Nacionales

22 mayo, 2016

Misa y procesión: un perfil de Jorge Triaca

En el marco de la discusión por la Ley Antidespidos que finalmente terminó siendo vetada por Macri, el Ministro de Trabajo Jorge Triaca se convirtió en uno de los personajes claves de las últimas dos semanas. ¿Quién es y de dónde viene?

En el marco de la discusión por la Ley Antidespidos que finalmente terminó siendo vetada por Macri, el Ministro de Trabajo Jorge Triaca se convirtió en uno de los personajes claves de las últimas dos semanas. El cruce con un diputado por la figura de su padre durante la última dictadura militar, el acuerdo con McDonalds por contratos de trabajo con salarios irrisorios, el intento de descontar los días de huelga a los trabajadores, son sólo algunas de las excusas para hablar del titular de la cartera más polémica que tiene hoy por hoy el Gobierno Nacional.

Jorge Alberto Triaca tiene 42 años. Único hermano varón de cuatro mujeres. Asistió al colegio Cardenal Newman de Benavídez, el mismo donde fuera el Presidente de la Nación. A los 9 años él y su familia sufrieron un accidente automovilístico, el cual le imposibilitó caminar de por vida. Economista, recibido en la Universidad de San Andrés, fue asesor y consultor de distintos organismos tanto en el ámbito público como privado. Así por ejemplo lo fue de los ministerios de Economía y Trabajo, pero también de entidades financieras internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La pesada herencia familiar

Hace poco más de diez días en el plenario de las comisiones de Legislación del Trabajo, de Presupuesto y Hacienda, el diputado Marcos Cleri (FPV-Santa Fe) en su intervención hizo referencia a su padre, como interventor de la ex Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), empresa que terminó siendo privatizada durante los 90` para luego integrar parte de lo que es hoy Techint.

Triaca padre era Secretario Adjunto del gremio de Obreros y Empleados Plásticos (U.O.Y.E.P.) y además Secretario General de la CGT Azopardo. Durante los `70 fue parte de aquellos sindicalistas que fueron cómplices de las Juntas Militares, encabezando la Comisión de Gestión y Trabajo, en contra de quienes se oponían a las políticas del gobierno de facto y al empresariado que acompañaba. Incluso, años después en el juicio a las juntas negó haber conocido casos de trabajadores desaparecidos.

Por otra parte, ejerció como diputado nacional entre 1985  y 1989, y su amistad con parte de la cúpula dirigencial del peronismo más conservador, lo llevó a ser el primer ministro de Trabajo del gobierno de Carlos Menem. En esa misma gestión fue el interventor a cargo de la venta de SOMISA a un precio que apenas si alcanzaba el 10% de su valor real, proceso por el cual más de 5.000 trabajadores se quedaron en la calle.

La misa

El viernes 29 de abril pasado, cuando cuatro de las cinco centrales sindicales realizaban la primera demostración de fuerzas contra el nuevo gobierno, en las calles de Buenos Aires, el ministro Jorge Triaca participaba de una misa en la Iglesia del barrio de Recoleta, en conmemoración de Miguel Ángel Egea, un represor amigo de la familia y representantes de lo que se conoce como la pata cívica donde se apoyó la dictadura.

Brevemente, Egea era un operador financiero vinculado a los grupos de tareas de aquellos años. Más precisamente al Comando Libertadores de América, la hermana cordobesa de la Triple A. Esa actividad lo llevó a ser imputado en una casa que tenía dos partes.

Por un lado, la reducción y comercialización de los bienes que robaban a los secuestrados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y en otros centros clandestinos. La otra cara de la moneda reflotó hace poco tiempo a partir de los Panamá Papers. Esta investigación aportó nuevos elementos sobre la relación entre sociedades locales, vinculadas a la Marina de Emilio Massera, y otras radicadas en paraísos fiscales como Panamá, Islas Vírgenes y Uruguay. ¿La hipótesis? Lavado de dinero.

Además de asistir a la misa, el ministro de Trabajo firmó uno de los cinco avisos fúnebres que despedían a Egea que, paradójicamente, había dejado este mundo el 24 de marzo de 2016, a 40 años del golpe y en la ciudad de Miami. Pero Triaca tiene razón: basta de hablar de gente que ya no se puede defender, y aportemos algunos datos más acerca de su carrera política.

La procesión

Jorge Triaca es una persona vinculada a gran parte del sindicalismo y del peronismo más antikirchnerista. Un poco por herencia y otro por formación, fue forjando una participación activa en la política, impulsando entre otros programas el de «Apoyo Ocupacional para Personas con Discapacidad», que data de fines de los 90 y comienzos de este siglo, creado en la órbita de la Secretaría de Empleo y Capacitación Laboral.

En el año 2009 se convirtió en diputado nacional por el PRO, banca que renovó en 2013. Pero su labor no se limitó a la tarea en el Congreso. En el 2011 fue uno de los que se opuso (aunque no públicamente) a la inclusión de Miguel Del Sel como candidato de su partido en la provincia de Santa Fe. Triaca era uno de los encargados de construir la pata amarilla en esa provincia, a través del vínculo con un dirigente sindical histórico del peronismo más antikirchnerista, Vicente Mastrocola, que había sido quien quedó a cargo del gremio del plástico cuando Triaca padre se mudó a la cartera laboral del menemismo.

Cuando participó de la comisión en que Diputados discutía la Ley Antidespidos, sostuvo que la situación era preocupante pero adujo que era la misma de hacía cinco  años atrás. Entre otras razones porque introducía la variable de “las expectativas”, como pieza fundamental a la hora de contratar empleo. Ese argumento lo utilizó para terminar por afirmar que en verdad lo que existe es “la intención de generar una situación política en construir la percepción de que hay una ola de despidos”.

Pasó el Consejo del Salario con un mínimo que superará los $8mil recién en enero del año que viene, pasó el acuerdo con McDonalds con promesas de 5 mil puestos de $4500, que incluye un aporte de $1000 del Estado por cada uno. Aún queda por saberse cómo llevará a cabo su propuesta de debatir los descuentos en sueldos por ausentismo o días de paro. Son todos casos que hablan de las expectativas de un empresariado y de un gobierno que tiene en el Ministerio de la calle Alem uno de sus principales puntos de confrontación con las centrales sindicales y, por ende, con el grueso de la masa trabajadora.

Cuando allá por finales de noviembre Marcos Peña anunciaba la conformación del nuevo gabinete, el único que no aparecía en esa lista era Jorge Triaca. El flamante gobierno sabía que en esa dependencia se jugaría una partida clave, y así lo hizo saber. Días más tarde sería el propio Mauricio Macri el encargado de anunciar al funcionario que, más que ningún otro, debía romper el refrán: estar en la misa y en la procesión.

Federico Piva – @fedep81

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