29 enero, 2016
Crisis política y rebelión popular en Haití
Las masivas movilizaciones populares que se han producido durante las últimas semanas son el resultado del descreimiento y la deslegitimación del proceso electoral que atravesó Haití durante todo el 2015, pero sólo son un síntoma que evidencia la profunda crisis política que se agudizó durante el gobierno de Michel Martelly.

La rebelión popular en Haití, que ya se ha mantenido durante semanas ocupando avenidas, zonas residenciales y hasta aeropuertos, y que reclama por un inmediato diálogo nacional y nuevas elecciones presidenciales, incluso la vuelta a la Constitución de 1987, evidencia la profunda crisis en que se encuentra el poder político que gobierna en ese país hace 12 años. Esto, a pocos días de finalizar el mandato de Michel Martelly el próximo 7 de febrero, un presidente que sólo pudo profundizar la situación de crisis política, social y económica en el país.
Este 28 de enero, Martelly anunció: “No entregaré el poder a los que no quieren ir a las elecciones después del 7 de febrero; si no hay un acuerdo no dejaré que el país entre en una situación de vacío de poder e inseguridad”. Pero lo cierto es que la actual crisis política es, en gran parte, su responsabilidad. La Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó ese mismo día el envío de una misión especial de mediación del conflicto. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), aprobó ese mismo día, con la participación de 32 de sus 34 miembros, el envío de una misión de cancilleres. Esto incrementó el enfrentamiento entre el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro que rechazó la medida, con los presidentes de algunos de los países promotores de la CELAC, como lo son Ecuador, Venezuela y Nicaragua.
Una masiva movilización de todas las fuerzas de oposición se espera para este viernes 29 de enero, mientras los niveles de represión se incrementan con la activa participación de las fuerzas de ocupación de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH, por sus siglas en francés-creol). Asimismo, militantes del partido oficialista, Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), anunciaron que marcharán hasta el centro de la ciudad provocando enfrentamientos con los opositores.
La escalada del conflicto
El año 2015 estuvo signado por el recambio presidencial, con dos fechas electorales clave el 9 de agosto, en la que se eligieron senadores y diputados, y el 25 de octubre, cuando tuvieron lugar las elecciones presidenciales generales.
Los resultados fueron presentados por el presidente del Consejo Electoral Provisional (CEP), Pierre Louise Opont, once días después de realizados los comicios. Según esta institución, el candidato presidencial Juvenel Moise del oficialista PHTK obtuvo el primer lugar con el 32,8% de los votos, mientras que Jude Celestin, candidato de la Liga Alternativa para el Progreso y la Emancipación Haitiana (Lapeh, seguidor del ex presidente René Preval) obtuvo el segundo puesto con el 25,2% de los votos.
En tercer lugar quedó Moïse Jean Charles de la plataforma progresista Pitit Dessalines (cuya traducción significa “Hijos de Dessalines” y que es apoyado por el movimiento Lavalas, del ex presidente Jean Bertrand Aristide), con un 14,2%. Estos resultados implican, de acuerdo a la Constitución haitiana, una segunda instancia electoral donde los dos primeros candidatos deben dirimir el resultado final.
Luego de efectuadas las elecciones y antes de conocerse los resultados, los candidatos de los ocho partidos de oposición de mayor peso denunciaron casos de fraude masivo y pidieron la conformación inmediata de una comisión investigadora -conformada por organismos de derechos humanos, medios de comunicación independientes, autoridades universitarias y asociaciones de mujeres-, como así también la apertura de las urnas y la realización de la elección presidencial fuera del período de mandato del actual presidente Martelly. “Sabemos que hubo fraude, se cambiaron los votos”, manifestó Celestin.
Durante esos once días, la prensa internacional -a través de cadenas como CNN y BBC-, catalogó los comicios como una “jornada sin violencia” y “con mucha participación”, mientras que la Unión Europea alabó las elecciones y el Departamento de Estado de los Estados Unidos respaldó públicamente todo el proceso electoral.
Sin embargo, las protestas callejeras por denuncia de fraude se produjeron inmediatamente luego de conocerse los resultados, donde un seguidor de Moïse Jean Charles fue asesinado y otros tantos detenidos por la fuerte represión policial. Las manifestaciones populares y las barricadas en las calles se instalaron en todas las ciudades del país desde entonces.
Por su parte, el cuestionado CEP convocó pocos días después a realizar la segunda vuelta para el 27 de diciembre, que debió ser suspendida tras el incremento de las protestas y el reclamo de la conformación de una comisión independiente revisora de los comicios anteriores. El 1 de enero, durante los festejos por el 212° aniversario de la Independencia de Haití, el presidente Michel Martelly anunció que la segunda vuelta para la elección presidencial se llevaría adelante el 17 de enero, seis días después de que el nuevo Parlamento entre en funcionamiento.
Sin embargo, el 4 de enero la recientemente conformada Comisión Independiente de Evaluación Electoral manifestó haber encontrado “fuertes irregularidades” en la revisión de las elecciones del 25 de octubre y aconsejó al presidente convocar a un “amplio diálogo nacional” para garantizar la realización de la segunda vuelta. El 6 de enero, Martelly y la CEP anunciaron que las elecciones pendientes se realizarían próximamente: la fecha pactada entre ambos poderes fue el 24 de enero.
Frente a esta noticia, el incremento de la movilización y el rechazo popular a la decisión tomada por Martelly se expandió por todo el país, denunciando un “golpe de Estado electoral” y exigiendo la suspensión de los comicios. El 18 de enero, Celestin anunció su renuncia a la segunda vuelta electoral. Esto aceleró un proceso de deslegitimación del proceso que llevó al Senado y al Primer Ministro, Evans Paul, a aconsejar la suspensión de la elección.
Martelly se mantuvo firme en su posición, mientras renunciaban funcionarios del CEP y acrecentaba los niveles de represión en manos de la policía y las tropas de ocupación de la ONU de la MINUSTAH, que se encuentra en el país desde el 2004.
Finalmente, frente a la presión social, Martelly anunció la suspensión de los comicios el pasado 22 de enero. Esto implica que las elecciones presidenciales deberán realizarse una vez culminado su mandato, luego del 7 de febrero. No obstante, este jueves señaló que está dispuesto a «sacrificarse por el país” y afirmó que no dejará la presidencia para que «el país caiga en el caos».
Micaela Ryan – @LaMicaRyan
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