Cultura

22 mayo, 2016

Luces libres alumbrando desde la tumba

Crónicas tumberas recoge las experiencias de Carolina Iannuzzi que ha dictado talleres teatrales desde el 2009 en el Complejo Penitenciario Bonaerense San Martín. «Me duele que ni el mejor de los gobiernos saque del olvido a los que están enterrados vivos».

La fuerza de nuestra gente
es lo que nos da aliento
pa seguir viviendo
Aunque estemos encerrados
nuestros pensamientos siguen hoy viviendo
¡Y vamos, los pibes!
Que en teatro somos libres

«Canción de Los Tanos»
(Intervalo de la obra Club Atlético Defensores de la Libertad,
estrenada en la cárcel de Devoto el 20 de noviembre de 2015)

 

A principios de este 2016 Carolina Iannuzzi publicó Crónicas Tumberas, donde recopila diversas experiencias como docente teatral en cárceles. Esos talleres son a veces el único espacio de libertad en la cotidianeidad de esas instituciones terribles. Sostiene la autora que “postergar los derechos humanos de las personas privadas de su libertad es perpetuar el ‘algo habrán hecho’, es la teoría de los dos demonios de hoy”.

El ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni plantea en el prólogo: “No se trata aquí de exaltar la calidad literaria ni la agilidad de la prosa que, por momentos, se convierte en poesía, ni tampoco los aspectos testimoniales pintados con colores vivos y con frecuente ironía, propia de quien se adentra en el dolor e inevitablemente se escapa por instantes con el humor ácido que evita desbocarse en la indignación”. Y concluye: “Sin duda que Carolina es una mujer inteligente y además valiente. La inteligencia le permite comprender la realidad del mundo contradictorio y en buena medida cruel en que vive. La valentía es lo que le impide negar la realidad que su inteligencia le muestra”.

Crónicas tumberas tapaValentía, inteligencia y humor son, efectivamente, tres grandes virtudes de los relatos que componen Crónicas tumberas. Además podríamos hablar de  honestidad y de sensibilidad, de una destacable agudeza para pintar una realidad tremenda de vidas sometidas a condiciones infrahumanas pero sin ceder al golpe bajo, privilegiando siempre las luces de esperanza que, a veces increíblemente, logran manifestarse en las condiciones más difíciles.

Cada martes, los internos e internas de la unidad 46 del Complejo Penitenciario Bonaerense San Martín, construido sobre el tristemente célebre basural de Operación masacre, esperan el comienzo de los talleres teatrales organizados por la joven actriz y dramaturga Carolina Iannuzzi. La iniciativa, resistida de todas las formas posibles por el Servicio Penitenciario, comenzó en 2009 y durante los primeros dos años fue únicamente para mujeres (en la cárcel hay internos de ambos sexos, pero estrictamente separados). En 2011 se logró superar esa legislación “medieval” que prohibía las actividades carcelarias “mixtas” y así nació la compañía teatral Luces libres.

Desde entonces han llevado adelante 8 obras, con títulos tales como Una noche increíble con Doddy Choty, Tentativa de Libertad, Amores truncos, Si no hay amor, que no haiga nada entonces o Club Atlético Defensores de la Libertad. Estas obras son construcciones colectivas de los internos e internas y abordan todos los temas, desde dramones barriales hasta el Papa realizando un casamiento igualitario. Pero lo más importante, según Iannuzzi, es la repetida declaración de los participantes en los talleres: “Es como salir a la calle. En este espacio somos libres”.

Pese a que el artículo 18 de la Constitución nacional establece que “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos mas al de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice”, lo cierto es que suelen ser espacios en los que los detenidos subsisten en condiciones “infrazoológicas”.

Además, el Servicio Penitenciario suele buscar las más ocurrentes excusas para obstaculizar las clases, los encuentros y las muestras. Iannuzzi recuerda la reacción de las internas frente a uno de estos boicots: “No reclamaban que no hubiera agua, ni que durante la requisa les hayan roto sus cosas. No puteaban porque el penal está lleno de ratas del basural aledaño del CEAMSE. Ese flor de embrollo era porque querían salir a teatro. Somos actrices, queremos actuar… En cana o no, no importa; lo que sí importaba era que se acercaba la fecha de estreno”. En esa cotidianeidad de violencia y degradación muchas veces los talleres son el único espacio de libertad, es decir, algo invaluable.

En Crónicas tumberas se intercalan algunos monólogos de la obra Amores truncos, con agudos perfiles de distintos personajes habitués vinculados a los talleres (Carlitos, Mechi, Celeste, el Negro Gastón y hasta Rubén Darío, que no es otro que el Pepo, de Los Gedes) y viñetas vívidas, a veces terribles y a veces humorísticas, de la vida en la tumba. Hay Navidades tras las rejas, disputas con los carceleros, mundiales, casamientos igualitarios, actividades en el pabellón trans, la emocionante toma de posta de un interno que se hace cargo del taller y actúa como “director intramuros”. Los monólogos se cierran, en coherencia con esa mixtura teatral carcelaria, con un “mutis por celda a izquierda”.

Ianuzzi, que también lleva adelante desde hace varios años el unipersonal Amante Pueblo, una suerte de stand up peronista, una parodia reivindicatoria del rol de las amantes, sostiene: “Me duele que ni el mejor de los gobiernos saque del olvido a los que están enterrados vivos”.

En una entrevista reciente la autora planteó: “Creemos que no se puede ir a la cárcel a concientizar y decir lo que está mal y lo que está bien, porque primero tendríamos que atravesar la vida de ellos. Es una vida muy difícil, necesitás descargarte y también anestesiarte. El teatro sirve para contarlo, para encontrar nuevas formas de expresión y también para marcar el precedente de una idea de comunidad, que aún en la cárcel es posible constituir. Los pibes tienen muy en claro que en el teatro no te podés manejar con los códigos del pabellón: no se habla tumbero, porque todos tenemos que poder entender, hay que respetarse y siempre mirar a los ojos”.

La próxima presentación de Crónicas tumberas será el próximo 8 de junio a las 18 en el centro cultural Los octubres (Thames 1788). El evento contará con la presencia de Iannuzzi, de su actriz fetiche Celeste Badie (a quien conoció en la cárcel y con quien luego de su liberación montaron el espectáculo cómico Nos fuimos hasta abajo) y Nora Idiarte, profesora de la cárcel de Devoto.

Pedro Perucca – @PedroP71

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