15 diciembre, 2015
Una España a cuatro: elecciones el 20D
España anda revuelta. No es que el estado natural del país ibérico sea especialmente de serenidad y sosiego, pero la situación es especial. El próximo 20 de diciembre se celebran Elecciones Generales, que conformarán un nuevo parlamento y un Gobierno de la Nación.

España anda revuelta. No es que el estado natural del país ibérico sea especialmente de serenidad y sosiego, pero la situación es especial. El próximo 20 de diciembre se celebran Elecciones Generales, que conformarán un nuevo parlamento y un Gobierno de la Nación.
Según todas las encuestas, de un modelo de bipartidismo imperfecto se pasará a un escenario con múltiples partidos.
Punto de partida: cuatro años conservadores
En noviembre de 2011 ganó las elecciones generales el Partido Popular, que engloba a diversas familias conservadoras y liberales. Su presidente, Mariano Rajoy, fue investido presidente del Gobierno con el respaldo de una amplia mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Se había aprovechado el desgaste del anterior gobierno del PSOE (socialdemócrata) para ocupar su espacio. Hoy, cuatro años después, otras dos fuerzas políticas parecen disputar el espacio político al bipartidismo PP-PSOE: son Ciudadanos y Podemos.
Antes de seguir conviene explicar someramente el sistema político español: en España existe un sistema parlamentario bicameral, con fuerte protagonismo del presidente del Gobierno, quien no solo preside y coordina el Consejo de Ministros sino que ejerce un verdadero rol de impulso y dirección. Esto es así dado que la Jefatura del Estado recae en el rey de España, que arbitra y modera pero no gobierna (tiene autoridad “moral” y “simbólica” en mayor medida).
En las elecciones generales se escoge al Senado (en teoría, cámara de representación territorial) y el Congreso de los Diputados. Es ésta última la cámara importante, ya que puede romper el veto del Senado en el proceso legislativo y es la encargada de otorgar su confianza al candidato a presidente del Gobierno propuesto por el rey (que básicamente es la opción del partido más votado).
Dicho ésto, se entiende que si un partido controla más de la mitad de los escaños del Congreso de los Diputados, un presidente de un sistema parlamentario puede gobernar, legislar y reformar sin cortapisas. Las medidas de control al Gobierno de Rajoy como la moción de censura se vuelven ineficaces, al igual que intentar modificar las leyes que impulsa el Ejecutivo.
Ello ha propiciado que los últimos años Rajoy haya impulsado una serie de medidas muy impopulares, entre las que se destacan el aumento de las competencias a la policía, recortes sociales por valor de miles de millones, derogación de la legislación de protección ambiental o la introducción de la cadena perpetua.
En este contexto apareció en 2014 un partido encabezado por un grupo de profesores de Ciencia Política de Madrid. Su cara visible es un polémico intelectual reconocido en tertulias de televisión: Pablo Iglesias. Se presentaron a las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014 con el nombre de Podemos y contra todo pronóstico consiguieron más de un millón de votos y cinco eurodiputados.
Este fenómeno acaparó portadas nacionales e internacionales, que estudiaron con perplejidad que sus cargos electos se bajaran el sueldo, escogieran viajar en clase turista o el corte de pelo del recién llegado.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (organismo público español de estudios sociales) llegó a situarles en un 19,5% de intención directa de voto, disputando la hegemonía tradicional al PP y al PSOE. Su crítica a las instituciones políticas y financieras, su alineamiento con la izquierda latinoamericana y griega y su reivindicación del 15M (“Movimiento de los Indignados”) han sido vistos por algunos como que han canalizado “el voto de protesta”. Con el tiempo han apelado al votante tradicional del PSOE, que apuesta por lanzar a su líder Pedro Sánchez.
La otra “sorpresa” de la política reciente se llama Ciudadanos: éste es un partido que se define como progresista liberal, de centro democrático. Apareció en Cataluña hace una década con una defensa a la unidad de España frente al nacionalismo e independentismo catalán.
En el último tercio de 2014 se produjo la gran expansión de Ciudadanos, que pasó de ser un partido restringido a Cataluña a prepararse para presentarse en las elecciones regionales en Andalucía de marzo y crear estructuras por todo el Estado. En las elecciones regionales en Cataluña del 27 de septiembre de 2015 obtuvieron el segundo lugar en número de escaños, convirtiéndose en principal partido de la oposición. Su cara visible, Albert Rivera, se posiciona como uno de los más valorados.
Los últimos meses la atención mediática sobre Ciudadanos ha ido en paralelo a un aumento espectacular de la intención de voto. En el mismo periodo Podemos ha sufrido un proceso inverso. Esto podría interpretarse como que el “voto de protesta” se dividió entre Podemos y Ciudadanos, perdiendo por consiguiente la formación de Pablo Iglesias parte de su respaldo.
Otro factor a tener en cuenta es que este año también hubo elecciones locales. La sorpresa ha sido que en varios gobiernos municipales han entrado candidaturas “del cambio”. Son confluencias entre distintas tendencias de izquierda y movimientos sociales. Entre ellas destacan a Manuela Carmena en Madrid y la activista Ada Colau en Barcelona, las dos principales ciudades de España, pero también se ha repetido la fórmula en otros municipios como Cádiz, Zaragoza y más. Estas iniciativas no funcionaron en todas las ciudades, pero supuso un revulsivo para la política nacional.
A Podemos se le ha echado en cara que algunos de sus fundadores hayan colaborado con regímenes de la izquierda latinoamericana en calidad de asesores, llegando a decirse que “les financia el chavismo”. De Ciudadanos, por su parte se habla de su viraje del centro a la derecha, incorporando a asesores que trabajan para las grandes empresas de España.
Frente a estas nuevas ofertas partidarias, los partidos “tradicionales”, PP y PSOE, intentan renovar discursos y candidatos. Sin embargo, el desgaste de anteriores gobiernos y la enorme cantidad de casos de corrupción que les rodean ha hecho que su anterior protagonismo vaya a ser compartido con “los nuevos” como sugiere la gráfica del politólogo Basilio Moreno.
Los actuales sondeos sugieren que vamos a un escenario con protagonismo de cuatro partidos (o al menos de 3+1). Una especie de multipartidismo moderado, donde los acuerdos de gobierno van a ser obligatorios. Los escenarios posibles más previsibles son:
– Acuerdo PP-Ciudadanos.
– Acuerdo PSOE-Ciudadanos.
– Acuerdo PSOE-Podemos (aunque Pablo Iglesias ha repetido que solo si ellos quedan por encima).
– Acuerdo PP-PSOE: la “Gran Coalición”, como se conoce en Alemania.
Hay que decir que aunque sí ha habido anteriores pactos de gobierno para que uno de los partidos alcanzara la presidencia, en España siempre ha habido “gobiernos monocolor”. Es decir, a diferencia de otros regímenes parlamentarios, no hemos visto a un presidente de un partido A otorgarle un ministerio a un ministro de un partido B. Sí ha ocurrido en otros niveles de gobierno (regional, local), pero no está enraizado en la cultura política española.
Estando así la situación, la incertidumbre es mayor que nunca. En un contexto de contestación a las políticas de austeridad de la Unión Europea y varios años de contestación social en la calle, lo menos que se puede esperar es que los representantes se sienten a negociar y a dejar entrar aire fresco. La situación bien lo merece.
Manuel Rodríguez*, desde Madrid – @Manu_Corleone
* Redactor e integrante del portal Cámara Cívica de España
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