23 diciembre, 2015
Cuando el lobo del hombre muerde
Por Juan Manuel Erazo. Eran las 9.40 en los estudios de América TV cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich hablaba: “No tenemos ningún tipo de problema con los trabajadores. Pero ahora está llegando el Club River Plate y tenemos que correr a los manifestantes. Le pedimos a la población que nos comprenda”.

Por Juan Manuel Erazo. Eran las 9.40 en los estudios de América TV cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich hablaba: “No tenemos ningún tipo de problema con los trabajadores. Pero ahora está llegando el Club River Plate y tenemos que correr a los manifestantes. Le pedimos a la población que nos comprenda”. La ministra hacía honor a la retorica PRO: en su espalda escondía un palo (real), por delante exhibía un globo (inocente, imaginario) y por las dudas, pidió disculpas a “la población”.
A los trabajadores de Cresta Roja les quedaba una represión más. Pasadas las 14, efectivos de la Gendarmería Nacional reprimieron nuevamente con balas de goma, palos, camiones hidrantes y gases lacrimógenos. Inmediatamente Clarín dedicó una nota completa sobre «infiltrados políticos» que provocaron desmanes, descontextualizando las declaraciones del delegado Cristian Villalba que hizo una distinción entre trabajadores de la empresa y militantes de izquierda a los cuales igualmente agradeció la ayuda de alimentos y fondos comunes.
La vicepresidenta Gabriela Michetti sostuvo: «El Estado ha recuperado la posibilidad de regular dos derechos que colisionan, el de la libertad para manifestar y el de la libre circulación». El ABC del consenso represivo: el trabajador aun sin trabajo es la violencia, el capital armado habla de paz. «Si se vuelve a cortar una ruta, se vuelve a trabajar de la misma manera». El ABC del dominio: la persuasión, el miedo.
Poco antes de la reunión con el ministro de Trabajo Jorge Triaca, la jueza Valeria Pérez Casado determinó la quiebra de la empresa que facilitaría una solución definitiva al conflicto a partir de la venta de los bienes de Rasic Hermanos con el fin de preservar las fuentes laborales. La represión ya se había realizado, las espaldas ya lastimadas por las gomas, los antecedentes armados, el miedo.
Hay dos voces en el asunto. Para Triaca, «Gendarmería cumplió con el mandato del juez», para Cristian Villalba “nos habían dicho que podíamos seguir con el corte si dejábamos dos carriles liberados, y hoy vinieron y nos dieron cinco minutos para liberar la autopista por orden del presidente Mauricio Macri”. Medios, jueces, empresas, ministros, todos en sintonía. Por un lado el trabajo, vulnerado. Por otro lado el capital, y un gobierno que lo complace.
La clase fragmentada
La represión en Cresta Roja tiene trasfondo. Las tres CGT lideradas por Moyano, Barrionuevo y Caló manifestaron su descontento ante la posibilidad de no obtener un bono de fin de año, incluso el líder camionero se manifestó en “alerta” y evaluó la posibilidad de movilizar. No obstante, el sindicato de Choferes de Camiones consiguió un bono cuyo monto dependerá de la categoría del trabajador, y ya quedó cerrada una reunión con los tres líderes sindicales para este miércoles.
De esta manera, la calle quedó atrás, sin importar que hayan quedado fuera de las negociaciones diversos sectores de la clase trabajadora que no estarían representados. En palabras de Agustín Tosco, “la burocracia sindical, es el ejercicio de los cargos sindicales con el criterio de reducir todo al sindicalismo, de administrar desde posiciones de poder los beneficios de quedarse gobernando al movimiento obrero desde posiciones administrativas”.
Por otro lado, la marcha que la CTA Autónoma liderada por Pablo Micheli había convocado para este martes junto a organizaciones populares (Frente de Izquierda, MST, FPDS, Patria Grande) y gremios de trabajadores de la economía popular (AGTCAP y CTEP), se levantó. La CTA Autónoma decidió no participar sin dar declaraciones oficiales sobre el asunto (solo informó en su página oficial que se reunió la Comisión Ejecutiva Nacional con el fin de caracterizar la nueva etapa y consolidar su orgánica).
Por su parte la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) manifestó levantar la medida de fuerza ante “el ofrecimiento del Gobierno Nacional visto como un primer gesto de dialogo”. No obstante, mantuvo en alto la exigencia de Paritaria Sociales, la liberación de pagos adeudados y la disconformidad con el monto de la AUH.
Pero luego de lo sucedido en Cresta Roja, varias de las organizaciones que componen la CTEP, como el Movimiento de Trabajadores Excluidos, decidieron marchar -en un claro gesto de solidaridad- junto a las agrupaciones de izquierda que sostenían la medida aun sin representación de los sindicatos convocantes.
La CTA de Hugo Yansky (vinculada al espacio kirchnerista) no convocó a la marcha, pero cuestionó el no pago de un bono de fin de año y repudió la represión en Cresta Roja: “La aplicación de la violencia, por parte de las fuerzas policiales y de gendarmería, es un antecedente de lo que se propone hacer con el nuevo protocolo de seguridad que, por lo visto, estará dirigido a reprimir y criminalizar la protesta social”, señaló.
En definitiva, un complejo, denso y heterogéneo entramado de centrales sindicales y organizaciones sociales y políticas, se muestran lentas y fragmentadas en la gimnasia del reclamo y la movilización. La representación política y sindical de la clase trabajadora es un reflejo de la fragmentación de la misma, un circulo vicioso. Las organizaciones políticas y gremiales deberán estar a la altura de los desafíos que implica defender las conquistas logradas ante una avanzada de las fuerzas conservadoras.
Teatro antidisturbios
Para que el capital avance sobre el trabajo con impunidad y palos se necesitan dos factores: una clase trabajadora débil y fragmentada, con sus herramientas de representación viciadas, y un consenso represivo en la sociedad (jurídico y mediático) que permita este avance. Las fuerzas del establishment vienen haciendo la tarea.
Pero el avance del capital a los palazos no es algo que se da abruptamente de un gobierno para el otro. Si bien diversos diputados del Frente para la Victoria manifestaron en una declaración que “este modelo no avanza sin represión”, las imágenes hoy vistas no distaban mucho de los palos que Berni supo ofrecer en tiempos de acuerdos con los sectores económicos concentrados. No se vio a la militancia kirchnerista en la calle, manifestándose activamente por los trabajadores de Cresta Roja. Que marche una autocritica, porque los enemigos no discriminan entre soldados a la hora de atacar.
Las últimas ofensivas del capital estuvieron precedidas de una gran derrota de la clase trabajadora. A diferencia de 1976 y 1989, no existe ahora el terrorismo de Estado o el terror a la hiperinflación.
Pero las mezquindades entre aquellos que piensan un mundo mejor podrían comerse las conquistas logradas más de lo que puede una bala de goma, un gas lacrimógeno. El capital está decidido, el PRO lleva la marca de la gorra, la marca de su clase. Sin la unidad del campo popular para resistir, sin la unidad para pensar un país diferente, nuevos fracasos sucederán a los antiguos y veremos que tan fuerte muerde al hombre (trabajador) el lobo del hombre (explotador).
@JuanchiVasco
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