Batalla de Ideas

28 diciembre, 2015

Manuela Sáenz, envuelta en amores y revolución

Por María Paula García. Un 27 de diciembre de 1797 nació en Quito, Ecuador, Manuela Sáenz. Debido a una historia oficial que se encargó de invisibilizar a las mujeres, Manuela fue recordada como la amante de Simón Bolívar. Y en parte es cierto. Sin embargo fue mucho más que eso. Fue una mujer que miró más allá de su tiempo.

Por María Paula García. Un 27 de diciembre de 1797 nació en Quito, Ecuador, Manuela Sáenz. Debido a una historia oficial que se encargó tanto de invisibilizar a las mujeres como de ocultar la lucha de resistencia de nuestros pueblos, Manuela fue recordada como la amante de Simón Bolívar. Y en parte es cierto. Ella y Bolívar vivieron una gran historia de amor. Sin embargo fue mucho más que eso. Fue una mujer que miró más allá de su tiempo.

El propio nacimiento estuvo envuelto en un escándalo, ya que nació bastarda, fruto de una relación entonces prohibida entre su madre criolla y un español casado. Y el escándalo continuó: con apenas 16 años escapó de un convento con un enamorado y a los 26 años abandonó a su acaudalado marido inglés cuando conoció a Bolívar. Desde ese momento lo amó y abrazó su causa. Aunque cuando Manuela Sáenz y Simón Bolívar se conocieron ella ya tenía mucha lucha sobre sus espaldas.

Fue una protagonista de primer plano en la guerra contra el imperio español. Combatió en la batalla de Pichincha, decisiva para la liberación de Ecuador, y en la batalla de Ayacucho, que garantizó la soberanía de Perú. A tal punto fue su accionar que el general José de San Martín le otorgó el título de caballeresa de la Orden del Sol de Perú al llegar a Lima en 1821.

Cuando en junio de 1822 Bolívar entró triunfalmente a Quito, ella le arrojó una corona de rosas a su caballo; él la saludó con su sombrero y le dijo sonriente: “Señora, si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a España”.

A partir de allí, Manuela acompañó a Bolívar a lo largo de toda su campaña, hasta su muerte en 1830. Le salvó la vida en dos oportunidades, hecho que le valió el mote de “libertadora del libertador”.

Tomó conocimiento de su muerte cuando estaba en pleno viaje para cuidarlo de su enfermedad. La biografía que se construyó a partir de sus diarios y cartas dicen que escribió: “Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero”.

Al tiempo, fue desterrada de Colombia y no le permitieron volver a Quito. Falleció en Paita, Perú, a los 59 años en noviembre de 1856, durante una epidemia de difteria. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones fueron incineradas, incluyendo una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. “No hay tumba para Manuelita, no hay entierro para la flor”, escribió Pablo Neruda en su memoria en la recordada elegía La insepulta de Paita.

Manuela Saenz fue una de las mujeres más destacadas de la lucha por la independencia latinoamericana. Sus detractores la denigraron por ser una trasgresora para la época. Y claro, no se limitó al rol tradicional otorgado a las mujeres: no confeccionó uniformes ni banderas, no fue una simple acompañante del ejército, no fue cocinera, ni prostituta, fue mucho más que enfermera o espía. Y aunque quisieron mantenerla en el conocido lugar de ser “la amante de”, no lo lograron.

Tuvo ideas muy avanzadas sobre la integración latinoamericana y los derechos de las mujeres. Intercambió sobre ello incluso con Juana Azurduy a través de varias cartas.

Bolívar fue el primero en reconocer su compromiso. En una carta al general Córdova, le recuerda a este el respeto que se merece: “Ella es también Libertadora, no por mi título, sino por su ya demostrada osadía y valor, sin que usted y otros puedan objetar tal. […] De este raciocinio viene el respeto que se merece como mujer y como patriota”.

El 5 de julio de 2010, durante la celebración del 199° aniversario de la firma del Acta de Independencia de Venezuela, fue colocado en el Panteón Nacional un cofre con tierra de la localidad peruana de Paita, donde fue enterrada Manuela Sáenz. Sus restos simbólicos fueron trasladados desde Perú, atravesando Ecuador, Colombia y Venezuela hasta arribar a Caracas por vía terrestre, donde reposan junto al Altar Principal, donde yacen los restos de Simón Bolívar.

Además, se le concedió póstumamente el ascenso a generala de división del Ejército Nacional Bolivariano por su participación en la guerra independentista, en un acto al que asistieron el presidente Rafael Correa de Ecuador y Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela.

“Manuela Sáenz es una de esas mujeres inmortales, que aún después de muerta sigue naciendo todavía. Manuela, la despatriada, la consecuente revolucionaria que siempre estuvo dispuesta a jugarse por la libertad, ha vuelto a tener patria”, afirmó Correa en su discurso. «Con este acto libertario podemos decir que no sólo la espada de Bolívar camina por América Latina», agregó, “Manuela, con su claridad manifiesta, con el amor, con la valentía y la conciencia, cabalga de nuevo por la historia”. Valoró especialmente su mirada continental, integracionista y su sueño de unidad de los pueblos diversos cobijados por una América unida, libre y soberana.

Hugo Chávez, por su parte, celebró el acto de homenaje a Manuela Sáenz como una reivindicación histórica al papel de la mujer en nuestros pueblos, a esas mujeres que siempre se las minimizó y se las excluyó de las páginas de la historia. “Manuela no es Manuela”, culminó Chávez: “Manuela son las mujeres indígenas, las mujeres negras, las mujeres criollas y mestizas que lucharon, luchan y seguirán luchando por la dignidad de sus hijos, de sus nietos, de la patria”.

@MariaPaula_71

Imagen: Etten Carvallo

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Batalla de Ideas