3 febrero, 2016
El «capitalismo en serio» según La Nación
Por Lucas Villasenin. El diario fundado por Bartolomé Mitre enmarcó en un editorial del último domingo el proyecto político del macrismo como un «capitalismo en serio», reproduciendo allí una serie de falacias que buscan legitimar a la clase dominante argentina.

Por Lucas Villasenin. El diario fundado por Bartolomé Mitre enmarcó en un editorial del último domingo el proyecto político del macrismo como un «capitalismo en serio», reproduciendo allí una serie de falacias que buscan legitimar a la clase dominante argentina.
Como no puede sorprender a ningún lector los dueños de La Nación están bastante lejos de cuestionar el sistema capitalista. Mientras el mundo entero atraviesa una crisis con múltiples dimensiones (económicas, políticas, ideológicas, ecológicas, etc.) para el diario el término «crisis» se focaliza en nuestro continente. El capitalismo nada tendría que ver entonces con cientos de miles de sirios o iraquíes cruzando el mar Mediterráneo, con las guerras en Medio Oriente o con el fracaso económico de la Unión Europea.
Como el capitalismo no está en discusión para los redactores del editorial el problema de nuestro país sería no haber desarrollado hasta la fecha un «capitalismo en serio». El mismo sería la combinación de: una moneda estable, instituciones adecuadas con «seguridad jurídica», promoción de inversiones dentro del país y una «clase empresaria nacional» que no recurra al Estado para capitalizarse.
Anti-comunismo y anti-populismo
Como en plena guerra fría, quienes escriben no se olvidan de expresar su anticomunismo al asociar a cualquier intento de superar al capitalismo con el fracaso de «crueles dictaduras y terrorismos sangrientos». Entonces no hay alternativa y el capitalismo es una fuerza inexorable de la historia de la humanidad.
Pero como el argumento anti-comunista tiene patas cortas ya que en nuestro país las dictaduras y el terrorismo difícilmente puedan vincularse con cualquier intento de construir la «utopía socialista». Y, dado que «Argentina nunca fue comunista», se hace necesario atacar al «populismo» como modelo. Esta definición despectiva se asocia a medidas como la defensa de derechos sociales pero que serían cortoplacistas y no darían garantía al capital interno que por esa razón se fuga hacia otros países. La responsabilidad sería de los gobernantes y de quienes en la Argentina «combaten al capital» y alejan a los inversionistas.
La hipocresía se funda en una reconstrucción de la historia Argentina ridícula. Según el editorial este populismo no se limita a dos o tres gobiernos sino que «el modelo autárquico adoptado por los militares a partir de 1943 fue reciclado y continuado por todos los gobiernos posteriores». Es decir, Perón y Kirchner, pero también Aramburu y Videla habrían impedido tengamos un capitalismo como el que anhelan los autores del texto.
Si el populismo se asocia a promesas económicas que no se pueden cumplir en el tiempo, lejos de acusarse a quienes «combaten el capital», deberíamos recurrir directamente a quienes han promovido las políticas liberales en Argentina. ¿Acaso alguien puede decir que «agrandamos la nación» luego de que la última dictadura militar convocó a «achicar el Estado»? ¿Acaso la «revolución productiva» que prometió Menem se llevó a la realidad en la década del noventa? La derecha argentina y los ideólogos neoliberales serían -en tal caso- los grandes populistas de nuestro país.
La historia cambia, las clases dominantes no
Según el editorial estamos «transitando un cambio único en la historia nacional» que sería el resultado de un «larguísimo proceso de maduración política». Ahora sí no habría más «capitalismo de amigos» y habría una institucionalidad sólida que atraiga a los capitales. Este cambio institucional y cultural permitiría que las empresas se instalen en el país, creen empleos y den lugar a una «clase empresaria nacional genuina y competitiva».
Por cierto que la llegada del macrismo al gobierno implica un cambio en la historia argentina. Pero está muy lejos de ser una novedad la idea de construir un «capitalismo en serio» como el que se propone. Hasta la ex-presidenta Cristina Fernández apelo al mismo slogan con una propuesta económica diferente.
Un primer caso que refuta la tesis del editorial es la misma designación de CEO’s al frente de las instituciones. La misma Isela Costantini que hasta hace pocas semanas era CEO de General Motors y ahora presidenta de Aerolíneas Argentinas es un ejemplo muy tajante de ello. Este sábado en el programa de Mirtha Legrand criticó a la dirección anterior porque la empresa «fue gestionada desde lo político y no desde lo administrativo».
Si esa convicción por defender lo «administrativo» sobre lo «político» fuera genuina habría que buscar declaraciones anteriores de Costantini que rechacen el préstamo de 70 millones de dólares de la ANSES a General Motors durante el gobierno kirchnerista. O del rechazo por los 17.400 millones que le otorgó la administración Bush a la empresa multinacional para evitar su quiebre luego de que con la crisis iniciada en 2008 sus activos financieros estallen por los aires.
Otro caso paradigmático es el de María Eugenia Telerico que además de ser abogada del HSBC fue elegida por el presidente para hacerse cargo de la Unidad de Información Financiera (UIF) que tiene como principal función la supervisión de las actividades de los bancos y evitar el lavado de dinero.
Si caben dudas de cuan «serio» sería este capitalismo habría que revisar la historia patrimonial del mismo Macri. Empresas como SOCMA y Sevel se beneficiaron con millonarias licitaciones del Estado, así como también fueron parte de la estatización de la deuda privada por parte de la última dictadura militar.
Las clases dominantes en Argentina siempre estuvieron vinculadas al capital transnacional y buscaron construir un imaginario social vinculado a sus supuestas bondades. Como diría el Che Guevara no son más que «su furgón de cola». La liberalización de la economía nacional -como propone el editorial- es actualmente la política que buscan imponer en el país con el mito de construir un «capitalismo serio».
La historia de Argentina y América Latina demuestra que las clases dominantes pueden tener de «nacional» el documento de identidad pero que sus intereses están lejos de tener bandera alguna. Como el mismo artículo reconoce, cuando las políticas no les agradan huyen a Miami, a Uruguay o a dónde más les plazca.
El «capitalismo en serio» que propuso el kirchnerismo se encontró defraudado por las clases dominantes que eligieron otra opción política que defienda sus intereses. El «capitalismo en serio» que propone el editorial de La Nación es una apología de las mismas clases dominantes que saquearon al Estado argentino y empobrecieron a su pueblo. Si de hablar con seriedad se trata habría que dejar el capitalismo e impulsar su superación.
@villaseninl
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