Batalla de Ideas

24 mayo, 2016

El pueblo quiere saber

Por Julia de Titto. Escapando de movilizaciones, Mauricio Macri decidió trasladar la celebración del aniversario de la Revolución de Mayo a la Quinta de Olivos. La paradoja de las puertas cerradas.

Por Julia de Titto. Escapando de movilizaciones, Mauricio Macri decidió trasladar la celebración del aniversario de la Revolución de Mayo a la Quinta de Olivos. La paradoja de las puertas cerradas.

El presidente de la Nación decidió este martes que, luego de asistir al tradicionalísimo Tedeum en la Catedral Metropolitana, no realizará el acto previsto detrás de la Casa Rosada por temor a conflictos con un acampe de organizaciones sociales. La decisión la tomó después de que trabajadores de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB) y su reclamo salarial le aguaran una actividad en Morón en la que participaba junto a la gobernadora María Eugenia Vidal y el intendente Ramiro Tagliaferro.

Fue entonces que Macri decidió pasar la mañana de esta fiesta popular argentina, en que se recuerda la conformación de la Primera Junta de Gobierno y el primer paso hacia la independencia de España, con el cardenal Mario Poli para luego recluirse en la residencia presidencial durante el resto del día.

Pero el presidente no estará solo. Su gabinete y su señora esposa, Juliana Awada, lo acompañarán, junto a un selecto listado de invitados especiales, tales como el presidente de la Corte Suprema de la Nación, Ricardo Lorenzetti y dirigentes sociales como Margarita Barrientos, del comedor Los Piletones.

En el diario Clarín informaron que el festejo presidencial será “en un marco de austeridad bien distante de los grandes festejos que acostumbraba hacer el kirchnerismo”. Donde dice austeridad debe leerse: un evento lo más distante posible del espacio público, la celebración y la masividad.

Resulta paradójico que en una fecha donde hasta en la escuela primaria nos enseñan que en 1810 la muchedumbre reunida frente al Cabildo exigía que “el pueblo quiere saber de qué se trata”, demandando participación, comunicación e inclusión en las decisiones políticas tomadas, el presidente decida pasar su primer 25 de mayo al frente del Ejecutivo resguardado en la comodidad de la quinta de Olivos, con los suyos.

La emblemática consigna de la Revolución de Mayo ha sido una constante en la historia argentina. Bandera de un pueblo reacio a no saber, a sentirse ignorado y vapuleado. Mauricio Macri y sus asesores, especialistas en el análisis de lo simbólico, del lenguaje y las subjetividades, no son ingenuos. Si la contracara de la “opulencia kirchnerista”, como les gusta calificarla, es un gobierno que no se atreve a mirar a los ojos a quienes protestan, que ignora sus reclamos y se regocija con su círculo de aplaudidores, debería tener siempre presente la historia.

No falta hace remitirse a más de dos siglos atrás. Ni siquiera al 19 y 20 de diciembre de 2001. Basta con mirar la década pasada. Las manifestaciones masivas que ocuparon las calles durante los gobiernos de Néstor y Cristina no sólo fueron las celebraciones de sus actos de gobierno sino que también se hicieron ver las centrales sindicales, los ruralistas y las cacerolas clasemedieras y elitistas. La calle, en la Argentina -como en el resto del mundo- es un territorio de disputa y de construcción de relación de fuerzas.

Aun cuando Macri piense que por haber calmado a la CGT conquistó una etapa de paz social, la provincia de Buenos Aires -y otras- sigue encendida por la lucha de estatales, judiciales, médicos y docentes. Aun cuando los medianos y grandes productores agrarios estén descorchando todavía por la quita de retenciones, las organizaciones de la economía popular, el sector más afectado por los tarifazos y la abrupta escalada de precios, están alerta. Aun con una feminista en el gobierno, el 3 de junio el Ni Una Menos volverá a copar las calles del país.

Los estatales el 24 de febrero, centenares de miles el 24 de marzo, la masiva movilización de las cinco centrales obreras del 29 de abril y la marcha educativa del 11 de mayo son solo algunos indicadores de la pulseada en el espacio público. Aunque sería necio considerar a esta altura que esas movilizaciones determinan el devenir de la coyuntura, no hay dudas de que la condicionan. Por el momento el campo popular argentino viene dando una demostración de fuerza por mes en lo que va de este 2016.

Vale la pena recordar las imágenes que mostraban la calle semidesierta durante la asunción de Macri. Y su triste utilización del clima como excusa, cuando sabemos que el clima nunca ha sido determinante cuando se trata de ocupar las calles. “El pueblo quiere saber” y, sobre todo, quiere ser tenido en cuenta. Llueve, nieve o truene. Los grandes medios pueden ocultar, minimizar o tergiversar las acciones opositoras, pero el gobierno se confirmaría como poco inteligente si continúa negándolas o atacándolas.

206 años. No hubo paraguas, pero sí un símbolo, expresado en esa frase, que marcó toda la historia argentina.

@julitadt

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Batalla de Ideas