8 diciembre, 2015
Todo está perdido y eso es lo hermoso
Segunda parte de la entrevista exclusiva a la actriz trans cordobesa Camila Sosa Villada donde relata sus inicios en el folklore, sus temas teatrales y proyectos a futuro. Tampoco pierde la oportunidad de denunciar la pacatería de Youtube que le ha censurado algunos videos.

Segunda parte de la entrevista exclusiva a la actriz Camila Sosa Villada, nacida en Córdoba en 1982. Entre sus trabajos teatrales se destacan: Carnes Tolendas, Retrato escénico de un travesti, Evocaciones dramáticas sobre Tita Merello y Billie Holiday y Llórame un río. En 2014 estrenó su primera obra como directora, Los Ríos del Olvido y fue protagonista de El Bello Indiferente en el Centro Cultural San Martín, de Capital Federal.
– ¿Cómo empezaste a escribir?
– Escribir escribí desde siempre, poemas, como lo más sencillo de escribir. Después tuve una época, cuando descubrí a García Márquez, en que quería escribir como él y escribía novelas en una máquina de escribir con tinta roja. Y después lo quemé todo, en la adolescencia. Me cagaban a pedos por escribir a máquina y hacer ruido.
– ¿Todo bien tus viejos con tus cambios?
– No, todo mal. Pero también yo fui una hija difícil. Les hice fácil muchas cosas porque era muy buena alumna, muy astuta, yo me hice cargo también de provocar en ellos algo bueno siempre. Estudiaba, tenía desde muy chica un sentido de la justicia que era muy personal y muy justo además. Mi papá, por ejemplo, tenía que ir a la dirección a buscarme porque me había peleado a los gritos con una maestra. Y mi papá iba orgulloso a buscarme, a mí me daba la sensación de que mi papá iba a buscarme orgulloso, aunque siempre me decía que yo no le daba satisfacciones porque había dejado de bailar folklore. Él me mandó a bailar folclore a los seis años y yo me recibí como el profesor de folclore más joven de la Argentina, a los 12.
Bailaba bien y cuando íbamos a los festivales me ganaba premios y todo eso, pero para mí era una tortura, todo tortuoso. Es como decirte que era un puto en medio de un universo que era muy machista. La pasaba muy mal. Me discriminaban, me hacían cosas horribles. Además era gordo, siempre me decían que me quedaba mal el traje de gaucho, todo era tremendo para mí.
A los 12 se me empezó a ampliar la cabeza. Todos los domingos iba a misa, era monaguillo y después me quedaba con un grupo que se llamaba ‘La infancia misionera’, que era una cosa espantosa. Un día un veterinario del pueblo, que era un chupacirios que iba todos los domingos a misa, fue a dar una clase de homosexualidad en la iglesia y dijo tantas burradas, tantas brutalidades que hasta yo me daba cuenta que había algo ahí que no estaba bien. Me decepcioné muchísimo de la Iglesia y llegué a mi casa y dije que no iba a volver más.
Y al año le dije a mi papá que no iba a bailar más. Se que eso para él fue un dolor. Y al año les caí con que era gay y al otro año me empecé a travestir. Así que les iba dando 365 días de descanso y después pegaba un giro de 360 grados. Después le dije que era vegetariana y eso fue lo que más le molestó, lo peor que podría haberle hecho. Ahora ya no lo soy pero en ese momento fue una gran revelación en casa. No se lo tomaron bien, pobres.
– ¿Y todo esto que te iba pasando lo ibas escribiendo?
– Sublimaba. Escribía historias donde la protagonista era yo pero nunca lo decía. Me cuesta un poco reflexionar ahora al respecto porque ya lo hice. Si me hubiera pasado sólo en la cabeza no hubiera pasado por lo que pasé, como me atreví a hacerlo. No pensé en nada, lo hice directamente. Caminé, cogí, me puse minifalda, me compré vestidos, todo lo que pude hacer como trava lo hice. Ahora como estoy tranquila y vuelve todo eso a mí y me hago la cabeza, voy a terapia.
– Volvamos a la dramaturgia, ¿Cómo escribís hoy? ¿tenés algún procedimiento?
– No. Me pasa algo y lo escribo. Escribo a veces, no tengo una conducta de escritura como otros que se exigen escribir tanto tiempo por día. Solamente escribo algo que me pasa o un pensamiento, una frase. Hoy estaba en la ducha y no sé por qué me acordé de mis primas y entonces dije: «ay, tengo que escribirles un poema a mis primas». Eso me pasa siempre. Algo me aparece en la cabeza y lo escribo.
