15 mayo, 2016
Menos universidades y más McDonalds: ¿Qué les queda a los jóvenes?
Por Mariel Martínez y Rocío Varela. El Ministerio de Trabajo de la Nación realizó un acuerdo con la multinacional Mc Donalds para incorporar a la empresa a cinco mil jóvenes con un salario por debajo del mínimo y con subsidio nacional para el pago de los mismos. ¿Qué significa esta medida en un contexto de despidos masivos, ajuste económico y recorte presupuestario en las universidades?

Por Mariel Martínez y Rocío Varela. El Ministerio de Trabajo de la Nación realizó un acuerdo con la multinacional Mc Donalds para incorporar a la empresa a cinco mil jóvenes con un salario por debajo del mínimo y con subsidio nacional para el pago de los mismos. ¿Qué significa esta medida en un contexto de despidos masivos, ajuste económico y recorte presupuestario en las universidades?
Hay un poema del uruguayo Mario Benedetti que se titula ¿qué les queda a los jóvenes? La sucesión de versos tras esta pregunta son un ensayo de respuesta a semejante interrogante, formulado en pleno ascenso del neoliberalismo: el poema se publica en 1997, en un poemario llamado La vida ese paréntesis.
Y hay que preguntarse hoy nuevamente qué les queda. Qué es lo que les queda a los jóvenes en el futuro inmediato, tras cinco meses de gobierno de Cambiemos.
Es un período corto de historia, pero potente. La ola de despidos masivos que el macrismo comenzó a efectuar apenas iniciado su mandato, tuvo como protagonistas principales a muchos de los jóvenes que en los últimos años despertaba a la vida del trabajo y la militancia. El cierre de espacios culturales los empezó a dejar afuera, el vaciamiento de programas sociales comenzó a dejarlos desprotegidos. Se desestructuró el plan Progresar, el programa nacional de salud reproductiva. Se los acusó de ñoquis y de vagos. Se vuelve, en la provincia de Buenos Aires, a acostumbrarlos de pequeños a ser aplazados, y a ser considerados “insuficientes”.
Amparados en el discurso de la meritocracia –que señala méritos individuales y desconoce padecimientos colectivos- se intenta volver a una universidad que restrinja el acceso a sus aulas. Se hambrea con salarios paupérrimos a los jóvenes docentes universitarios que llevan adelante la valiosa tarea de formar a otros jóvenes. Se propone un presupuesto para las universidades que implica su cierre en aproximadamente tres meses. Por todos los frentes se ataca a la Universidad Pública, a la comunidad educativa, a los jóvenes que las pueblan y las hacen vivir.
La novedad de estos días es la nueva – la única- iniciativa gubernamental de empleo joven: Mc Donalds. El gobierno de Cambiemos firmó un convenio con la hamburguesería multinacional por el cual cinco mil jóvenes serán empleados para realizar múltiples tareas escasamente formativas por un salario menor al establecido como mínimo. No conforme con tremendo favor al payaso Ronald, de los 4500 pesos que cada trabajador percibirá, mil serán subsidiados por el Estado nacional. No vaya a ser cosa que a la multi le falte plata.
Una educación primaria que excluya, carencia de programas sociales que los ampare, la progresiva destrucción de la universidad pública y un promisorio futuro de fritura de papas, ¿es lo que propone el gobierno de Mauricio Macri a los jóvenes de la patria?
No, por supuesto que no. O al menos no a todos. Porque las caras lindas de los jóvenes pro, ahora funcionarios gubernamentales, estudiaron en escuelas bilingües, se formaron en universidades privadas y despertaron al mundo del trabajo en las empresas de sus papás. Lejitos de Ronald y de todo lo público. Tal es el caso de la Secretaría de Juventud a cargo de Piter Robledo, muchacho bienudo de 24 años que despidió, en lo que va de la gestión macrista, a más de 50 trabajadores de ese espacio.
El propio comunicado que difundió el Ministerio de trabajo sobre el convenio no se anda con vuelta, y reza: “Este acuerdo establece la capacitación laboral de hasta 5000 mujeres y hombres de entre 18 y 23 años pertenecientes a sectores en vulnerabilidad social, a través de un esfuerzo compartido entre la Nación y la empresa”. No vaya a ser que se empoderen los sectores de “vulnerabilidad social” y se les ocurra ir a la universidad y ser profesionales.
Todo parece cerrar para el Estado de la alegría amarilla en una perversa coherencia, exceptuando un factor: nuestros jóvenes. Los mismos jóvenes a los que se excluye, se ningunea o se explota, tienen un maravilloso defecto. Su juventud. Su puro presente desbordante de ahoras que no para de negar la voz que afirma que los jóvenes de antes “eran otra cosa” o que “yo a tu edad”. Porque saben que a veces la estrategia de endiosar un pasado incomprobable esconde la aceptación sumisa de un presente injusto.
Los jóvenes que esta semana llenaron como hace mucho no se llenan las calles de la ciudad de Buenos Aires defendiendo el derecho a una educación pública y de calidad.
Los jóvenes que se organizan para reclamar por un trabajo y una vida digna. Los que se niegan a que se les privatice el futuro. Los que no creen en la alegría impostada del payaso Ronald.
Los jóvenes que, en definitiva, saben que les queda más que lo que se les ofrece. Que les queda más que lo que a otros les sobra. Que les queda otra cosa. Más justa. Más prometedora. Más cercana al futuro.
@Mariel_mzc y @rociovarelac
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