Cultura

29 abril, 2016

Misceláneas del Bafici 2016

Terminó un nuevo BAFICI, el primero de la era Macri, y por el mismo pasaron más de 400 películas. Un balance caprichoso, casi debido al azar de la selección, resultó en un 50% por ciento de buenas películas y en un 50% de documentales con potencialidades desaprovechadas. ¡Hasta 2017, Bafici!

Fue difícil elegir entre las cientos de películas que ofrece un festival como Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI). Se desarrolló durante 11 días y en 27 sedes, ubicadas desde el centro hasta Recoleta, Belgrano, Caballito, Parque Centenario y centros culturales distribuidos por toda la ciudad. Claro que toda elección implica emplear algún criterio que incluye una parte del universo y excluye otras. Decidí ver aquellos films que pensaba que tenían poca oportunidad de volver a ser exhibidos comercialmente. El resultado fue la selección 14 películas.

Primer escollo: al momento de iniciarse la venta por internet, la web de BAFICI no permitía comprar entradas, lo que se pudo resolver comprándolas personalmente en las boleterías habilitadas en el Village Recoleta, donde atendían numerosos jóvenes que asesoraban a los curiosos y cortaban tickets. Una de cal y otra de arena para la organización.

Y, ya que estamos con los temas operativos, pasamos al cumplimiento de horarios para el inicio de las proyecciones: impecable, salvo en un caso en que se suscitó un problema técnico y la demora fue comunicada a los que esperábamos en la fila. En el resto se cumplió a rajatabla. Punto para la organización, sobre todo teniendo en cuenta que mucha gente empalmaba horarios para ver distintas películas en varias sedes. También cabe anotar un punto a favor el trabajo de ordenar la entrada del público, sobre todo en las sedes que contaban con muchas salas.

Entre los films seleccionados me han gustado la recordada Luna de papel, de Peter Bogdanovich; el impresionante King Lear, de Peter Brook de 1971; y los documentales Angelica. Una tragedia, de Manuel Fernandez-Valdés; Junun de Paul Thomas Anderson; y los cortos Silence, de Sebastián Paquet y La cupola, de Volker Sattel. También, en menor medida pude apreciar Mañana nos mudamos, de la recientemente fallecida Chantal Akerman, Grandma, de Paul Weitz y Horizontes, de Eileen Hofer.

El balance nos da un cincuenta por ciento de buenas películas, seleccionadas casi al azar de entre la enorme oferta de más de 400 filmes. El resto de las pude ver, resultaron ser, en general, documentales basados en la cámara y el micrófono puestos como testigos delante de personajes que componían los diversos ambientes, ofreciendo largos y tediosos testimonios y desaprovechando impresionantes paisajes como en el caso de Le bois dont les rêves sont faits, de Claire Simon, o las interesantísimas historias de los fugados en la guerra civil española que se suceden en de El nome de los árboles, de Ramón Lluis Bande.

También pudimos ver en el Galpón Piedrabuena, en el cierre del festival, la presentación de la performance de la compañía de danza dirigida por el maestro japonés Magy Ganiko, una interesante propuesta que amalgama la danza teatro y el butoh con distintas expresiones estéticas y estilísticas. Muy bueno.

En síntesis, un acontecimiento interesante para Buenos Aires, para la industria del cine y para los cinéfilos, que, como todo, puede mejorarse.

¡Hasta 2017, Bafici!

Ben Davis Min

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