Batalla de Ideas

4 diciembre, 2015

La democracia que está en riesgo el 6D en Venezuela

Por Lucas Villasenin. La acusación de que en Venezuela no hay democracia es la principal crítica que le hacen al gobierno de Nicolás Maduro quienes se le oponen en el mundo entero. Sin embargo existen toda una serie de hechos que contradicen esta acusación.

Por Lucas Villasenin. Como se señalaba en un artículo publicado en Notas, en Venezuela hay un régimen político en dónde las autoridades son elegidas a través del voto popular, hay libertades para los medios de comunicación opositores y también hay una justicia que condena a quienes atentan contra el sistema democrático. Pero el concepto de «democracia» cobra un sentido más profundo aún en este país.

La constitución de 1999 como ejemplo de ciudadanía

Cuando Hugo Chávez llegó al gobierno la primera medida que tomó fue la convocatoria a una asamblea constituyente y el 87% del electorado votó a favor terminar con la vigencia de Constitución de 1961. Luego, el 72% aprobó la nueva carta magna.

El gobierno venezolano, cuya fuerza política le permitió obtener la mayoría de los constituyentes, le dio un carácter revolucionario y popular al proceso. «Es importantísimo que la Asamblea Constituyente lo escriba dentro de sus máximas eternas, el pueblo es el único combustible de la historia», dijo Chávez el 5 de agosto de 1999 al abrir las sesiones de la asamblea.

Entre los cambios más radicales que estableció la Constitución se encuentra la introducción de mecanismos de democracia directa, participativa y protagónica. Se considera allí que la participación popular es fundamental en la ejecución y control de la gestión pública. Se crearon el Poder Ciudadano y el Poder Electoral. Además, se conformaron herramientas democráticas como el referéndum para que las y los ciudadanos decidan sobre las cuestiones fundamentales del país y la revocabilidad de todos los cargos electivos como mecanismos complementarios de la democracia representativa.

El proceso constituyente anunciado no solo dejó como resultado una nueva Constitución, sino también un nuevo concepto de ciudadanía. El pueblo no delega su mandato para que gobiernen en su nombre y es él mismo quién debe ejercer efectivamente la soberanía.

En un continente en dónde el consenso de las políticas neoliberales era hegemónico se fortaleció con aquella Constitución la soberanía sobre los bienes petroleros, mineros y gasíferos. Se declaró al latifundio como contrario al interés colectivo y se promovieron nuevas formas de propiedad (asociativas y particulares).

Además de los cambios sustanciales que estableció la nueva carta magna, uno de los datos más relevantes fue el altísimo nivel de involucramiento de la población en torno a sus derechos y obligaciones. Desde entonces se imprimieron millones de ejemplares que fueron distribuidos gratuitamente. Actualmente muchos ciudadanos y ciudadanas llevan algún ejemplar encima y la cita de algunos de sus artículos es repetida de memoria por millones de personas.

Difícilmente se encuentre en el mundo ejemplos en dónde una parte tan importante de la población se haya apropiado de su constitución como en Venezuela. Obviamente, también existen quienes la rechazan. Por esa razón el primer decreto -del autodenominado presidente Pedro Carmona Estanga- durante el intento de golpe de Estado de abril de 2002 fue suspender su vigencia.

Socialismo es democracia

En diciembre del 2004 el presidente Chávez sorprendió a más de un analista político internacional cuando en un encuentro de intelectuales declaró que había que «retomar la teoría socialista». No se trataba de una adaptación al sistema capitalista o una alternativa al interior del mismo como era el caso de los partidos socialistas europeos.

Como dijo un mes después en el Foro Social Mundial de San Pablo: «Al capitalismo hay que transcenderlo por la vía del socialismo, por esa vía es que hay que trascender el modelo capitalista». Se trataba en los hechos de retomar las ideas socialistas como antagónicas al sistema capitalista, algo que ya ningún líder -excepto Fidel Castro- se proponía en el mundo.

La propuesta del socialismo del siglo XXI se diferenció claramente de la propuesta del «socialismo real» soviético y también de todas las variantes de las izquierdas que subestiman los valores democráticos reduciéndolos a un tipo de régimen político «burgués» o solo a un «método» para llegar al gobierno. Ese no es el concepto de democracia que utiliza el socialismo del siglo XXI. Por eso no se trata tampoco para Chávez de una «revolución democrática» cuyos gobernantes representaban al pueblo sino de instaurar en el país una «democracia revolucionaria» que libere a los ciudadanos de las élites políticas.

El poder del pueblo

A diferencia de las ideologías liberales que limitan la democracia a las formas de acceder al gobierno, a las «libertades democráticas» para difundir ideas y propuestas o a la «división de poderes» propia del Estado moderno, el socialismo del siglo XXI retoma el sentido de la etimología clásica de la democracia como «poder» o «gobierno» del pueblo.

La democracia no pueda ser llevada a la práctica mientras predomina el poder económico de una minoría sobre la mayoría de la población como proclaman los apologistas del liberalismo. La economía tiene que ver con la democracia porque tiene que ver con el poder y en el capitalismo el poder no lo tiene el pueblo sino las minorías. Por esa razón, cuando Chávez abrió las sesiones de la Asamblea Nacional en el año 2006 dijo: «Si queremos acabar con la pobreza, démosle poder a los pobres. Ellos acabarán con la pobreza».

Desde que en Venezuela el socialismo del siglo XXI fue tomado como proyecto histórico por millones de personas desde el Estado se buscó generar las condiciones para que haya más democracia. Se sancionaron leyes para la creación de Consejos Comunales y Comunas que promovieran la organización de los ciudadanos y se destinó una importante parte de la renta petrolera para emprendimientos productivos que plantearon el germen de una sociedad superadora del capitalismo.

Al día de hoy en Venezuela hay 1.408 comunas y 45.348 consejos comunales. Estas instancias de organización territorial cuentan con sus propios parlamentos y comisiones en dónde se busca ejercer la soberanía del pueblo desde aspectos económicos hasta militares. De esta democracia nunca hablan aquellos que usan de esta palabra para defender a quiénes -como Leopoldo López- la han atacado sistemáticamente.

El Plan de la Patria 2013-2019, que guía al gobierno venezolano, establece el objetivo crear un total de tres mil comunas. En los últimos días Maduro dijo que se podría llegar a las cinco mil si se continúa acelerando el proceso de organización popular. Para que eso sea posible será necesario que el domingo 6 de diciembre quienes atentan contra el empoderamiento popular y la democracia desde la oposición sean derrotados.

Esa oposición -que suspendió la constitución en su fallido golpe de Estado o que se asocia al sicariato que asesina comuneros y ciudadanos- es la que pone en riesgo a la democracia en el Venezuela.

@villaseninl

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