10 diciembre, 2015
Michael Laudrup, el rey danés
Hubo un primer “equipo de los sueños” del Barcelona. Un engranaje de funcionamiento perfecto que se ganó el mote a base de triunfos y conquistas de títulos con un gesto irreductible: pasársela al que tiene la camiseta del mismo color. Ese equipo tenía en sus filas a Michael Laudrup, el “rey” danés.

En unos días, River tendrá la posibilidad de ganarse un lugar en la final del Mundial de Clubes. De no mediar tragedia, lo esperará el Barcelona. El equipo dirigido por Marcelo Gallardo deberá recuperar la memoria y recordar a la perfección lo hecho en el trimestre agosto-septiembre-octubre del lejano 2014 si pretende dar el golpe. El equipo comandado por Luis Enrique, en cambio, parece tener muy fresca la imagen del Dream Team.
Inevitable es pensar en el Barcelona de Pep Guardiola. Sin embargo, hubo un primer “equipo de los sueños”. Un engranaje de funcionamiento perfecto que se ganó el mote a base de triunfos y conquistas de títulos con un gesto irreductible: pasársela al que tiene la camiseta del mismo color. Ese equipo lo dirigía Johan Cruyff. Ese equipo tenía en sus filas a Michael Laudrup, el “rey” danés.
Rey del control en velocidad. Rey de la gambeta de pie a pie. Rey del pase final. “Puto amo” de esa estocada letal dada entre líneas, en cortada, mirando para el otro lado. Rey elegante y con talento. Rey que debutó con apenas 16 años en el Brondby. Rey que convirtió 23 goles en apenas 38 partidos. Rey que dos años después era el segundo jugador más joven en debutar en la selección de Dinamarca.
Vistió la 9, la 14, la 10. Así se movió entre las líneas de cal. Así se forjó un estilo en el terreno de juego. Mediapunta, extremo, delantero. Asistencia y gol. Pero sobre todo gambeta. Gambeta de esa que se hace en el lugar, la difícil. Con un dejo de ilusionista, con algo de alquimista, ponía frente a las narices del futuro eludido el balón y cuando la presa creía ser cazador, con la derecha tocaba para la zurda y chau, a mirarle la patente.
La Juventus, esa que representó al caído norte de la Italia rica en tiempos del imposible Maradona en el Napoli, lo compró en 1983 y lo cedió a la Lazio. Allí estuvo dos temporadas. Descendió y volvió a la “Vecchia Signora”. Ya había partido el polaco Zbigniew Boniek, el cupo de extranjeros se abría y Michel Platini lo esperaba para ganar el scudetto de 1985.
Decía Cortázar que la casualidad es el nombre que se le pone a aquello que no se sabe explicar. Aquello que nos sorprende hasta la fascinación y nos deja sin razón, incapaces de poder describirlo. Por eso no es casualidad, que Laudrup haya estado presente en Tokyo el 8 de diciembre de 1985 en el que la Juventus y Argentinos Juniors jugaron la mejor final de la Copa Intercontinental. Marcó el empate definitivo que llevó el partido a la más injusta definición por penales que haya existido jamás. Allí sí, la casualidad quiso que fallase pero igual se coronaría campeón.
Antes de que Cruyff decidiera juntarlo a Ronald Koeman, Josep Guardiola y Hristo Stoichkov, integró la selección semifinalista de la Eurocopa de 1984, en Francia, donde España fue su verdugo en los disparos desde el punto penal. Quiso el destino que, después de la sorprendente primera ronda en Mexico 86 incluido el 6 a 1 a Uruguay, aparezca otra vez España comandada por Butragueño. Fue 5 a 1, la salida menos esperada.
Llegó al Barcelona en 1989. Debía reemplazar nada más y nada menos que a Gary Lineker, goleador del mundial en el que Diego eternizó mil imágenes. Cuatro ligas en fila, dos Supercopas de España, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa y la primera Liga de Campeones de la historia del equipo catalán.
En 1994, un año antes de pasar al Real Madrid, el Milán de Fabio Capello venció al Dream Team por 4 a 0 en la final de la Liga de Campeones disputada en Atenas, Grecia. Una vez finalizado el encuentro, el entrenador italiano afirmó haber sentido tranquilidad cuando supo que en la alineación inicial Cruyff había dejado afuera al único jugador que temía: Michael Laudrup. Ese partido marcó el final de su ciclo en el equipo blaugrana.
El Real Madrid, con Valdano como entrenador luego de su paso por el Tenerife, lo contrató y obtuvo la Liga de 1995. Allí junto con Fernando Redondo y José Emilio Amavisca hicieron lo posible como para superar la transición que trajo consigo las partidas del “Buitre” Butragueño y Michel.
Fue protagonista de dos goleadas históricas, separadas un año de la otra y vistiendo ambas camisetas. Estuvo en el 5 a 0 del Barcelona en el Camp Nou, la noche que Romario pegó el mejor zarpazo de todos. También fue partícipe indispensable en la venganza del equipo “Merengue”, la noche en que Iván Zamorano le marcó tres goles al Barcelona en media hora de juego. El resultado final fue 5 a 0.
Antes de terminar su carrera en el Ajax de Holanda, jugó una temporada en el Vissel Kobe de Japón, país en el que en unos días, River intentará imponer su sueño. O por lo menos, evitar dormirse y ser presa del equipo de los sueños. Uno que en sus orígenes, tuvo un rey llamado Michael Laudrup.
Federico Coguzza – @ellanzallama
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