29 febrero, 2016
Oscar 2016: una noche entre blanco papal y polémica en negro
La nueva edición de los premios Oscar entregados por la de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood estuvo signada por el escándalo derivado de las escasísimas nominaciones para afroamericanos y la intriga subyacente tras toda la ceremonia era si Leo DiCaprio conseguiría la soñada estatuilla en esta quinta nominación.

La nueva edición de los premios Oscar entregados por la de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood estuvo signada por el escándalo derivado de las escasísimas nominaciones para afroamericanos, que incluso generó un boicot de actores como Will Smith, que se negaron a asistir a la ceremonia. La controversia se reflejó en las redes entre otras cosas con el hashtag #OscarsSoWhite (OscarsTanBlancos). En segundo término, la intriga subyacente tras toda la ceremonia era si Leo DiCaprio conseguiría la soñada estatuilla en esta quinta nominación.
La transmisión de los premios desde un Teatro Dolby de Los Ángeles armado hasta los dientes por la presencia de Joe Biden, vicepresidente de los EEUU, parece haber estado pensada de conjunto para minimizar las (absolutamente fundadas) acusaciones de racismo. El anfitrión elegido para conducir la ceremonia fue el genial cómico afroamericano Chris Rock (quien repite como host luego de 2005), quién tanto en su discurso de apertura como en cada intervención no dejó de hacer chistes sobre el conflicto de la noche.
Abrió su monólogo de presentación diciendo que vio “como a 15 negros” en el montaje de apertura de esta ceremonia de los Oscar o, como suele decirse, “premios para blancos”. Luego señaló respecto del escándalo alrededor de las escasísimas nominaciones para los afroamericanos que esta es la entrega número 88, por lo que eso debe haber ocurrido por lo menos 79 veces anteriormente: “En los años 50, en los 60… O sea, siempre que Sydney (Poitier) no presentaba una película. Pero entonces no había protestas porque teníamos cosas en serio para reclamar, como que no nos mataran, por ejemplo. Cuando estás colgando de un árbol no te preocupás por cuál es el mejor documental”.
Luego cerró señalando que en el segmento recordatorio a los fallecidos esta noche se iban a ver a los negros asesinados por la policía cuando estaban yendo al cine. Casualmente, en esta noche el porcentaje de presentadores afroamericanos debe haber sido el más alto de la historia (alguien se ocupará de hacer la cuenta). Además se le dio un Oscar honorífico a Spike Lee y la presidenta de la Academia tomó la palabra para convocar a la inclusión y citar al reverendo Martin Luther King. No sea cosa que alguien piense que en Hollywood subsiste el racismo. No, las nominaciones de este año fueron sólo un error de carga.
Como siempre en la ceremonia, las interpretaciones, escenografías y coreos de las nominadas a canción original fueron una peor que la otra. La ganadora fue «Writings on the wall», de Spectre, la última de James Bond. Su intérprete, Sam Smith, dedicó el premio a la comunidad gay del mundo.
Dentro del desastre musical, la más digna fue la de Lady Gaga, presentada ni más ni menos que por Joe Biden que subió al escenario para convocar a cambiar la cultura para evitar que continúen los abusos contra las mujeres e introducir a la cantante quien, repitiendo escenario por segundo año consecutivo, interpretó “Til it happens”, de la película The hunting ground que aborda casos de violaciones en campus de las universidades en EEUU.
El “In memoriam” presentado por Louis Gosset Jr. tuvo recuerdos para Christopher Lee, Omar Sharif, Ettore Scola, Alan Rickman, David Bowie y Leonard Nimoy, entre otros. Un año de pérdidas dolorosas.
Mad Max: Fury road arrancó furiosa, comiéndose la noche pero luego, como la película misma, decayó sobre el final. De todos modos hizo una gran cosecha: Mejor vestuario, Diseño de producción, Maquillaje y peinado, Edición, Edición de sonido y Mezcla de sonido.
