Educación y Ciencia

10 mayo, 2016

Vuelven los aplazos a la Provincia de Buenos Aires: la meritocracia en la educación

La Dirección General de Escuelas bonaerense aprobó la vuelta del viejo sistema de calificaciones. Un debate sobre el proceso de aprendizaje y la lógica de premios y castigos.

La Dirección General de Escuelas bonaerense aprobó la vuelta del viejo sistema de calificaciones. Un debate sobre el proceso de aprendizaje y la lógica de premios y castigos.

Esta semana se anunció que volverían los aplazos para el nivel primario de las escuelas públicas y privadas bajo la jurisdicción de la gobernadora María Eugenia Vidal, que fueron suspendidas en septiembre de 2014 durante el gobierno de Daniel Scioli.

Los argumentos surgen a partir de la idea de que es necesario que los y las estudiantes tomen responsabilidad de sus calificaciones y a partir de ello se “esfuercen” para mejorar su desempeño.

«Una escuela inclusiva es una escuela donde hay clases todos los días, donde los chicos aprenden lo que tienen que aprender, y es una escuela además donde se enseñan valores. Y el esfuerzo es un valor», afirmó el actual ministro de Educación bonaerense, Alejandro Finocchiaro.

La resolución 1057/14 de la Dirección General de Escuelas bonaerense impulsada a fines de 2014 estableció que la nota más baja sería un 4 y la máxima un 10, para los alumnos que van de cuarto a sexto año, y de primero a tercero debían ser calificados con bueno, regular y muy bueno. Se estableció también la posibilidad de adeudar materias (un máximo de seis).

Los argumentos sostenidos por quienes impulsaron esta medida es que la misma buscaba poner el foco en el proceso de aprendizaje y no caer en la estigmatización del estudiante. Esta resolución fue aplicada solamente durante el 2015.

Al respecto Finocchiaro sostuvo: «Uno estigmatiza cuando peyorativamente se refiere a cualidades subjetivas que hacen a la esencia de alguien. Su nacionalidad, su color de piel, su religión, sus ideas políticas. No sobre una cuestión objetiva como una nota, que puede ser cambiada para bien o para mal».

Todo esto despierta nuevamente algunas discusiones vinculadas al mundo educativo: ¿se puede entender la calificación como algo realmente objetivo? ¿se puede determinar a partir de ella las “capacidades” y conocimiento cada estudiante?

En este sentido la secretaria de Políticas Educativas de La Matanza, Silvina Gvirtz, señaló: «Una medida así requiere un estudio de impacto educativo que no se hizo. La repitencia y el trabajo sobre lo negativo del aprendizaje de los chicos no mejoran los aprendizajes, sino que los empeoran».

Ante un debate surgido en los últimos días en nuestro país sobre la mirada meritocrática que acompaña el nuevo gobierno de Cambiemos, podemos entender que el sistema de calificación refuerza la competencia y puede colocar el resultado por encima del aprendizaje.

¿Es fundamental fomentar la competencia entre pares para elevar niveles de conocimiento? Si el foco es realmente puesto en el proceso de aprendizaje escolar en nada debería obstaculizar un sistema de calificaciones que no contemple aplazos.

Resulta importante destacar que más allá de la discusión entre “aplazos si, aplazos no”, lo que se pone en juego es la lógica del premio y el castigo, el esfuerzo y la recompensa, y cómo esto impacta en el proceso de aprendizaje escolar.

Seguirá siendo materia de debate entre pedagogos, estudiantes y docentes cuáles son las mejores herramientas para fomentar el aprendizaje y la inclusión en las escuelas.

Verónica Zarza – @vzarza

Presidenta del Centro de Estudiantes del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. Gónzalez

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