16 diciembre, 2015
Manfroni no sorportó el uno-dos de Verbitsky y Charly
Por Pedro Perucca. Luego de la oleada de repudio en las redes sociales y de la carta abierta de Charly García en su contra, Carlos Manfroni, el cuestionado funcionario designado en el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, finalmente renunció a asumir el cargo. Pidió disculpas a García y dijo que «ya no piensa lo mismo» que en sus columnas de Cabildo durante la dictadura.

Por Pedro Perucca. En el inicio de la semana un tema aparentemente secundario logró colarse con ímpetu en las discusiones macro sobre políticas económicas y cuestionamientos republicanos: Charly García dio a conocer una carta pública a Hernán Lombardi en la que manifestaba su indignación por la designación de Carlos Manfroni como secretario de Asuntos Legislativos en el Ministerio de Seguridad encabezado por Patricia Bullrich.
La indignación del ídolo rockero se desató cuando algunos amigos le acercaron un artículo publicado por Horacio Verbitsky el día domingo en Página 12. En un recuadro titulado “El mensaje del diablo”, el “Perro” recuperaba algunas citas de artículos de la columna que Manfroni supo publicar durante la última dictadura en el mensuario “surrealista” Cabildo, órgano de la derecha más desembozada.
Allí, en artículos con títulos como “La Injusticia del Igualitarismo”, “El progresismo es judaico” (hasta hace algunas horas disponible online en el sitio Nacionalismo Católico San Juan Bautista y ahora inencontrable), “La soledad de los Materialistas” o “El Anticristianismo y el Rock”, Manfroni desgranaba perlas reaccionarias como:
– La democracia y la libertad son productos de la hedionda Revolución Francesa, que para peor también fabricó el amor a la Humanidad, puro onanismo intelectual.
– El materialista pueblo judío instruye a los hijos de Sión para conquistar el poder. El progresismo lleva el estigma del temporalismo judaico y masónico.
– Toda deformación de la cultura debe ser considerada subversiva y, como tal, erradicada.
– La “filosofía” del rock conduce al deseo desesperado de la muerte e induce al suicidio, como lo demuestran las letras de las canciones de Charly García, Spinetta y Moris. Ofrece la posibilidad de convertirse en un animal o un marica.
Esto colmó la paciencia de Charly. Y eso que en su resumen, Verbitsky había omitido otra cita con una referencia directa al bigote bicolor más famoso del rock del columnista de Cabildo, que sí había recuperado para el artículo «Perros de Pavlov», publicado en 2008: “Los artistas son parásitos sociales, voluntariamente inservibles en el papel de hombres de bien, chicos caprichosos que expresan su rebeldía con gestos como teñirse el bigote a dos colores, hasta justificar la guerrilla marxista, pero condenan la guerra por las Malvinas”.
En su carta abierta a Lombardi, a quien conoció en ocasión de sus presentaciones en el Teatro Colón (“mas allá de muchas desprolijidades, usted me cayó simpático y me pareció que comprendía mi obra”), el músico deja fluir su justa indignación: “Ahora, resulta que soy un animal, pervertido, drogadicto, homosexual, etc. Merezco una disculpa. Yo compuse Los Dinosaurios, y luche contra la dictadura y UN PELOTUDO está en contra de la Revolución Francesa???? De John Lennon??? Del amor??”.
García cerraba su misiva con un contundente: “No cuenten conmigo, ignorantes”. Al final, en un momento de tristeza, reconocía sentir “que la lucha fue en vano”, para luego recuperarse y volver a ser el Charly de siempre: “Pero aun así , estaremos presentes en nuestras letras… todos nosotros… como en aquellas épocas negras”.
La volcánica misiva del ídolo fue la gota que rebalsó un vaso que ya las redes sociales habían venido colmando desde el momento mismo en que Manfroni volvió a ser noticia, luego de ser denunciado por realizar entrevistas a trabajadores del Ministerio de Seguridad en las que intentaba trazar un perfil político e ideológico de cada uno (hecho oportunamente denunciado como «persecución ideológica» por la Asociación Trabajadores del Estado).
