2 abril, 2016
Morón: despidos y amenazas
Por Mariel Martínez. En estos tres meses, en el municipio de Morón fueron vaciadas las áreas más sensibles para los sectores sociales con más vulnerabilidad. En la mañana del viernes 1 de abril, dos trabajadoras fueron amenazadas haciendo alusión a su identidad de género

Por Mariel Martínez. En estos tres meses, en el municipio de Morón fueron vaciadas las áreas más sensibles para los sectores sociales con más vulnerabilidad. En la mañana del viernes 1 de abril, dos trabajadoras fueron amenazadas haciendo alusión a su identidad de género
Una panorámica de tres meses
Desde que la gestión macrista de Ramiro Tagliaferro asumió la dirección política del municipio de Morón, fue selectiva y sistemática en los despidos. No empezaron por cualquier lado. En primer lugar más de 20 compañeras que trabajan en los Centros de Atención Primaria de la Salud pertenecientes al plan NACER, que en los barrios de todo el municipio acompañaban y sostenían a mujeres embarazadas, fueron despedidas. También el hospital de Morón, el espacio de salud más importante del municipio, sufrió enseguida la merma de sus trabajadores.
Las Unidades de Gestión y Participación (UGC), que trabajaban en cada uno de los barrios favoreciendo que los vecinos y las vecinas se vinculasen con el quehacer político, fueron uno de los blancos más atacados. Los primeros días de enero trabajadores de las UGC comenzaron a ser corridos de sus puestos de trabajo masivamente. Las casas de la Juventud, espacios moronenses en donde los jóvenes se conocían, compartían y producían, fueron vaciadas de recursos, de trabajadores, de contenido y actividades.
Los despidos en el sector de acción social, que trabajaban con la demanda espontánea en los territorios, también se sucedieron rápidamente. En la dirección de género, las compañeras con más experiencia fueron las primeras despedidas; y al trabajo de sostén y acompañamiento de mujeres en situaciones de vulnerabilidad, el Tagliaferrismo opuso la de la repartija de botones antipánico como política de género por excelencia.
La dirección de niñez, perteneciente a la secretaría de desarrollo, dejo en la calle esta semana 18 personas, atentando no sólo contra los derechos de los trabajadores sino también con los vínculos de contención de miles de pibes y pibas que cotidianamente comían, pensaban y crecían amparados por la ley provincial 13.298 (Promoción y protección de los derechos de niños niñas y adolescentes), creada en el marco del convención de los derechos del niño.
Con este panorama general de los primeros tres meses de Tagliaferrismo en Morón, no es difícil sacar algunas conclusiones: son los sectores más golpeados por el sistema los primeros ninguneados de esta historieta del consenso y la alegría. Pero acá no termina la cosa.
Los machos que amenazan
Hace dos días seis personas de la subsecretaría de Economía Social y Empleo fueron despedidas. Los argumentos los mismos: ninguno. También fueron los mismos los sectores perjudicados: trabajadores y trabajadoras que cotidianamente dedicaban su jornada a que más personas pudiesen acceder al universo del trabajo. Personas que también estarán ahora más vulneradas.
En la mañana del viernes 1 de abril Karen e Ivana, las dos trabajadoras que la subsecretaría aún no despidió, fueron recibidas en su espacio de trabajo con una amenaza: “macho arrepentido, ahora te toca a vos y a la lesbi”. Un cartel impreso, sin caligrafía ni firma que denunciase al autor, claro está, porque los fascistas que tenemos parecen también ser bastante cagones.
Y uno se pregunta, releyendo cada palabra, cuándo fue que dejamos que la indignación circulase por Facebook. Cuándo fue que empezamos a observar como un paisaje cotidiano (¡que no nos gusta, claro que no!) la persecución política. Cómo hicimos para acostumbrarnos a pedir permiso para asumir nuestra identidad de género. Cómo fue que dejamos que se nos señale y se nos amenace por nuestra elección sexual. Cuándo se construyó este consenso social cerrado en que los excluidos seamos siempre más y los privilegiados sean siempre machos. Siempre fachos. Siempre impunes.
El cartel sigue. En letra más chica, desparrama barbaridades. Las mayúsculas finales rezan que “cada uno tiene lo que se merece”, como un presagio reaccionario del sentido común más enfangado.
No. Ni cada uno, ni lo que se merece. No somos cada uno, somos un montón de disidentes sexuales, de compañeros organizados, de gente suelta pero que piensa política porque sabe que esa es la clave para liberarse. Y no nos merecemos nada de lo que esta coyuntura nos devuelve. No nos merecemos a Macri. No nos merecemos a Tagliaferro. Ni al machito no arrepentido que amenaza con carteles impresos en hojas A4 nos merecemos.
Karen circula el cartel por todos lados, para que se sepa. Karen pide “reventemos globos. Reventemos todo”.
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