1 junio, 2016
«En la imprenta de Clarín están violando todas las leyes de trabajo»
Desde Notas dialogamos en exclusiva con Alejandro Ontivero, delegado de la planta de impresión del diario Clarín de la calle Zepita, en el barrio de Barracas. Luego de ser votado como delegado, la empresa, que lo tenía hace 11 años en un régimen laboral precario, decidió no volver a convocarlo.

Una de las imprentas de las que sale el diario Clarín se encuentra en el sur de la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la calle Zepita 3220, en el barrio de Barracas. Se trata del famoso predio donde se construyó un muro ilegal para cerrar la calle que conecta con la villa 21-24. Hace meses que los trabajadores de la planta de impresión del matutino vienen denunciando que la empresa obstaculiza sus intentos de organización sindical e incluso “aprieta” a los trabajadores.
El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) explica al respecto en su página web: “En Zepita se mantiene un sistema muy antiguo, propio del siglo XIX. En Zepita hay jornaleros. Jornaleros en la era de smartphones y drones. Jornaleros en la empresa más grande de medios del país. Jornaleros en un grupo económico que cotiza en la bolsa de Londres”.
El diario Clarín se ha caracterizado históricamente por su hostilidad respecto de la organización sindical de sus trabajadores. El pasado 31 de marzo se eligieron delegados sindicales por primera vez en la planta de Zepita y la empresa decidió tomar represalias. Entre otras medidas, dejaron de llamar a los trabajadores electos delegados por sus compañeros. Los delegados electos fueron Alejandro Ontivero y Diego Bruccini.
Desde Notas dialogamos en exclusiva con Ontivero, quien relata: “Yo soy contratado por la empresa desde el 2005, o sea que llevo 11 años de contrato día por día. Mis compañeros igual. Hay compañeros que hace 11, 12 y hasta 15 años que son contratados por día. Cada jornada hay que estar a la espera del llamado. Llaman por teléfono, vamos, firmamos el contrato, trabajamos y volvemos. Y al otro día nuevamente esperamos el llamado telefónico”. Incluso los horarios de trabajo pueden ser caprichosos, “según la demanda de trabajo que tengan ellos”.
Sin embargo, a pesar de ese régimen de trabajo casi medieval, Clarín y la Fundación Noble no tienen escrúpulos en organizar visitas escolares a la planta, en lo que evidentemente consideran un recorrido educativo, según puede apreciarse en su página web.
Ontivero explica que ya habían intentado organizar una elección de delegados durante el año 2015, pero que la misma resultó fallida por la complicidad entre la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y la empresa: “El año pasado nosotros íbamos a hacer elecciones con la UTPBA, pero ellos son funcionales a la empresa, a Clarín. ¿Qué hizo la empresa cuando se enteró de que queríamos elegir delegados? Hizo unas elecciones truchas, designó a dedo a los candidatos que resultaron elegidos, que a su vez son nuestros capataces. Son de la patronal”.
Ante esta situación los trabajadores de la planta de impresión decidieron continuar organizándose hasta poder celebrar unas nuevas elecciones sindicales: “Esperamos un año más, hasta marzo, para que Sipreba tenga encuadramiento legal y organizamos unas elecciones donde fuimos elegidos como delegados con Diego Bruccini”.
Luego de estos comicios, en marzo de este año, Ontivero confirma que la empresa directamente dejó de convocarlo para trabajar: “Desde ese día dejaron de llamarme. Hace dos meses y días que no trabajo, que no recibo sueldo de la empresa porque me dejó de llamar. Claramente alegando la actividad sindical que tengo”.
Ante esta actitud, que el delegado no duda en calificar como un intento de “disciplinamiento” hacia el resto de los trabajadores por parte de la empresa (incluso con “aprietes”), desde el Sipreba plantearon un amparo, a partir del que la jueza interviniente ordenó su reinstalación en su lugar de trabajo. Sin embargo, la imprenta decidió desconocer la resolución: “Fuimos con escribano y abogados a ver si me dejaban entrar a la empresa y me negaron la entrada, alegando que no recibieron nada. No es verdad que no lo recibieron, pero desconocen el fallo de la Justicia”.
Frente a esa decisión de la empresa, Ontivero explica que siguen peleando por que se reconozcan sus fueros gremiales: “Los fueros gremiales los estamos peleando, porque el sindicato tiene simple inscripción. Entonces estamos en la Justicia para que me reconozcan los fueros gremiales. Es complicado. Pero la empresa no me puede dejar sin trabajo por el sólo hecho de decir que está mal lo que están haciendo”.
“Están violando todas las leyes de trabajo”, concluye Ontiveros.
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