2 mayo, 2016
De Comodoro Py al Monumento al Trabajo
Por Ulises Bosia. El campo popular se encuentra en un proceso de reorganización al calor de la nueva grieta que abren en la sociedad las políticas neoliberales. Del 13A al 29A, dos multitudes laten a destiempo y abren interrogantes sobre el futuro del campo popular.

Por Ulises Bosia. El campo popular se encuentra en un proceso de reorganización al calor de la nueva grieta que abren en la sociedad las políticas neoliberales. Del 13A al 29A, dos multitudes laten a destiempo y abren interrogantes sobre el futuro del campo popular.
La concentración sindical unitaria del 29 de abril dejó en claro que la dirigencia gremial no solamente habla con palabras sino fundamentalmente con hechos. Y que el movimiento obrero mantiene una capacidad de organización y movilización muy importante, que aunque sea incómodo de reconocer para muchos dirigentes sindicales, en buena medida debe ser cargada en la cuenta de la “herencia recibida”.
El mensaje hacia el gobierno fue una demostración de fuerzas y una advertencia frente a cuatro meses de políticas antipopulares, que amenazan con ser sólo la primera temporada de la serie. Un hecho político-gremial de una envergadura tal que no encuentra precedentes recientes, representa un cambio de la escena existente unos pocos meses atrás, cuando el propio Hugo Moyano hacía campaña por Cambiemos.
A poco de asumir, todo indicaba que había condiciones para que el gobierno lograra un acuerdo con un sector importante de la CGT. La modificación del impuesto a las ganancias era el principal reclamo, después años de negativa kirchnerista. De haberlo satisfecho, probablemente la historia sería otra. Sin embargo, el gobierno prefirió posponerlo y entregar en contrapartida dinero a las obras sociales. No alcanzó. El carácter de clase de su proyecto se impuso por sobre la razón política.
Mientras tanto Macri lanzó el shock neoliberal y la consiguiente redistribución de la riqueza a favor de los ricos que terminó de configurar el panorama pintado en su discurso por Moyano: «No se acuerda de los trabajadores y de los jubilados». El resultado es que la tendencia ya existente a la reunificación de la CGT se lleva adelante ahora -a lo mejor es preferible decir por ahora- bajo un signo opositor, y con cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en las calles, movilizados.
¿Una nueva grieta?
¿Cuántos de esos miles de trabajadores votaron a Macri en el ballotage? ¿Cuántos lo respaldan todavía? ¿Cuántos bancaron -y bancan aún- a Cristina? Muy difícil saberlo, aunque parece mejor no hacer lecturas rápidas a partir de las apuestas políticas de los dirigentes gremiales, ni tampoco arriesgar respuestas tajantes. Lo concreto es que si la multitud reunida no puede ser computada al kirchnerismo, tampoco al antikirchnerismo, ni siquiera en su versión justicialista.
Poco a poco la oposición al neoliberalismo empieza a demarcar una nueva divisoria de aguas en el mapa político y el debate sobre el kirchnerismo se ubica en un segundo lugar. Es una tendencia razonable ante la magnitud de la ofensiva gubernamental, que requiere la mayor unidad para lograr niveles de resistencia efectivos. Y al mismo tiempo despierta la necesidad de reflexionar sobre su significado.
Desde el punto de vista de la construcción de una alternativa política al macrismo es un fenómeno que asume formas contradictorias y desata grandes tensiones.
Una reconfiguración progresiva
Por un lado representa la oportunidad de alcanzar mayores niveles de unidad, por lo que abre una oportunidad para que el campo nacional y popular pueda reconfigurarse de manera progresiva, asumiendo como piso las conquistas ganadas durante los doce años kirchneristas, dejando atrás errores y limitaciones, y proponiéndose la superación de la experiencia vivida.
Las posibilidades de esta variante están directamente vinculadas con el devenir de las luchas populares, en las que producto del choque contra el gobierno podría llevarse a cabo una superación de la polarización k-antik. Aunque la historia reciente de desencuentros entre el kirchnerismo y el movimiento obrero siembra de escepticismo el panorama.
Y al mismo tiempo estas posibilidades dependen decisivamente de la actitud de Cristina. En ese sentido vale la pena volver sobre el multitudinario acto en Comodoro Py, donde como lo definió Martín Rodríguez en la revista Panamá, Cristina dio su primer discurso como opositora, “y habló, no de la emoción que le sobra, sino de la política que le falta”. Es decir, desafió el aislamiento político evitando la resistencia autorreferencial y planteando la iniciativa del Frente Ciudadano que reposicionó con fuerza su liderazgo.
Una reconfiguración regresiva
Pero este primer camino va en contra de fuertes tendencias del mapa político.
Son las que apuntan a dar vuelta la página del kirchnerismo, trabajando para convertirlo en una etapa concluida del pasado, montados en la vocación de “cambio” surgida de las urnas. Estos sectores buscan poner en un lugar secundario la polarización k-antik en función de una transformación regresiva.
Los más interesados son el Frente Renovador, el llamado “Bloque Justicialista” de diputados nacionales y las nuevas autoridades del Partido Justicialista, que apuestan a relegarlo al interior del peronismo. El juego de todos ellos es la pelea por convertirse en los representantes de la oposición al macrismo, para ello deben sustituir al “kirchnerismo duro” por una “oposición responsable”, una política que encontrará en las próximas elecciones legislativas una estación obligada.
No escapa a nadie la influencia de importantes dirigentes de la CGT en todos esos espacios. Su objetivo justamente es unirse para estar en mejores condiciones de hacer valer su peso en futuras negociaciones.
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Pero la historia no se repite ni se desdice. Resulta iluso el que espera recluir al kirchnerismo en museos y libros de historia mientras Cristina esté activa, así como poco realista el que pretende restaurarlo en el gobierno tal como era. Entre esas dos opciones se tensiona el campo político y es allí donde hoy se juegan las batallas más interesantes por los sentidos sobre la construcción de alternativas.
@ulibosia
Foto: Micaela Ryan
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