7 diciembre, 2015
El equipo que puso un presidente
Por Lucas De París. La idea es descabellada y hasta reduccionista, es cierto, pero la importancia del fútbol a la hora de catapultar a Mauricio Macri a la política es innegable. ¿Qué sería de la vida del presidente electo sin los títulos obtenidos por aquel Boca que ganó todo?

Por Lucas De París. El papel que tuvo el fútbol a la hora de catapultar a Mauricio Macri a la política es innegable. ¿Qué sería de la vida del presidente electo sin los títulos obtenidos por aquel Boca que ganó todo?
La idea es descabellada y hasta reduccionista, es cierto. ¿Quién podría afirmar que las gambetas de Juan Román Riquelme o la pericia táctica de Carlos Bianchi son las únicas responsables de que hoy Mauricio Macri sea el presidente electo? Probablemente nadie. Pero es inevitable pensar que su gestión durante 12 años como máximo directivo de Boca fue el puente perfecto entre el ámbito privado-deportivo a la esfera pública, primero como jefe de gobierno porteño y hoy como presidente de la Nación.
Ahora bien, ¿hay otra razón que no sea el éxito deportivo durante su gestión, que incluyen cuatro Libertadores y dos Intercontinentales, que haya hecho posible esto? «Boca está lleno de problemas bajo un paraguas deportivo exitoso», sostuvo al diario La Nación en 1999 Carlos Heller, por ese entonces candidato a vicepresidente junto a Antonio Alegre. La misma dupla que supo dirigir el club entre 1986 y 1995, año donde el actual presidente electo ganó su primera elección, denunciaba por ese entonces la intención de Macri de catapultarse a la política.
En la entrevista mencionada, Alegre afirmó que Macri quiso convencerlo de que se baje de la candidatura: “Macri me citó en el Sheraton, en enero del 95, y me dijo: ‘No se presente, Antonio. Yo quiero ser senador, quiero estar en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y después de los 45 años quiero ser presidente de la República’. Me ofreció el oro y el moro: ser presidente honorario, titular de la comisión de obras”. Cumplió.
Las primeras medidas que tomó el ingeniero como máximo directivo de Boca fue aumentar la cuota social un 25% y reducir los sueldos de los empleados y del plantel profesional. Además, recortó el presupuesto para el resto de los deportes a excepción del fútbol y el básquet. Así, en 1997 desapareció el equipo de voley, que un año antes había sido finalista. Curiosamente, este año sucedió algo parecido. Lo que se dice ajuste, en este caso sobre un club que estaba bastante bien económicamente después de la gestión de Alegre y Heller.
El hoy presidente electo también cambió el estatuto modificando varios puntos, entre los cuales se destaca la necesidad de presentar avales bancarios que respalden el 10% del patrimonio del club para ser candidato a presidente. En el 2003, ante la falta de oposición por este motivo, gana unas “elecciones” envueltas en polémicas, obteniendo la re-reelección que él mismo eliminó del estatuto. Curioso.
Estos y otros varios detalles más no tan conocidos se pueden contar del paso de Mauricio Macri por la institución de la Ribera. Pero lo público y lo que recuerda la mayoría de la gente es el fútbol; es el invicto de 40 partidos, es la victoria en cuartos de final ante River en el 2000, la final el mismo año ante Palmeiras y el siguiente ante Cruz Azul, las victorias históricas ante el Real Madrid y el Milan, el caño a Yepes y tantas otras cosas más.
Tras asumir en 1995, el que agarró las riendas del equipo fue Carlos Salvador Bilardo y se contrató a Jorge Griffa para que maneje las categorías juveniles. Después de eso, Veira, Latorre y el cabaret. Nada funcionaba y faltaba un año y medio para las elecciones de 1999 a las que Macri llegaba sin ningún título. Tras la salida del «Bambino» el apuntado era Pasarella. “Boca está loco por Pasarella”, tituló El Gráfico por ese entonces y Olé indicó que el Kaiser le dijo a Macri: “A Boca lo saco campeón”. Pero todo eso se diluyó y el apuntado, de segunda mano, fue Carlos Bianchi. El resto es Historia, y de la grande, porque con él como conductor, Boca se convirtió en uno de los clubes más importantes del mundo y eso es incuestionable.
Hay otro presidente en Latinoamérica que le debe gran parte de su cargo a un técnico argentino. El actual DT de la selección argentina, Gerardo Martino, fue el encargado de catapultar a Horacio Cartés a la política paraguaya. Es que el tricampeonato obtenido por Libertad cuando confluyeron como técnico y presidente a principios de la década pasada, posicionó a Cartés fuertemente en el fútbol de aquel país, asumiendo el cargo de director de selecciones durante la exitosa campaña paraguaya en el mundial 2010, también con el Tata como técnico. De ahí se metió en el Partido Colorado y en el 2013 fue elegido presidente de la República del Paraguay. Sector privado, ámbito deportivo, gestión pública. Cualquier similitud con el líder de Cambiemos no es casualidad.
Estas líneas no pretenden desmerecer el recorrido y el esfuerzo que hayan podido llegar a hacer estos hombres para llegar donde están (aún con grandes polémicas de ambos lados), pero no se puede dejar de preguntar qué hubiese pasado si Pasarella era el hombre que asumía como técnico en 1997 y no Bianchi. ¿Qué hubiese pasado si Palermo no la cruzaba tan bien ante Casillas en el 2000? ¿Qué hubiese pasado si Cruz Azul hubiese acertado más penales o si Cascini hubiese fallado el suyo ante el Milan? ¿Si Óscar Córdoba no hubiese atajado pelota que ande dando vuelta por el área porque Bermúdez no llegó a despejar, hubiese llegado tan lejos Mauricio Macri? Tal vez, puertas adentro, el futuro presidente esté eternamente agradecido a toda esa camada de jugadores y al técnico que le dio tanta gloria, a pesar de haber terminado enemistado con muchos de ellos en el medio de una puja de protagonismo y algo más.
Pensar en una victoria del hoy líder de Cambiemos en las elecciones de Boca en 1999 era impensado si no obtenía el bicampeonato con Bianchi. De ahí imaginar a un Macri jefe de gobierno sin haber ganado nada con el club, mucho más difícil. Es hacer conjeturas de lo que nunca sucedió, pero resulta interesante pensar como una camada de jugadores que hizo historia en el fútbol de nuestro país, puede, indirectamente, ser parte de la historia política también.
En este contexto, se puede pensar que ya desde el primer intento fallido para ser jefe de gobierno en 2003, y quizás antes, la derecha pudo haber visto en Macri una esperanza para acceder al poder. Si no, no se explica cómo alguien que fue procesado por sobreprecios a la hora de contratar un sistema de vigilancia o acusado de cobrarle coimas a los jugadores para aprobar sus transferencias al exterior, se presenta hoy como la encarnación del respeto, tolerancia, consenso, alegría y cualquier calificativo que suene bonito.
La Ciudad y la Nación no son un club de fútbol, y un club de fútbol tampoco es una empresa, aunque se haya manejado como tal. Ese es el adn político del ingeniero Macri y lo mostró en todos los cargos que ocupó.
@lucass_dp
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