26 abril, 2016
Los candidatos a la Corte: la urgencia al final no era tanta
Lejos del ímpetu que promovió la designación de dos jueces por decreto, el oficialismo retrasa hace 40 días la discusión de los pliegos de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. De fondo, la falta de votos suficientes y el escaso margen de la agenda pública.
Lejos del ímpetu que promovió la designación de dos jueces por decreto, el oficialismo retrasa hace 40 días la discusión de los pliegos de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. De fondo, la falta de votos suficientes y el escaso margen de la agenda pública.
Hace más de un mes que la comisión de acuerdos del Senado avaló las postulaciones de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. Hace más de un mes, en rigor, que el gobierno podría haber zanjado la discusión. Pero no.
El 15 de diciembre pasado, el presidente decretó que serían miembros de la Corte Suprema dos juristas que finalmente nunca asumieron. El decreto destacaba que era “imperioso proceder a la cobertura inmediata de las vacantes” para que el máximo tribunal pudiese funcionar “a la mayor brevedad posible”.
Pero tampoco. Apenas un día después del polémico decreto, y ante las críticas recibidas, el propio gobierno admitió que nada era por cierto tan urgente y que suspendería las designaciones hasta febrero.
La “cobertura inmediata” no lo sería finalmente tanto. Así, diez días después de empezado febrero, el presidente convocó a sesiones extraordinarias y le encomendó al Congreso debatir las postulaciones de Rosenkrantz y Rosatti. Y así lo hicieron. Lejos del encolerizado rigor de las protestas de diciembre, el proceso marchó firme y el 15 de marzo la comisión de acuerdos del Senado dejó listo el trámite para su votación.
Lo que falta es poco: convocar a sesión especial, debatir la viabilidad de las designaciones y votar. Nada más. Pero hace 40 días que el trámite está frenado y el tema no parece formar parte de la agenda oficial.
Para aprobar las designaciones se necesitan dos tercios de los votos. Una mayoría especial, compleja, difícil. Y quizás ello podría explicar la dilación de los tiempos: tal vez el gobierno todavía está buscando conformar una mayoría que no tiene.
Sin embargo, cuando el mes pasado se votó en el Senado la aprobación del acuerdo con los fondos buitre, el oficialismo obtuvo más de dos tercios de los votos, y ello le demandó menos de un mes de negociaciones.
Sumar voluntades no parecer serle difícil por ahora al gobierno. Aun así, quizás existan diversas razones que expliquen el archivo de un debate que supo ser prioritario.
El rol de Sergio Massa
La primera, aunque suene curioso, es el rol del Frente Renovador en esta discusión. Los senadores que responden a Sergio Massa son escasos y no gravitan a la hora de los números, pero su empeño en promover el nombramiento de una mujer en la Corte implicó una seria crítica a los dos postulantes del gobierno.
A la par, desde otros sectores se promovieron de igual modo consignas afines y eso terminó pesando incluso en las audiencias públicas. En incontables oportunidades, sin acuerdo previo, senadores y senadoras de la más diversa procedencia requirieron a los candidatos su opinión al respecto.
Sin lugar en la agenda
El 15 de marzo, el día que la comisión de acuerdos avaló las postulaciones, la atención política no estaba puesta en la Corte Suprema sino en los fondos buitre. De hecho, aquella sesión en diputados fue al día siguiente, el 16.
Y luego, pasado el vendaval, el gobierno jamás logró poner el tema de nuevo en agenda: crece la pobreza según la UCA, la investigación «Panamá papers» salpica al presidente, Lázaro Báez es detenido, reaparece Cristina Kirchner, los sindicatos proponen frenar por ley los despidos.
Y hoy, a cinco meses del decreto inaugural, nada cambió en la Corte Suprema. Por impericia o por negligencia, lo cierto es que el gobierno en ningún momento logró imponer aquello que asumía como impostergable.
Los pocos votos
En el medio, además, el Frente para la Victoria –principal fuerza en el Senado– introdujo una nueva discusión: la ampliación de los miembros del tribunal. Hoy, sin embargo, no parece que la propuesta pueda conseguir por sí sola suficientes adeptos, pero al menos le sirve como modo de negociación.
El modo arbitrario de la designaciones promovidas por el gobierno, la forma inconsulta, la incapacidad de negociar previamente con la oposición, todo, en rigor, sirvió para dificultar la consecución de los votos del kirchnerismo.
Al parecer, si no media una fuerte decisión del Poder Ejecutivo y una generosa disposición para negociar, será difícil que la votación le resulte finalmente exitosa. El gobierno hoy no cuenta con los votos suficientes, pero tampoco con la capacidad política para conseguirlos.
Federico Dalponte – @fdalponte
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