Otra gente, por ejemplo el Lucas Tejerina, sufre cuando no tiene inspiración para escribir y dice que está seco, se amarga, se chupa. Yo me lo tomo con absoluta naturalidad, no sufro prácticamente nada no poder escribir. Con la dramaturgia es distinto porque sé lo que quiero ver y entonces lo escribo directamente. Sé lo que quiero escuchar y le voy diciendo a los actores: «decí esto, decí esto otro». Y después lo escribo. Con la Frida pasó lo mismo, sabía de lo que quería hacer, tenía como la idea de los cuadros, entonces lo único que tenía que hacer era ponerle voz a esos cuadros. Y eso hice.
– ¿Estás contenta con Frida?
– Sí, aunque me censuraron un video el otro día por infringir las normas de Youtube. Pero todo bien. No se pueden mostrar tetas, qué bronca.
– Yo te sigo por las redes y siempre que te leo me parece que hacés un uso muy refinado de la palabra. Incluso por Facebook sos muy elegante en la comunicación, el lenguaje y las imágenes.
– Pero si ese video era hermoso. Y lo hicimos con jugo de remolacha en el piso de La Cochera. No sabés qué divino que era (risas). Ese tráiler en particular, en el que Frida está acostada y la cámara la toma toda vestida de sangre. Eso me trajo muchísima bronca. Lo mismo hicieron con El bello indiferente, qué pelotudos. Igual nunca pudieron bajar la marquesina que era gigante. Dicen que una vez estaba Lopérfido hablando en una presentación en el San Martín y se le apareció la imagen mía detrás medio desnuda con el cuchillo gigante. Imagináte la cara de Lopérfido, me empezaron a sacar fotos todos porque era increíble a dónde puede llegar la cultura, la provocación y el escándalo. Maravilloso.
– ¿Y a ese refinamiento siempre lo tuviste o lo fuiste desarrollando?
– Creo que tengo buen gusto naturalmente. Además, soy un personaje arrabalero, hecho en la calle, tengo conocimiento sobre un mundo que muy pocos conocen desde ese lado. Porque soy realmente una minoría, la grosería me cae con estilo. A otra persona no se lo van a permitir. A otra mina no. No le sería tan fácil a otra responder las cosas que digo yo. En cambio a mí me lo dejan hacer y yo me aprovecho vilmente. Y cada ataque que recae sobre mí yo digo que es transfobia. Entonces estoy inmunizada. El Paco dice que soy impune. En realidad soy una guaranga.
– ¿Y ahora hacia dónde vas?
– Me encantaría agarrar un avión e irme con dinero a Brasil y brillar.
– ¿A hacer qué?
– Supongo que seguir actuando, cantando. Supongo que cantaría más porque es un país más musical.
– ¿Y por qué no te vas?
– Porque no quiero estar lejos de mi mamá. No quiero estar lejos de mis viejos. También me da un poco de julepe irme sola. Sé que viviría muy bien, pero no me puedo ir mucho de mi casa. Que no es mi casa sino un departamento alquilado, pero igual no me gusta estar mucho tiempo lejos de ahí.
Casi nunca voy a coger a la casa de otro, como para que te des una idea, cojo en mi casa. Me parece que tiene que ser ahí, ¿entendés? Me mata estar lejos de mi casa. Me encanta estar ahí. Y no sé qué me va a pasar.
Tengo ideas, tengo planes. Me gustaría hacer un teatro, para lo que ya sé que cuento con el público. Lo único que me pesa un poco es que a ese público hay que darle de comer. Como un animal. Entonces negocio entre lo que quiero hacer y lo que puedo ofrecerle al público, lo que le guste. Puedo hacer 20 personajes al mismo tiempo y yo sé que eso gusta. Entonces negocio qué es lo que quiero en ese formato o de esa manera. Porque soy discípula del Paco lo pienso muchísimo al público cuando estoy haciendo una obra. No se tiene que aburrir. El aburrimiento del otro es lo peor. Y no hay nada más aburrido que estar del lado de la ley, del lado de la corrección política.
– Igual es fácil ir y volver. Vos también lo sabés.
– No, ¿sabés que no? Porque es la hipocresía lo que sostiene al mundo en realidad. Y ahí toda batalla cultural, poética, está perdida. La supremacía de lo bello, del pensamiento, del conocimiento, de la pregunta, eso está perdido, porque hay una enorme hipocresía que sostiene a todo el universo. El arte ha sabido negociar con el capitalismo. Entonces está perdido. Todo está perdido para siempre. Eso es lo hermoso, que es una batalla ya perdida. Vamos a morir secos, sin agua, con gente muriéndose de hambre, va a ser espantoso. Yo no quiero estar ahí.
– No, yo tampoco. No tengo idea dónde vamos a estar pero tratemos de que ahí no.
– Además me dijeron que no hacen reservas (otra vez la risa). ¡Déjenme en paz!
Gustavo Kreiman – @donnarrusa
Esta entrevista está dedicada a Victoria Varas, amiga, periodista, quien me enseñó a hablar con los otros con un grabador en la mano.
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