Ante el escándalo, este martes Manfroni comunicó públicamente su decisión de no aceptar el nombramiento: “He declinado, no quiero perjudicar al nuevo gobierno”. Luego agregó que le pidió disculpas a Charly e intentó justificarse explicando que sus concepciones acerca del rock fueron escritas cuando tenía 20 años y que hoy «ya no piensa así».
Desde su cuenta de Twitter sostuvo: “Esto es una muestra de lo que puede hacer una propaganda deshonesta: adjudicarte cosas inexactas de cuatro décadas atrás como si fueran actuales”. Y en Facebook agregó: “Juzgar a una persona por cosas que supuestamente escribió hace cuatro décadas y que no sólo ya no piensa, sino que públicamente escribió cosas en un sentido completamente diferente, es una real injusticia. Cualquiera podría haber consultado mis artículos y mis libros durante las últimas décadas, pero prefirieron tomarse de algo que publicó Verbitsky para hacer una campaña política en contra del gobierno”.
En su posteo además opinó que “la historia de una persona debe observarse en forma completa” y que “imputar a alguien por lo que dijo hace décadas es completamente irracional”. Dejando de lado la cuestión de que la “memoria completa” suele ser un latiguillo de los reivindicadores de la dictadura militar que, fieles a la teoría de los dos demonios, exigen poner en pie de igualdad el terrorismo de Estado y los actos de las organizaciones populares armadas, el argumento del paso del tiempo podría ser válido. Pero sólo a condición de que el supuesto cambio de pensamiento fuera constatable en algún lado, cosa que con Manfroni ciertamente no sucede.
Según informa Verbitsky, en la actualidad Manfroni “dirige una Fundación de Etica Pública y un curso en la Universidad Católica auspiciado por la embajada de Estados Unidos sobre reglas contra la corrupción”. El abogado también es miembro del consejo académico de la Fundación Libertad y Progreso (cargo que comparte con referentes de la derecha tales como Marcos Aguinis, José María Dagnino Pastore, Ricardo López Murphy y Roberto Cachanosky, entre otros, en esa verdadera cantera de dirigentes conservadores dirigida por Manuel Solanet, Augusto Etchebarne y Aldo Abram) y además columnista de La Nación y de Perfil.
Tanto en su rol de abogado como en el de escritor y periodista, Manfroni no ha cesado de atacar a las Madres de Plaza de Mayo o a los inmigrantes y de destilar su veneno contra los gobiernos revolucionarios de Cuba o Venezuela, mientras propaga su tendenciosa visión de la historia de los años setenta a través de conferencias y libros (Montoneros Soldados de Massera y Los otros muertos, que contabiliza las «víctimas civiles de la guerrilla»).
En su réplica al artículo de Verbitysky de 2008, Manfroni repite casi textuales los mismos argumentos de hoy: «Constituye una deliberada injusticia la publicación de textos de más de un cuarto de siglo sin decir al mismo tiempo que, desde hace décadas, mantengo públicamente un pensamiento absolutamente distante del que se me adjudica, difundido -entre otros medios- por vía de mis libros, claramente identificados con lo que vuestra línea editorial denominaría ‘derecha liberal”. Implacable, el «Perro» remata con un pie de página fatality: «Si Mussolini viviera, también se diría de derecha liberal».
Traudl Junge, la última secretaria de Hitler, supo recordar autocríticamente su experiencia en una serie de notas en las que sostuvo que “ser joven no es una excusa para no haber comprendido ciertas cosas y me cuesta mucho perdonarme”. Manfroni recorre el camino opuesto y, a casi 40 años de sus juveniles y bestiales dichos de la época de Cabildo, parece que sus cambios más substanciales no son de fondo sino de forma. A lo mejor hoy ya pueda escuchar algo de rock sin persignarse, pero por lo demás su fascismo parece mantenerse incólume.
@PedroP71
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