Había algunos números puestos que se confirmaron, tales como el premio a Mejor actriz para Brie Larson por su rol en La habitación, que ya venía de ganar una cuarentena de premios por su protagónico o la estatuilla para IntensaMente, que robó en Largometraje animado (el premio estaba tan cantado que lo presentaron personajes de Toy Story) y Mejor película en lengua extranjera, triunfó la unánime candidata húngara ganadora en el festival de Cannes Son of Saul.
Otros premios que se consideraban casi seguros, fallaron. Fue particularmente doloroso que no le dieran su Oscar a Stallone por su secundario en Creed. También John Williams se fue con las manos vacías, cuando el premio fue (imperdonablemente tarde) para el maestro Ennio Moricone por su banda de sonido para The Hateful Eight.
En Actriz secundaria el premio estaba disputado (y todos queríamos que se lo den a Kate Winslet, para que luego puedan sacarse la esperada foto titánica con Leo), pero fue para Alicia Vikander, por su papel en La chica danesa.
Las grandes sorpresas de la noche fueron el premio a Efectos especiales para Ex Machina, el Oscar a Mejor actor secundario para Mark Rilance por Puente de espías y el galardón para el hermoso cortometraje animado chileno Historia de un oso, de Gabriel Osorio y Pato Escola, que es la primer estatuilla para el país transandino.
Finalmente Leonardo DiCaprio obtuvo su premio por su entregadísima interpretación en el film de Alejandro Gónzalez Iñárritu, El Renacido. Hay que ver si se concreta la convocatoria “Si Leo DiCaprio gana el Oscar todos al Obelisco”. Había 25 mil interesados y más de 21 mil personas habían confirmado su asistencia. En su discurso Leo, previsiblemente, habló contra el cambio climático.
El renacido, (la más nominada de la noche, con 12 candidaturas) además del premio a mejor fotografía, obtuvo la estatuilla a Mejor director, con lo que Iñárritu mete un doblete histórico en la Academia. Luego de dedicarle el premio a Leo, el director convocó, polítiquísimamente correcto, a: “Liberarnos del prejuicio y de esta mentalidad tribal y asegurarnos de que por siempre el color de la piel sea algo tan irrelevante como el color de nuestro cabello”. Nuestro único consuelo para el premio al sobrevalorado director mexicano es que Donald Trump no debe estar feliz. Algo es algo.
A diferencia de otros años, no había consenso en torno a la mejor película. Las tres principales candidatas eran El renacido, En primera plana y La gran apuesta. Tres historias reales de las que le suelen gustar a Hollywood: una historia épica de supervivencia en condiciones naturales imposibles, una de un equipo de periodistas tenaces que logran develar una verdad institucional incómoda y una de esas historias políticamente correctas que critica los desbordes de voracidad del capitalismo, sin jamás considerarlos constitutivos.
La gran apuesta, que desmenuza la bicicleta financiera detrás de la burbuja inmobiliaria que estalló en los Estados Unidos en el año 2006, apenas se hizo con el Oscar a Mejor guión adaptado.
En primera plana, film basado en la historia real de una serie de artículos publicados en el Boston Globe que termina descubriendo la trama de encubrimiento de la Iglesia Católica para con una cantidad de casos de abuso de sacerdotes sobre menores, se llevó el primer premio de la noche, a guión adaptado, y también acabó haciéndose con el último y más codiciado. Este premio a Mejor película lo entregó Morgan Freeman (del elenco estable afroamericano de Hollywood sólo faltó Denzel Washington).
En los agradecimientos, los productores mencionaron al Papa Francisco y plantearon la necesidad de que la denuncia resuene en el Vaticano. Luego de la mundialmente famosa #PopeFace, Macri debe haber festejado el triunfo de un film que muestra la peor cara de la institución presidida por Bergoglio.
Así terminó la 88 entrega de los Oscars. En la quiniela, el 88 es “El Papa”. Estaba cantado. Ahí estaba la papa y no la vimos.
Pedro Perucca – @PedroP71
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