18 abril, 2016
Fiestas electrónicas: empresarios, políticos y drogas de diseño
La fiesta en Costa Salguero dejó al desnudo la lógica de un negocio millonario donde conviven el poder político, el dinero y las drogas. Notas habló con uno de los asistentes a Time Wrap, la fiesta donde murieron cinco jóvenes en la madrugada del sábado.

La fiesta en Costa Salguero dejó al desnudo la lógica de un negocio millonario donde conviven el poder político, el dinero y las drogas. Notas habló con uno de los asistentes a Time Wrap, la fiesta donde murieron cinco jóvenes en la madrugada del sábado.
La noche electrónica está dentro de la noche como una más entre tantas. Como la noche del rock, como la noche de la cumbia, como la noche de los boliches. Una pegada a la otra, sin mirarse. El manual de prejuicios dice que la electrónica es para jóvenes ricos como dicta que la noche de la cumbia es para pibes pobres. Pero unos pasos más allá del estereotipo hay una verdad irreductible, detrás de todas las noches hay unos pocos adultos llenándose los bolsillos.
Tomás, quien nos pidió reservar su nombre, estuvo el sábado en Time Wrap y conoce el ambiente de las fiestas electrónicas. Para él no hay duda, hay un solo punto de partida: “Lo que hay que investigar -le dijo a Notas– no es a los pibes, sino a los empresarios que lucran y extreman su ganancia. Ponen una ambulancia para 15 mil personas y una sola caja para vender agua. Ellos se llevan millones de dólares y no ponen un mango”.
Time Warp
La fiesta electrónica Time Warp nació en Alemania en 1994. Su éxito la llevó a Nueva York, a Utrcht, a Buenos Aires. Esta era su tercera edición argentina. La empresa Dell Producciones SA -la misma que organiza la fiesta Creamfields- alquiló los pabellones 2, 3 y 5 del predio Costa Salguero. La Agencia Gubernamental de Control informó que a las 3 de la mañana se habían vendido 10.900 entradas sobre una capacidad autorizada de 13.000. Pero quienes estuvieron ahí no dicen lo mismo.
“El problema de esta fiesta en particular -explica Tomás- fue la sobreventa de entradas. El sábado en Costa Salguero hacían 40 grados, era un horno. Yo tenía el jean mojado, la gente abría los portones de los laterales. El lugar creo que está habilitado para 12 mil personas y para mi éramos 20 mil”.
Rituales
Las noches se hacen de rituales y en ellas aparece algo que podríamos llamar su identidad. A la electrónica se la asocia a las drogas de diseño como el rock estuvo asociado alguna vez a la cocaína. Según Tomás la gran mayoría de los asistentes a estas fiestas consumen éxtasis. “Es menos nociva que el LSD -explica- y que la coca. Sale 150 pesos una pastilla. La gente lleva su propia droga y es muy raro que alguien compre ahí porque la gente desconfía. Igual siempre hay un dealer y se dice que son los mismos que organizan”.
El éxtasis acelera el ritmo cardíaco y produce deshidratación. Por eso el agua, en las fiestas electrónicas, es un objeto de lujo. Una botella de 330 ml se paga 60 pesos o más. El escenario que se genera, entonces, es un lugar con mucha más gente de la permitida, con 40 grados, la mayoría de las personas deshidratadas por el consumo de éxtasis y botellas de agua carísimas que se venden en una sola caja.
“El problema es la combinatoria -reflexiona Tomás-. Con esa temperatura si tenés 20 años, poca masa muscular, no comiste bien para poder bailar toda la noche, tomaste y mezclaste drogas y alcohol, y además no te hidrataste. Esto pasa siempre, en todas las Creamfields muere un pibe. Pero no es noticia porque es uno solo. Acá fueron cinco porque literalmente era un horno”.
Los que habilitan y los que organizan
El portal Nueva Ciudad informó que el predio de Costa Salguero es propiedad de la Ciudad de Buenos Aires y está cedido a Telemetrix S. A. por licitación. La empresa, a su vez, contrata a Costa Salguero S. A. -con quien comparte varios nombres y apellidos en sus nóminas- para que administre los pabellones del complejo. En el directorio de Costa Salguero S. A. aparece Fernando Polledo Olivera quien es el marido de Carmen Polledo, vicepresidenta primera de la Legislatura porteña por el PRO.
Tomás, que ya estaba al tanto, agrega: “El problema más grande es que los que habilitan son los dueños de los lugares. A los que manejan habilitaciones en la ciudad los ves en los VIPs de todas las fiestas”.
Juan Mattio – @juanmattio y Julia Pena – @penajulia
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