Nacionales

9 febrero, 2016

La otra cara del Carnaval porteño

Este sábado se dio inicio al Carnaval porteño. Declarado patrimonio cultural en 1997 por el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, ha pasado de sostener 37 corsos en la ciudad en 2013 a 27 en este 2016, dejando a más de 30 murgas afuera del circuito oficial.

Este sábado se dio inicio al Carnaval porteño. Declarado patrimonio cultural en 1997 por el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, ha pasado de sostener 37 corsos en la ciudad en 2013 a 27 en este 2016, dejando a más de 30 murgas afuera del circuito oficial.

Desde la página oficial del Carnaval porteño en la web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anuncian más de cien murgas en 27 corsos callejeros en los barrios de Abasto, Almagro, Pompeya, San Telmo, Mataderos, Lugano, Barracas, Liniers, Flores, Saavedra, Palermo, Villa Crespo, Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Paternal, Parque Avellaneda, Balvanera, Colegiales, Coghlan y Boedo. Sin embargo, en la información que brindan, en vez de presentar los puntos del carnaval como “escenarios de las murgas” son expuestos como puntos de cortes de calle.

Para formar parte del circuito oficial hay que inscribirse a mitad de año en la Comisión de Carnaval Porteño de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad. Antes de las fiestas, los inscriptos deben presentar su actuación completa ante un jurado concursado, que evalúa a los participantes. El puntaje mínimo para poder continuar con las presentaciones es del 60%, que debe ser alcanzado tanto en el pre-carnaval como en dos de las presentaciones del circuito, donde es evaluada la calidad del espectáculo teniendo en cuenta baile, música y diseño de trajes y “fantasías” (accesorios que llevan los murgueros: banderas, sombrillas e incluso marionetas).

“Habitualmente al pre-carnaval se presentan 20 murgas y entran alrededor de 15 nuevas al circuito. Este año se presentaron 36 e ingresaron únicamente 6”, señaló Germán Delgado, miembro de Lagamur del rioba, una de las más de 130 murgas que participan del circuito oficial. “Cuando no alcanzan el 60% del puntaje, las murgas quedan afuera del circuito pero pueden inscribirse en el pre-carnaval. No es que hubieron 36 murgas nuevas, sino que muchas habían quedado afuera en 2015”, añadió.

El porcentaje mínimo para ingresar en el circuito oficial fue discutido y votado en asambleas de murgueros para luego ser presentado a la Comisión de Carnaval, de la cual forman parte representantes de las murgas y un representante de la Secretaría de Cultura del gobierno.

“Hay congresos de murga porteña donde se discuten las problemáticas que son percibidas por los propios murgueros, es un movimiento que se autogestiona en la mayoría de los niveles”, contó a Notas Tatiana Fagundez, integrante de la murga Poetas de Nadie, que ha entrado este año en el circuito oficial. “Más allá del subsidio que nos da el gobierno de la ciudad, la mayoría de las murgas se tienen que autogestionar porque no cubre el trabajo de todo el año”, añadió Ezequiel Caccavari, director de Poetas de Nadie.

Los corsos también son autogestivos: el corsero puede ser un club, una murga o una sociedad de fomento, entre otras, a quien el Gobierno de la Ciudad otorga su habilitación como corso oficial. El Gobierno de la Ciudad le envía las vallas, la bajada de la luz para poder montar el sonido, baños químicos y la programación de seis murgas del circuito los sábados y cuatro los domingos. El corsero, por su parte, es responsable de la seguridad, el escenario, el sonido, la iluminación, la decoración de la calle. Además, debe hacer cursos de bromatología para la venta de los comida y su ganancia queda solamente con las ventas de la espuma, la venta de choripanes y patys, ya que no tienen permitido vender alcohol.

“Desde el año pasado viene una persecución de los corsos, se nos quiso correr de las avenidas, hay una idea de que los corsos tiendan a desaparecer. He presenciado corsos habilitados y regulados a los que llegaban tres patrulleros con actas contra los corseros por ruidos molestos”, amplió Delgado.

Esta política da como resultado una reducción en el despliegue del carnaval porteño. “El año pasado hubo 33 corsos. Cuando iniciaron la inscripción este año solo se anotaron 20 y con mucho esfuerzo de los murgueros que salieron a convencer a corseros se llegó al número de 28. Lamentablemente uno de los corseros de Lugano se terminó bajando la última semana por problemas con la gendarmería”, subrayó el integrante de Lagamur del rioba.

Unos 15 mil artistas forman parte de los distintos corsos. El circuito oficial incluye cuatro tipos de murgas: las Centromurga (las más numerosas y tradicionales de bombo y platillo), las Agrupaciones Murgueras (más vinculadas a centros Culturales, con más instrumentos), las Invitadas (agrupaciones no originarias al carnaval porteño, como Scolas do Samba, Carnaval Norteño, Boliviano o Uruguayo) y las Agrupaciones Musicales y Humorísticas (que son características del barrio de La Boca).

“De rumores del ambiente se sabe que el objetivo es llevar a las murgas a un corsódromo, meternos en el parque de la ciudad o el autódromo, lejos del barrio, que ni se note que existimos”, denunció Delgado.

 

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