5 abril, 2016
Panamá Papers: con la plata fugada se podría financiar el déficit fiscal
En el marco del escándalo mundial por los Panamá Papers que develaron las empresas off shore de políticos, deportistas y empresarios, el periodista Alejandro Rebossio publicó un artículo donde explica como el dinero fugado en evasión de impuestos podría financiar el ajuste que está aplicando hoy el gobierno argentino.

En el marco del escándalo mundial por los Panamá Papers que develaron las empresas off shore de políticos, deportistas y empresarios, el periodista Alejandro Rebossio publicó un artículo donde explica como el dinero fugado en evasión de impuestos podría financiar el ajuste que está aplicando hoy el gobierno argentino.
«Panamá Papers: que pague la gilada» es el título de la nota publicada por Rebossio en Revista Anfibia y que se ha viralizado estos días por las redes sociales.
Allí el periodista explica como los ciudadanos de a pie pagan religiosamente sus impuestos. «El monotributo; cuando compramos alimentos todos pagamos el 21% de IVA (solo unos pocos están exentos o con alícuota reducida); los empleados en blanco que más cobran deben cumplir con el impuesto a las ganancias», sostiene.
Sin embargo, esta situación de la vida cotidiana no alcanza a todo el mundo y de hecho, lo divide en dos grupos: «El de quienes no pueden esquivar las inspecciones y contribuyen a sostener los gastos del Estado; los giles que pagan impuestos. Y los que más tienen (y que por lo tanto deberían contribuir con más recursos), pero que cuentan con tanta plata que pueden invertir lo suficiente para acabar pagando menos tributos, de manera ilegal y así, hacerse más ricos».
Estos últimos «pueden contratar a los mejores abogados, contadores, bancos de inversión y otros agentes financieros para sortear controles y refugiar sus riquezas lejos de la AFIP». «Si algo deja en claro la filtración de documentos llamada Panama Papers es el doble estándar a la hora de recaudar impuestos», agrega Rebossio.
Pero más allá de la descripción de una situación que se viene profundizando década tras década, lo interesante de su artículo no está allí, sino en las comparaciones que realiza en términos del flujo de dinero que mueve la evasión impositiva.
En el artículo de Anfibia el periodista explica que «los flujos financieros ilícitos que salieron de países emergentes llegaron a 1,1 billones de dólares en 2013, un máximo desde que, en 2004, la ONG Global Financial Integrity (GFI) los comenzó a medir. Hace 13 años eran 465.300 millones anuales».
«El 83% de los 1,1 billones corresponden a la manipulación de los precios de lo que se vende entre filiales dentro de los grupos transnacionales. Por ejemplo, una subsidiaria de una empresa en Argentina exporta granos a otra del mismo grupo en otro país, pero declara que esos productos valen menos de lo que realmente cuestan y así pagan menos tributos», añade.
También existe un 17% de esos 1,1 billones que se fugó por vías ilegales «con ayuda de bancos de inversión y otros grupos financieros».
Ahora bien de Argentina «se fugaron por ambos mecanismos en 2013 unos 17.171 millones de dólares. Con esa plata se podría financiar todo el déficit fiscal que ahora quiere recortar el presidente Mauricio Macri, cuyo nombre figura en el Panamá Papers y cuya responsabilidad o inocencia deberá investigar la Justicia».
Es decir que, si existieran mayores mecanismos de control sobre la evasión impositiva, se podrían evitar los aumentos de tarifas, la inflación y una larga lista de etcéteras.
Pero suponiendo que todos esos capitales no hubieran salido del país (legal e ilegalmente), existe otro problema. «El Estado argentino deja de recaudar la mitad de lo que podría recolectar por el tributo a las ganancias de empresas e individuos, según un estudio que los expertos Juan Carlos Gómez Sabaini y Dalmiro Morán publicaron en febrero pasado en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)».
Siempre de acuerdo a lo mencionado por Rebossio, el año pasado ese dinero hubiera sido equivalente a 381.000 millones de pesos. Esta suma no solo es «el equivalente al déficit fiscal sino también los aportes que el Banco Central y la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) transfirieron al Tesoro para cubrir gastos».
«Con la mitad de ese dinero no recaudado se hubiesen pagado todos los subsidios al gasto corriente (el de funcionamiento, el que no incluye inversión) que ahora Macri está ajustando, incluidos los de la electricidad, el gas, el agua, el transporte público, a Aerolíneas Argentinas y otras empresas estatales», apunta el periodista.
Para seguir con las comparaciones, se explica que lo que se «ahorra» el Estado Nacional con los despidos de 10 mil empleados públicos equivale apenas al 1,6% de «lo que deja de recaudar por el impuesto a las ganancias».
Finalmente, teniendo en cuenta la fuga de dinero al exterior, más la evasión local, Rebossio nos lleva a considerar que «el 10% más rico de los argentinos solo paga como impuesto a las ganancias el 8% de sus ingresos brutos, según un informe de Cepal y la ONG Oxfam. En Estados Unidos abonan el 14%; en Francia, el 18%; en Alemania, el 23%; en Reino Unido e Italia, el 25% y en Suecia, el 30%».
Un panorama contundente que, si bien se inscribe en un escenario mundial, tiene sus particularidades nacionales.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.