Cultura

4 mayo, 2016

El miércoles se queda corto: Mas quel mundo

En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. Por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: Mas quel mundo, de Lautaro Núñez de Arco.

En Notas Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. La realidad es que no hace falta tanto tiempo para ver qué historias tienen para contar realizadores de todo el mundo y por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: Mas quel mundo, de Lautaro Núñez de Arco.

Las estrellas brillan más fuerte allá lejos de la ciudad. A medida que nos alejamos del los edificios, de la urbe y las grandes luces, el firmamento se prolonga de manera más precisa, más intensa. Y es esa intensidad la que en este cortometraje se extiende a todos los aspectos, aún en los más cordiales como el silencio y nuestra tierra.

Un chico está acostado mirando la noche estrellada, infinita. Junto a él esta su perro, único amigo en la húmeda llanura pampeana. Cazador como el dueño, el animal advierte la presencia de un jabalí salvaje, quizá la única comida de ambos por unos días. El joven se incorpora y le dispara. Al día siguiente y ya volviendo a la casa, el protagonista se cruza con una jovencita que le roba una mirada. Ella advierte esto y del encuentro casual se disparará una complejidad de hechos en el pequeño pueblo que involucrará violencia y la tragedia gauchesca que aún perdura en nuestros días.

Lautaro Núñez de Arco no participó ni antes ni después de este trabajo de 2004 de ningún largometraje que llevara su firma. Aún así, el preciso ojo que tuvo para captar la tradición nacional fue reconocido por numerosos festivales, llevándose varios premios Cóndor en su momento y el reconocimiento como Mejor Director en el BAFICI de aquel año. Sucede que, con silencios y miradas pudo reconstruir un paisaje que muchos otros directores capturan como ajeno de una forma por demás personal, con recortes de cuadro que aún así logran completar una escena compleja, repleta de texturas que no subestiman el entramado cultural y conquistan el corazón de cualquier espectador, sea afín a este tipo de historias o no.

El joven cazador encuentra a la chica en una fiesta tradicional del pueblo. La invita a bailar y, en una escena perfectamente coreografiada, se lanzan a un zamba que los entrecruza y los acerca. El padre de la muchacha, que ya había sido testigo del primer encuentro de los dos jóvenes, intercede. El perro, amigo fiel del protagonista, hace lo propio.

Lo que hace tan certera la construcción de Mas quel mundo (así, con conjunciones que remiten a nuestra primera literatura) es la obsesión con la que el director compuso cada plano. Este deliberado cálculo semántico permite que el relato se desenvuelva con libertad. Eso explica que los silencios fluyan con elocuencia de la interpretación de cada personaje y, aún hoy, este trabajo logre emocionar desde un lugar genuino y sin pretensiones.

Ivan Soler  – @vansoler

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