Nacionales

10 mayo, 2016

Fribuay: una radio asfixiada por las cuentas y con menos aire

Las abultadas cuentas del servicio eléctrico siguen generando fuertes consecuencias en los bolsillos. Esta vez le tocó a FM Fribuay, una histórica radio comunitaria del conurbano, ubicada en Ramos Mejía, que resolvió apagar el transmisor durante la trasnoche. “La factura de luz aumentó en un 600 por ciento y se cortaron las pautas, la situación es problemática”, revelaron.

Las abultadas cuentas del servicio eléctrico siguen generando fuertes consecuencias en los bolsillos: menos demanda, aumentos por transferencia de costos y  hasta el cierre de ciertos espacios. Esta vez le tocó a FM Fribuay, una histórica radio comunitaria del conurbano, ubicada en Ramos Mejía, que resolvió apagar el transmisor durante la trasnoche. “La factura de luz aumentó en un 600 por ciento y se cortaron las pautas, la situación es problemática”, revelaron.

“Loco, la bronca que tengo de apagar el transmisor de FM Fribuay, la concha de la gorra”, publicó en su cuenta de Facebook el operador Perno Rock, el 5 de mayo a la medianoche. Y de esa manera, bautizó la nueva tarea que tuvieron que agregar los demás operadores de la radio antes de dejar el espacio. Como siempre, chequear que los spots institucionales salgan a horario, verificar las luces y pasar la escoba por el estudio. Ahora, también tienen que apagar el transmisor.

Así comenzó a aplicarse la difícil decisión. “Si bien habíamos hecho una lectura de lo que podía llegar a suceder, la boleta de luz no era algo que estaba dentro de nuestro análisis. Parece increíble, pero sin pautas y con estas cuentas, se vive una situación asfixiante”, explicó a Notas el director de programación de la radio, Pablo Ovin.

Los locos del garaje

“En 1997 comenzó a funcionar la Fm Fribuay, cuyos fundadores y primeros colaboradores fueron: Leandro Cravé, Gustavo Cibreiro, Vanina Chiaveta, Pablo Ovin, Omar Moreti, Julián Cuccarese y Luján Gassman”, recuerda el libro Morón, de los orígenes al bicentenario, publicado en 2010.

Por aquellos años, Pablo visitaba regularmente la radio. Aquel sitio, perdido en uno de los partidos más densamente poblados del país tenía mucho para decir. Ese cuarto ubicado en el fondo de un garaje, supo convertirse en un espacio de encuentros y discusiones necesarias. Un lugar para resistir, en medio del esqueleto de un país devorado por el neoliberalismo. Ese aire, Pablo se lo apropiaba cada vez que leía sus poemas y sus cuentos. Con el paso del tiempo, descubrió un oficio y un nuevo hogar. Como él, decenas de jóvenes llegaban con inquietudes emergentes. Cayeron las primeras bandas, que traían sus casetes en una de las pocas emisoras que no pedía nada a cambio por pasar su música. Así empezó a sonar Árbol, Guillermina, se hicieron eco de La Renga y de otros grupos que después saltarían a los grandes escenarios.

“La radio sigue siendo una escuela para muchos que vienen a hacer sus primeras prácticas. Pero acá se pueden encontrar docentes, trabajadores de medios y periodistas que están diferentes redacciones. Es un lugar de intercambios. En los noventa fuimos un espacio de resistencia y esto se tradujo en nuestro mensaje porque, al decir verdad, nosotros ya sabemos lo que es el silencio forzoso”, reflexionó el director de programación de la Fribuay.

“Policía Federal o el primer golpe”

En ese clima contestatario,  hay una joda que no puede dejar de hacerse cuando un visitante llega a Boedo 23. Luego de tocar timbre, el portero repite esta conversación.

-¿Quién es?

-Policía

Las carcajadas suenan en cada lado. Y luego vienen los abrazos. Eso mismo pasó en la mañana del 23 de junio de 2008, cuando llegó Palmito y le abrió Manuel. Unos minutos después sonó el timbre. La misma secuencia.

Esta vez hubo un agregado. “Policía Federal”, fue la respuesta fría al otro lado. No resultó para nada sospechoso. A los sumo, podía tratarse de alguno con un condimento de originalidad. Pero entraron tres tipos que no tenían pinta de hacer un programa en un medio comunitario; de pelo corto, uniforme y una orden para llevarse el transmisor.

“Se querían llevar todo. Yo por las dudas guardé mi guitarra, por si me la querían agarrar”, contó Palmito, que por esos años hacía un programa por la mañana, en el documental Se llevaron el transmisor pero no nuestras palabras, realizado por el Colectivo de Comunicación DocSur.

El grupo que ingresó estaba integrado por un policía, un funcionario judicial y un miembro de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC). “El tipo de la CNC dijo ´desde el 75 que hago esto pibe´, recordó Palmito. En ese momento eran cuatro periodistas en la radio. Unos minutos después, casi cincuenta personas llegaron para oponerse a la medida.

“Si ellos venían a hacer un trámite era cuestión de ellos, acá venían a llevarse un pedazo de vida de todos nosotros, de los que laburamos acá, y que forma parte de un sueño, además de un trabajo”, dijo Julián Cucarecce en el corto.

La denuncia había sido accionada por Radio Disney. La misma pertenecía a Editorial Atlántida, cuya composición accionaria estaba dividida en un 57 % para el Grupo Vigil y 43 % para HMT&F. El multimedio contaba con las revistas: Gente, Para Ti, Billiken, Chacra, Paparazzi y Rebelde Way, además de radio El Mundo. Este grupo había sido beneficiado con la derogación del artículo 45 de la antigua Ley de Radiodifusión, realizada por el ex presidente Carlos Menem. Con esta medida, las empresas periodísticas editoriales pudieron hacerse de licencias radiofónicas.

Fiebre amarilla o segundo golpe

En agosto del año anterior explotó un escándalo por un hecho de corrupción al interior de la gestión PRO vinculada a las sobrefacturaciones de las pautas publicitarias. El sistema era sencillo, las erogaciones del Gobierno de la Ciudad no se condecían con los valores que recibían los medios.

La Fribuay, para las autoridades porteñas, percibió 618.638,80 pesos. Pero no fue así. La radio, mediante un comunicado, dejó en claro que el único vínculo fue con “bolseros” (empresas tercerizadas que se encargan de la distribución de pauta oficial), como Media Cruz S.A., Publiespacio S.A. y DClass S.A. y que recibió la suma de 900 pesos mensuales desde octubre de 2012 hasta diciembre de 2014.

Hoy la Fribuay intenta reponerse de un nuevo golpe. Mientras se organiza, hace un poco de silencio por las noches, como quien toma fuerza para gritar más alto.

Leandro Alba

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