10 diciembre, 2015
Crónica de un diálogo espontáneo entre el pueblo y el gobierno
“Les voy a decir lo que fue el grito que me salió del alma cuando los vi: ¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución!”. A grito pelado, visiblemente conmocionadas, miles de personas frente al palacio de Miraflores vibraban al unísono. El grito emergía de la garganta de Nicolás Maduro, el presidente obrero de Venezuela, también emocionado.

“Les voy a decir lo que fue el grito que me salió del alma cuando los vi: ¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución!”. A grito pelado, visiblemente conmocionadas, miles de personas frente al palacio de Miraflores vibraban al unísono. El grito emergía de la garganta de Nicolás Maduro, el presidente obrero de Venezuela, también emocionado.
Era el final de un discurso imprevisto, arriba de un camión improvisado, en una jornada llena de ese tipo de sorpresas propias de la Revolución Bolivariana que -es necesario aclarar para miradas desprevenidas o malintencionadas-, vive y busca los caminos para recomponerse de la derrota electoral sufrida.
Desde el mediodía se habían reunido distintos movimientos populares de Caracas agrupados en la Campaña Popular Hugo Chávez (CAPHUCHA), que tras conocer el resultado de las elecciones del domingo 6 de diciembre decidieron convocar una concentración en la casa de gobierno venezolana para llevar a la práctica el parlamentarismo de calle.
La magnitud de la concentración demostró enseguida que la convocatoria había empalmado con el sentir de la base social chavista. Se dio lugar a una asamblea frente al cordón de seguridad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que protege habitualmente la zona del Palacio de Miraflores.
Se sucedían las intervenciones, llamando a la profundización de la revolución, denunciando a la oposición como agente de la burguesía, cuestionando a sectores internos del chavismo por su papel obstaculizador. Hasta que pidió la palabra el ministro Salazar, general patriota del 4 de febrero de 1992, y le ordenó al capitán de la fuerza que permita que el pueblo acceda a la puerta de la casa de gobierno. Al abrirse el cordón militar, una marea popular se dirigió hacia la entrada de la Avenida Sucre, donde se reanudó la asamblea.
Pero enseguida una imagen generó la emoción de todos los participantes: en la terraza del Cuartel Diego Ibarra, frente al Palacio de Miraflores, una docena de soldados saludaban a la multitud con el puño en alto, mientras ondeaban la bandera venezolana. Y en la entrada del cuartel otros se acercaban a las rejas compartiendo las consignas de la movilización. Resonó en la mente de todos el recuerdo del 13 de abril de 2002, cuando un levantamiento cívico-militar rescató al presidente Chávez del golpe de Estado que se había producido dos días antes.
Con ese telón de fondo, la asamblea continuó. Hasta que desde el fondo de la calle llegó un revuelo. Era el presidente Maduro, que -según explicó después- cuando se enteró de la concentración dijo: “Quiero ir allá para ver quienes son, para hablar con ellos, quiero ir allá para recibir su abrazo y darles mi abrazo”. A lo que la gente contestó “¡somos chavistas, y de los duros, y los chavistas, nos resteamos con Maduro!”. Grito que fue contestado por el presidente dando inicio a un ejercicio de diálogo directo, “o hay pueblo haciendo revolución o no habrá revolución jamás”.
El diálogo pueblo-gobierno se enmarcó en la respuesta del chavismo frente a la derrota electoral: “He convocado a un diálogo con el pueblo para que logremos un renacimiento de la Revolución Bolivariana”, insistió Maduro, quien convocó también a un Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela y a los Consejos Presidenciales de encuentro con las expresiones del poder popular.
La multitud interrumpió al presidente con la primera estrofa del himno nacional venezolano, “gloria al bravo pueblo…”, dando vida a uno de los momentos más emotivos de la tarde. Una vez terminado, Maduro pasó a plantear una estrategia cuyo objetivo es “convertir esta crisis en una crisis revolucionaria que nos permita un renacer de la Revolución Bolivariana: lo primero que tenemos que hacer es denunciar el plan imperialista de guerra económica, política y psicológica contra el pueblo de Venezuela”, esa es la batalla principal. En segundo lugar, explicó que “estamos frente a una crisis política que puede derivar en dos cosas: o en una contrarrevolución fascista o en una revolución renovada, radical, profunda, popular, rumbo al socialismo”.
Este dilema, en la misma sintonía del planteo del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, lo llevó a plantear que “o salimos de este atascadero en que esta guerra económica nos metió, en que nuestros propios errores nos metieron, en que nos metieron la burocracia y la corrupción que invadieron las políticas revolucionarias, o salimos por la vía de la revolución; o Venezuela va a entrar en un gran conflicto que va a afectar a toda la región latinoamericana y caribeña”. Y por las dudas agregó: “Yo no me voy a rendir, yo voy a combatir, voy a combatir por ustedes y con ustedes, junto a ustedes”, lo que desató una aclamación general al grito de “¡no volverán!”.
En ese momento Maduro llevó el intercambio a su máxima intensidad al decir que está “dispuesto a encabezar una revolución radical, socialista, popular” y preguntando al pueblo movilizado “¿ustedes me van a acompañar en esa batalla?”, lo que generó un estruendoso “¡sí!” que estremeció el centro de Caracas.
Mientras desde la gente comenzó a escucharse con fuerza el grito de “Maduro, avanza, el pueblo no se cansa”, el presidente obrero terminó su discurso con una propuesta que sorprendió a la multitud. “Quiero escucharlos a ustedes cara a cara”, dijo. “Ahora tengo una reunión pautada aquí, pero ustedes se organizan unos doscientos y yo los espero adentro a las ocho para que hagamos una jornada estratégica de planificación revolucionaria del nuevo 4 de febrero, del nuevo 13 de abril”.
Un pueblo con altos niveles de organización y movilización. Un gobierno revolucionario. Una derecha que logró un triunfo contundente en las elecciones legislativas, donde se expresó la pérdida de la hegemonía política chavista vigente durante 17 años. Pero que sin embargo tampoco demostró una hegemonía política de la oposición, como testimonia el fuerte componente de voto castigo y el 43% de los votantes que se mantuvieron firmes junto al chavismo a pesar de la guerra económica.
En ese marco, los movimientos populares venezolanos y el conjunto del poder popular demostraron el miércoles que a fuerza de iniciativa política pueden tener un rol clave para enfrentar a la derecha y empujar hacia adelante el proceso revolucionario, junto al liderazgo bolivariano.
Ulises Bosia, desde Caracas – @ulibosia
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