23 febrero, 2016
Despidos: diez microrrelatos de injusticia y desolación
Diez historias de trabajadores despedidos, diez experiencias que documentan la persecución sufrida por los empleados públicos desde la asunción de Mauricio Macri. El trato cruel, ofensivo, degradante, marcas del funcionamiento del nuevo gobierno como empleador.

Diez historias de trabajadores despedidos, diez experiencias que documentan la persecución sufrida por los empleados públicos desde la asunción de Mauricio Macri. El trato cruel, ofensivo, degradante, marcas del funcionamiento del nuevo gobierno como empleador.
Contáctese con el administrador
Ese lunes, al ingresar a la oficina prendí la computadora como todos los días. Cuando ingresé mi clave, automáticamente apareció un mensaje que decía, palabras más, palabras menos: «Su cuenta está inhabilitada. Por favor, contáctese con el administrador».
Llamé a Informática y la voz de un amable Gustavo me pidió mi nombre y apellido. Me dijo que estaban con mucho trabajo, que no sabían si hoy iban a poder chequear si esto era «un problema de informática», así que me preguntó mi horario de trabajo para contactarse en otro momento conmigo. Ahí me di cuenta de todo. Me acordé automáticamente las historias verdaderas que me habían contado sobre cómo se habían enterado del despido otras personas.
Después de algunas llamadas y gestiones de otra abogada con la que trabajaba, logró averiguar y avisarme que efectivamente estaba despedida. Al día siguiente me llegó el telegrama que decía que prescindían de mis servicios. Nadie vino a hablar conmigo, ni me pidieron copia de mi currículum o que, al menos, le cuente a alguien cuáles eran mis tareas.
(Paula, Ministerio de Justicia, 25 de enero)
Sin comunicación
Ese día, 12 de mis compañeros/as y yo llegamos a la oficina, como todos los días, y nos encontramos con que no podíamos ingresar al mail institucional. Comenzamos a llamar por teléfono a distintas áreas de informática hasta que nos informaron que debíamos comunicarnos con la Dirección de Recursos Humanos.
Llamamos y, telefónicamente, me informaron que tanto yo como el resto de mis compañeros/as estábamos despedidos y que nos llegaría el telegrama en los próximos días. Yo todavía espero la comunicación formal de mi despido.
Al no tener la comunicación formal de nuestros despidos, continuamos yendo a la oficina hasta que luego de una semana nos cortaron el acceso al edificio y pusieron a una persona en el ingreso que esperaba a algunos de los/as trabajadores/as.
(Natalia D’Alessandro, Dirección Nacional de Derechos Humanos, Ministerio de Seguridad, 18 de enero)
Orden de restricción
El título del memo era «Solicitud de restricción». Pegado en la puerta del ministerio, era el encargado de anunciarles a los trabajadores que desde ese mismo día estaban despedidos. “Por instrucción de la superioridad –decía el texto remitido al departamento de control de accesos– se solicita restringir el acceso al Ministerio de los agentes que se detallan a continuación…”. Y a continuación, el detalle de una veintena de cesanteados.
(Ministerio de Agroindustria, 10 de febrero)
La seguridad
Ese viernes no había listados en la puerta ni control de acceso al edificio. Al contrario, todo estaba cerrado. Sólo los empleados de seguridad, haciendo las veces de porteros, iban recibiendo de a uno a los trabajadores, anunciándoles que tenían la orden de no dejar pasar a nadie –absolutamente a nadie–. El programa entero había sido disuelto.
(Centro de Producción e Investigación Audiovisual, Ministerio de Cultura, 29 de enero)
El mensaje
Hasta poco antes de que echaran a Valeria, la página oficial del organismo todavía anunciaba las actividades culturales en las que ella trabajaba. Nunca nadie le avisó que se cancelarían. Ese viernes, que podría haber sido cualquiera, fue un mensaje de texto el que le avisó que su nombre figuraba en la lista de despedidos.
(Ministerio de Cultura, 29 de enero)
Contrato por día
A fines de enero, un periodista de Télam acreditado en Casa Rosada relató un caso por demás curioso: entre el centenar de trabajadores despedidos en la sede de gobierno, se encontraba uno al que le habían renovado su contrato justamente el día anterior; lo echaron apenas 24 horas después.
(Casa Rosada, 29 de enero)
El grupo
En el grupo de whatsapp que tiene con sus compañeros de trabajo, sabe Hernán que tiene la tarea más compleja: por ser el que entra más temprano a la oficina, es el encargado de avisarle al resto que se queden tranquilos, que esa mañana no hay vallas ni policías en la puerta.
(Ministerio de Trabajo, 3 de febrero)
Notificación fehaciente
En una de las áreas del Ministerio, el nuevo jefe fue conociendo el funcionamiento del sector sobre la marcha. Entre las novedades, y por si no se había enterado, un día Juliana le escribió avisándole que la habían echado. “Estoy despedida”, le dijo. Ella a él.
(Ministerio de Cultura, 29 de enero)
Los valientes
En la esquina de Alvear y Callao, los despedidos que reclamaban por sus derechos debieron lidiar, además, con los huevos y hielos que algunos vecinos les arrojaban desde un edificio. Pese a ello, los trabajadores echados continuaron la protesta. Los agresores, por su parte, valerosamente se escondieron en el interior del departamento al advertir la presencia policial.
(Marcelo T. de Alvear, esquina Callao, 29 de enero)
Reincorporados
En 2010, el Senado aprobó la creación del «Programa de formación e inserción laboral para personas con discapacidad». De ese programa dependía el centenar de trabajadores que un día de enero echó Gabriela Michetti y que, tres días después –desatadas las críticas de medios y opositores–, decidió por fin reincorporar.
(Senado, 7 de enero)
Producción: Federico Dalponte – @fdalponte
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.