Economía

27 noviembre, 2015

Seis ministros, un solo poder económico

El futuro Jefe de Gabinete, Marcos Peña, anunció los nuevos ministros de Mauricio Macri. Los nombres para Economía ya han generado una nueva oleada de polémicas.

Nos encontramos frente a un panorama de recomposición de la clase política argentina. Si bien hay nombres que se repiten, tenemos delante a una derecha posneoliberal que habrá que caracterizar a medida que vaya desplegando su política. En este sentido, será de suma importancia observar cada medida que surja de sus fauces, porque de ellas derivará la lógica de esta nueva derecha latinoamericana.

El equipo económico de Macri

Hay ciertos rasgos comunes en los ministros anunciados: en su mayoría egresados de universidades privadas con posgrados en administración, muchos de ellos con un pasado ligado a trabajos en empresas privadas o entidades bancarias internacionales, todos ellos ligados a intereses económicos nacionales y extranjeros y algunos de ellos con un pasado político ligado a los gobiernos de Menem y de la Rúa.

El equipo económico anunciado por Marcos Peña estará compuesto por seis ministerios: Hacienda y Finanzas, Producción, Energía, Agricultura, Transporte y Trabajo. El Ministerio de Hacienda será el encargado de coordinar la política económica del gobierno, pero actuará de conjunto con los otros cinco ministerios que supuestamente tendrán el mismo peso.

El nombre más fuerte de la cartera económica es el de Alfonso Prat-Gay, quien dirigirá el Ministerio de Hacienda y Finanzas. Economista graduado de la Universidad Católica Argentina, trabajó en la entidad financiera J.P. Morgan en Nueva York, Londres y Buenos Aires. Fue titular del Banco Central en el gobierno de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner, pero decidió no renovar su cargo en 2004 por desacuerdos con el presidente y el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna.

El ministerio de Hacienda estará secundado por Pedro Lacoste, como viceministro de Prat-Gay, mientras que la secretaría de Finanzas estará comandada por Luis Caputo, ejecutivo del Deutsche Bank. Entre sus prioridades se encuentra el levantamiento del “cepo” y recomposición de la autonomía del Banco Central, uno de los requerimientos que exige el acercamiento al FMI.

De allí que resulte imperiosa la renuncia del actual presidente del BCRA, Alejandro Vanoli. Su reemplazo será Federico Sturzenegger, el actual diputado por el Pro que se encuentra procesado en la investigación por el Megacanje durante el gobierno de la Alianza.

Otro de los nombres polémicos es del de Juan José Aranguren, que será el rostro del nuevo ministerio de Energía. Ex presidente de la filial argentina de Shell entre 2003 y 2015, su nombre estalló en los tabloides cuando el ministro de Economía Axel Kicillof lo acusó de ser parte de las maniobras financieras desestabilizadoras que condujeron a la devaluación en el verano de 2014.

Mientras al frente la cartera de Trabajo estará Jorge Triaca, el ministerio de Desarrollo Productivo será conducido por Francisco Cabrera, el empresario y presidente de la Fundación Pensar, quien se ha desempeñado en numerosos cargos en la Ciudad de Buenos Aires. Cabrera ya anunció que el gobierno de Macri emitirá deuda pública para solventar el déficit fiscal bajando los niveles de emisión monetaria.

El actual ministerio del Interior y Transporte que dirige Florencio Randazzo, será fracturado en dos. El ministerio del Interior, cuyo objetivo inmediato será la discusión de la coparticipación federal, estará liderado por Rogelio Frigeiro. Otro miembro directivo de la Fundación Pensar será el encargado del ministerio de Transporte. Se trata del empresario Guillermo Dietrich, promotor de la alianza del sector público y privado, que se desempeña en la actualidad como subsecretario de Transporte de la Ciudad. Éste será uno de los tantos trasplantes ministeriales que replicarán la gestión de CABA a escala nacional.

El radicalismo aportará a Ricardo Buryaile, quien ganó reconocimiento por su rol como presidente de las Confederaciones Rurales Argentinas durante el conflicto de la ley 125 (más que por su pertenencia al centenario partido). El ganadero formoseño estará al frente del ministerio de Agricultura, uno de los sectores claves de cara al modelo macroeconómico que se avecina. El objetivo cercano es “eliminar las retenciones a las exportaciones de productos de las economías regionales, las de trigo y de maíz, y reducir en 5 puntos las de soja”, sostuvo el propio Buryaile.

Entre otros nombres, resuena el del Gustavo Lopetegui. Actual CEO de la aerolínea LAN Argentina, su nombre figura secundando a Marcos Peña. Según parece, Lopetegui es el autor del Plan Belgrano, el ambicioso proyecto de infraestructura que promete obras por 50 millones de pesos en el NOA y que estará dirigida por el radical tucumano José Cano. Otro nombre cercano al futuro Jefe de Gabinete es empresario Mario Quintana, titular del fondo Pegasus y ejecutivo de un holding que posee las firmas de Farmacity, Musimundo, Efectivo Sí y la santafesina Grupo Unión, entre tantas otras.

El equipo se cierra con el nombre que no podía faltar: Carlos Melconian estará al frente del Banco Nación, una de las principales entidades bancarias del país.

6 x 1

Pero lo cierto es que no basta con descubrir los nombres de la alta política argentina. Para leer la letra chica, también hay que tener presente la propuesta del nuevo diseño institucional. Todo lo que pueda decirse a este propósito no pasa de ser una conjetura circunstancial, puesto que apenas conocemos algunos trazos de la propuesta del gobierno macrista que una y otra vez ha evitado entrar en los detalles.

Macri advirtió que la cartera de economía estará organizada en seis ministerios y que, aparentemente, no existirá la tradicional figura del ministro de economía. “Se acabaron los Cavallo o los Kicillof”, sostuvo en recientes entrevistas haciendo alusión a que un ministro de economía no debe tener más peso que otro.

Esta idea se sustenta en la concepción que el Pro tiene sobre la gestión del Estado. El trueque de “personalismo” por “trabajo en equipo” nada tiene que ver con una propuesta democratizadora, sino que encuentra su modelo en la gestión empresarial.

Las reformas económicas que el macrismo tiene en mente suponen varias implicaciones. Por un lado, precisan de un ejecutivo fuerte que tome las decisiones en el marco de un Congreso que todavía le es adverso. Por otro lado, el ajuste necesario para “normalizar” la economía—tal como anuncia la plataforma electoral—requiere un estricto disciplinamiento de sectores y actores sociales.

Históricamente, la figura del ministro de economía ha suscitado enormes problemas de legitimidad al ejecutivo. Cualquier error cometido en el ámbito económico se traducía en una baja de imagen positiva de la figura presidencial, ya que el ministro de economía funcionaba como un homólogo del jefe de Estado, en paralelo a la tan mentada distinción Estado/Mercado.

Así, puede que la nueva propuesta de Macri de reducir el “personalismo” económico también se vincule con los imperativos de una política de ajuste en marcha, que precisa de decisiones que fragmenten el poder burocrático construido por el kirchnerismo, que habiliten el endeudamiento público, que sean capaces de sortear las “trabas” impositivas a las inversiones y las exportaciones para que finalmente liberen el paso al poder que siempre se mantiene unificado: el poder económico.

Diego Rach

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