Europa

20 abril, 2016

“Salimos a hacer política para construir una nueva mayoría social”

Primera parte de la entrevista a Jorge Lago, director del Instituto 25M, conocido como el “Think Tank” de Podemos. Sociólogo, docente e investigador plantea en este intercambio los ejes principales de la concepción teórico-polítca del partido conducido por Pablo Iglesias.

Jorge Lago, nacido en Madrid en 1976, es el director del Instituto 25M, conocido como el “Think Tank” de Podemos. Sociólogo, docente, editor, investigador y responsable de Cultura y Formación del Consejo Ciudadano de Podemos. De infancia madrilista (Cuatro Caminos), hoy se define como un amante del fútbol más allá de los colores y las filiaciones partidarias.

Asiduo lector de Marx, su película favorita es Deliverance de John Boorman, lo emociona la banda sonora de Le Mépris (Georges Delerue) y va al frente en todas las respuestas, sin esquivar el bulto nunca.

– Hace poco en el seminario “Análisis y teoría política” organizado por el Instituto 25M planteabas que la izquierda debe romper con la preeminencia del qué sobre el cómo, del soy sobre el hago y del futuro sobre el presente. ¿A qué te referías con esto?

– En esta primacía de la identidad sobre la acción, del soy sobre el hago y del futuro sobre el presente hay varias ideas condensadas. En primer lugar, para la izquierda tradicional en los últimos 40 años se ha hecho cada vez más difícil la alusión al futuro como espacio de resolución. Se pensaba que en el futuro se iba a resolver todo lo que en el presente era antagonismo, conflicto, derrota, etc. Entonces ese futuro en el que existe necesariamente una solución para el conflicto presente, llámese en términos de revolución, toma de poder, socialismo, comunismo, etc., se constituye en una ficción que dulcifica un presente conflictivo y adverso. Es muy distinto enfrentarse a lo político pensando que no hay necesariamente una solución.

Creo que esto la izquierda hoy lo entiende muy mal. Algunos nos acusan de posmodernos por haber estudiado el giro lingüístico, aunque ellos no se han enterado bien de qué se trata todavía eso. Pero en realidad es un debate muy antiguo, casi me remontaría a la ética aristotélica y la primacía de la acción sobre el ser, la identidad y lo que uno dice sobre sí mismo. Veo que cuanto más difícil es actuar, más fuerte es el repliege sobre uno mismo y ese es un accionar patológico en la izquierda. Este foco desmedido en la identidad y en el ser tiene mucho que ver con la imposibilidad de actuar.

Al final lo que hay en estas posiciones es mero deseo discursivo de ser otra cosa de lo que en realidad eres. Es un mero decir desconectado de la acción y eso es lo que desde Podemos hemos impugnado.

No digas lo que no podrás hacer nunca porque eso es mera cháchara, y sí intenta llevar lo más lejos que puedas tu acción, porque será ésta la que defina lo que eres. No se trata de auto nombrarse, sino de generar las posibilidades para la construcción de un relato, donde no será lo que digas sino lo que hagas lo que va a definir una identidad que será siempre contradictoria, contingente, conflictiva y sin resolución final donde todo sea llano y prístino.

– Esta idea de la no necesariedad de los eventos y la contingencia está muy presente en el libro Construir Pueblo de Íñigo Errejón y Chantal Mouffe, donde se abordan varias ideas de la obra de Ernesto Laclau. También Pablo Iglesias lo recupera en Disputar la Democracia, ¿Qué ideas aporta la obra de Laclau para estar tan presente en la cabeza de Podemos?

– Hay varias ideas de Laclau que me parecen muy importantes. Por un lado, sino partimos de la idea de que toda acción política es contingente, en la medida en que puede suceder o no; que puede darse en una dirección o en otra, entonces la acción política está vaciada de sentido. En ese caso la acción aparece como predeterminada por la estructura económica, la historia y un hilo que conduce a estos relatos finalistas, que pueden terminar produciendo una crisis de sentido. ¿Para qué actuar si ya está todo predeterminado? Entonces ahí lo único que aparece son iluminados, gente que ha develado y ha leído bien cuál es el curso de la historia y actúa para acelerarla. Eran las discusiones de la II Internacional: el capitalismo se va a derrumbar, pero la historia se puede adelantar y anticipar. Y ahí ya empezaban a hacerse trampa a sí mismos…

Laclau introduce -junto a otros- el concepto de contingencia que tiene asociado otro en ese sentido que es fundamental y que consiste en entender que los actores políticos tampoco están dados de ante mano, al igual que no está dado el curso de la historia. La acción política no está previamente determinada y los sujetos no preexisten a esa acción.

Esto tiene mucho que ver con lo que hablamos de identidad y acción, ya que un sujeto político se construye en la medida en que actúa, no está dado previamente por la historia ni por las relaciones sociales de producción.

¿Qué tienen en común un trabajador de Burger King con 22 años y un título en Biología, el que se ha tenido que ir a Alemania para trabajar o una española parada (desocupada) de 50 años sin estudios? Podríamos decir desde un punto de vista materialista que son todos clase obrera, pero eso no constituye nada en absoluto. No hay nada necesariamente idéntico en sus demandas, necesidades y vivencias, salvo que se articule políticamente como una demanda transversal o equivalente a cada uno de ellos y eso nunca está dado.

Eso se construye a través de una articulación política, una cadena de equivalencias y también de la denominación de un enemigo común que tampoco está nunca definido a priori. En este sentido, sobre la articulación de los campos amigo/enemigo el punto de partida de Carl Schmitt creo que es muy válido, a pesar de sus dramáticas conclusiones teóricas.

Hay algo aún más importante que nos da esta oportunidad de articular un sujeto político que no está dado desde Laclau, y es que el mismo puede ser un sujeto de masas. Se plantea la perspectiva de un sujeto de masas con la posibilidad de articular una mayoría social.

Este enfoque nos permite proyectar un sujeto político que es mayoritario, pero para eso hay que romper con las identidades fijas previas donde hay un 12% que se siente puro y de izquierda, pero que no puede cambiar nada. Para eso me quedo en mi casa. Si salimos a hacer política es porque queremos construir una nueva mayoría social y esa es la perspectiva que está planteada en España tras la crisis.

La crisis no preguntaba si eras de izquierdas o de derechas, si eras trabajador intelectual, manual o vanguardia del proletariado para mandarte al paro y desahuciarte de tu casa. Los paros y los desahucios se dieron sin preguntar y ahí había un sujeto potencialmente articulable en términos políticos. Podía ocurrir o no, se podía articular de una forma como se dio en España, o de otra como ocurrió en Francia o en otros países donde la extrema derecha está operando, mismo EEUU con Trump. Lo que viene a decirte Laclau, sintetizando y reduciendo mucho, es que la contingencia y las identidades políticas van unidas en esa idea de que son articulables y construibles en función de discursos y situaciones que no son ni necesarias, ni conducen necesariamente a una única dirección. Allí es donde entra en juego la virtud política.

Ignacio Kostzer, desde Madrid – @Nachok_

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