contra una alternativa de derecha: en 2007, perdió los comicios contra la Unión por un Movimiento Popular, de Nicolas Sarkozy. El año próximo, la extrema derecha, representada por el Frente Nacional, se dispone a dar el mayor golpe de la historia reciente en Europa. Sin perspectivas de surgimiento de una alternativa a la izquierda, Hollande y Valls parecen allanarle el camino a las hordas de Marine Le Pen.
La selección de Francia ya está en octavos de final y espera por conocer su rival. En la cancha, no tuvo sobresaltos para pasar de ronda. Afuera, todo es más complicado,
Nicolás Zyssholtz – @likasisol
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