13 noviembre, 2015
Cuba, la independencia de Angola y el fin del apartheid (2)
Segunda parte de la historia de cómo la pequeña isla caribeña contribuyó a garantizar la independencia del país africano derrotando al ejército de Sudáfrica y abrió las puertas a procesos de liberación nacional en todo el continente.


Santiago Mayor
Capítulo 3: Cuba en toda África y por cuenta propia
El desembarco cubano en Angola no fue un hecho aislado. La relación entre Cuba y los pueblos africanos que luchaban por su independencia comienza en la década de 1960 y llega hasta nuestros días. El apoyo, tanto a través de profesionales de distintas disciplinas (médicos, ingenieros, etc.) como también soldados y armas a Argelia, la República Democrática del Congo, el Congo, Guinea-Bissau, Mozambique, Benin, entre otros, fue una constante de la política internacionalista cubana.
De hecho, mientras los soldados cubanos seguían en Angola, en 1977, el gobierno revolucionario de Etiopía (que había derrocado al emperador Haile Selassie en 1974) pidió ayuda a Fidel Castro ante la invasión de Somalía que pretendía tomar control de un amplio territorio etíope. Los somalíes avanzaron rápidamente sobre la zona de Ogaden, la cual reclamaban como propia. Sin embargo, 12 mil soldados cubanos marcharon a Etiopía y lograron repeler el avance de las tropas de Mohamed Siad Barre que eran apoyadas, como no podía ser de otra forma, por Washington.
Cuba, un pequeño país del Caribe, se encontraba en 1977 manteniendo dos misiones militares importantes en África, además de otras misiones menores de médicos y otros profesionales en el resto del continente.
¿Cuál era la retribución que Cuba obtenía a cambio? Esa pregunta se la hicieron varios medios de comunicación. The Economist tituló “Cuba cobra muy caro por sus mercenarios” y William Safire, un analista de The New York Times aseguró que “la Cuba de Castro necesita desesperadamente seguir alquilando sus soldados”. Nada más alejado de la verdad.
No sólo Cuba corría con los gastos de todas sus misiones militares y humanitarias si no que en 1976, un año después de la llegada de las tropas cubana a Angola, Raúl Castro le escribía al presidente Neto recordándole que “actualmente unos 25 mil combatientes de la FAPLA (fuerzas armadas de Angola) son abastecidos por la misión cubana”. Es decir que los cubanos sostenían también a las propias Fuerzas Armadas angolanas ante la incapacidad del Estado africano de afrontar los gastos.
En 1978 ambos países firmaron un convenio en el que Cuba seguiría pagando los sueldos de sus soldados pero Angola se haría cargo de “los demás gastos que se ocasionen con motivo de la estancia del personal militar cubano en territorio angolano”. A su vez el gobierno del MPLA también empezó a pagar ese año por la colaboración civil cubana, la cual había sido gratuita hasta entonces. En 1983, imposibilitada económicamente, Angola dejó de pagar tanto los gastos civiles como militares pero la misión cubana no disminuyó y de hecho aumentó progresivamente hasta 1988 cuando concluyó la guerra.
Fidel Castro se lo dijo al presidente angolano, José Eduardo dos Santos, en 1984: “Los angolanos saben que la colaboración militar siempre ha sido gratuita; no podemos cargar con todos los gastos de la alimentación pero los salarios los pagamos aquí y no se sabe lo que nos ha costado en millones de pesos (…) Nuestros soldados en ninguna parte del mundo han cobrado nada. Son internacionalistas, no mercenarios”.
Capítulo 4: Angola es amenazada por todos los frentes, los cubanos se quedan
Cuando Cuba ya había retirado más de diez mil soldados de Angola, en 1977, un imprevisto modificó los planes. Con apoyo del MPLA y sin que los cubanos tuvieran conocimiento, un grupo de exiliados zairenses invadieron la provincia de Shaba en el sur de Zaire. El dictador de aquel país, Mobutu, solicitó ayuda a sus aliados y soldados marroquíes en aviones franceses dieron fin a la invasión que obligó a los exiliados a volver a Angola.
La intervención marroquí con apoyo francés hizo que los angolanos pidieran a Cuba que mantuviera su misión militar. Cuba así lo hizo a pesar de no haber tenido conocimiento previamente de la invasión a Shaba y estar en contra de la misma. En 1978 el hecho se repitió y está vez no fueron soldados marroquíes, si no belgas y franceses, los que respondieron el ataque de los exiliados zairenses.
Fue entonces que Fidel envió un memorando al presidente Neto: “En África Austral, Angola es hoy, más que hace un año, el bastión de la lucha contra los racistas y la vanguardia revolucionaria irrefutable. El imperialismo lo sabe”, comenzaba. Y luego explicaba que Angola “valientemente presta apoyo real a los movimientos de Namibia, Zimbabwe y África del Sur” entrenando “20 mil combatientes” en su territorio. “Angola corre peligro”, continuaba Fidel, “pero es un peligro que vale la pena correr; es un deber inexcusable de solidaridad e internacionalismo”. Sin embargo advertía que “el imperialismo busca el pretexto, la ‘justificación’ política para agredir a Angola. El reinicio de la guerra de Shaba podría ser el pretexto”.
Un par de meses después, aviones de la Fuerza de Defensa Sudafricana (SADF por sus siglas en inglés) bombardearon un campamento de refugiados namibios en Cassinga, 250 km al norte de la frontera con Namibia. Una columna cubana que se encontraba cerca avanzó 16 km a campo traviesa, siendo bombardeada, y obligó a retirarse a la SADF.
El historiador sudafricano Willen Steenkamp recuerda aquella jornada: “Los soldados sudafricanos que monitoreaban su avance aquel día, rinden homenaje a la valentía de los cubanos que siguieron avanzando a pesar del peligro de ser aniquilados por la aviación, contra la que no tenían defensa alguna”. Esta fue la incursión más importante de Sudáfrica en territorio angolano desde la invasión de 1975/76.
Ante las nuevas amenazas externas, los soldados cubanos se quedaban en Angola.
Continuará.
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