Batalla de Ideas

11 noviembre, 2015

Donde hay una necesidad, hay (que defender) un derecho

Por Juan Manuel Erazo. El 11 de noviembre de 1951, Eva Perón emitió su voto recostada en la cama de un policlínico. Fue la primera y única vez ya que el cáncer estaba apagando su vida. El hecho se transformó en una postal atesorada por los más humildes. A la par de esta mujer histórica, otras miles ejercían un derecho recién conquistado.

Por Juan Manuel Erazo. El 11 de noviembre de 1951, Eva Perón emitió su voto recostada en la cama de un policlínico. Fue la primera y única vez ya que el cáncer estaba apagando su vida. El hecho se transformó en una postal atesorada por los más humildes. A la par de esta mujer histórica, otras miles ejercían un derecho recién conquistado.

El derecho al sufragio femenino implicó dos victorias simultáneas. Una sobre el patriarcado y posturas como la del político conservador Carlos Ibarguren quien afirmaba que “la maternidad es la más trascendental función femenina”, u otros legisladores que hacían hincapié en lo costoso del empadronamiento y en la necesidad de educar a las mujeres en la vida política.

La otra victoria tiene carácter de clase. La mayor parte de las mujeres que iban a poder emitir su voto eran trabajadoras, mujeres del barrio, desempleadas. Ellas, el subsuelo del género sublevado, se metían a los codazos en la vida pública y política del país.

Ahora bien ¿Qué significa conquistar un derecho? ¿Por qué tiene que conquistarse lo que uno obtiene por el mero hecho de ser humano? Porque el mundo de la ley no se puede entender disociado de la lucha de clases y la disputa por el sentido común. Recordar la postal de Eva gastando sus últimas fuerzas para ejercer un derecho por el que había luchado largos años de su vida solo tiene sentido si nos lleva a reflexionar sobre los derechos actuales.

¿Quién genera las necesidades?

Una frase de Eva Perón se hizo popularmente conocida, «donde hay una necesidad nace un derecho». Y sin dudas, así es. La ley, al igual que las instituciones, no es imparcial ni responde a un orden natural de las cosas, sino que es un terreno en disputa donde muchas veces, los sectores populares pueden marcar la cancha, poner su voz.

Los derechos que se logran conquistar, como en una guerra donde se conquistan posiciones, responden en la mayoría de los casos a las necesidades más urgentes de la clase trabajadora. Es verdad, «donde hay una necesidad nace un derecho», pero hay algo más detrás de la mera necesidad de generar derechos.

En uno de sus últimos discursos, ni más ni menos que en el salón de las mujeres argentinas de la Casa Rosada, Cristina Fernández llamó al pueblo a defender los derechos conquistados. Sin dudas en estos últimos años los sectores populares se han visto favorecidos por leyes que respondían a sus necesidades más urgentes, el caso más emblemático es el de la Asignación Universal por Hijo. Pero la pregunta que hay que hacerse, y la que define el carácter transformador de un proyecto político, no es sólo «¿Qué otras necesidades más hay?» sino «¿Qué es lo que produce las necesidades?».

Muchas veces el progresismo ha caído en la idea del joven «con vulnerabilidad de derechos», escondiendo de esta manera que ese joven no es solo víctima de la falta de derechos sino, y centralmente, de la pobreza y la exclusión. Quien se pregunte «¿Qué produce las necesidades?», pensará que la respuesta es la pobreza y la desigualdad. Puede que luego continúe «entonces… ¿Qué genera la pobreza y la desigualdad?» y quizá repiense si la idea de un «capitalismo serio» es tan transformadora.

En este país, donde los que más tienen no quieren regalar ni las migas de la torta que se reparten día a día, no se puede pensar un derecho si no está acompañado de reformas estructurales que ataquen los orígenes mismos de la desigualdad (esa misma que genera la necesidad). Si este segundo objetivo no se cumple, el derecho será solo letra muerta guardada en las bibliotecas del Congreso.

La defensa de lo conquistado

Las transformaciones estructurales van de la mano con la disputa del sentido común, ese campo de batalla cultural donde últimamente se han reforzado los discursos más reaccionarios y las derechas intentan imponer sus valores constantemente. Se basan en discursos de «antipolítica», sabiendo que es la política la arena donde se pueden dar las trasformaciones, y ponen siempre el foco sobre los sectores más empobrecidos para responder a los problemas del país.

Jugar con las reglas de este discurso reaccionario es favorecer a los intereses más conservadores de la nación. De esta manera pensar que «la patria es el otro» (una idea progresiva sin dudas) no coincide con Berni como secretario de Seguridad, o Scioli como candidato a presidente. No avanzar en las transformaciones necesarias para eliminar (que no es lo mismo que corregir) la desigualdad, y ser condescendiente con el giro conservador de la política, es hacerle el juego a la derecha en términos concretos.

Aun así, mientras hablamos de las responsabilidades del kirchnerismo en que muchos de los derechos conquistados durante su gobierno hoy estén peligrando, debemos tener en claro que la posibilidad de un triunfo del PRO es el escenario más desfavorable y regresivo. Tanto Macri como Scioli prometen palos a la protesta social y mano dura (más policías) para contrarrestar esa construcción mediática llamada inseguridad que solo estigmatiza al hambriento. No obstante, una gestión sciolista estaría mucho más condicionada por la retórica progresista de los últimos años, mientras una gestión macrista sería un cheque en blanco para que la derecha avance con total consenso.

Para el PRO, la expresión más acabada de las nuevas derechas aggiornadas con globos, los derechos conquistados son piedritas en el zapato, que solo deben sostenerse en un discurso por puro marketing electoral. Para el PRO los derechos conquistados, al igual que el salario, son solo un gasto a recortar.

Sin dudas, el giro conservador del sistema político y el fortalecimiento de un ideario reaccionario propone un escenario defensivo para las fuerzas que componen el campo popular. Permitir la avanzada sobre los derechos conquistados, es ceder territorio a los nubarrones oscuros que amenazan la nación. Las derechas apelaran a sus derecho para asegurar la avanzada, esos derechos (más aun, privilegios) que han sabido imponer. La ley antiterrorista puede ser un látigo efectivo.

Eva tenía razón, donde hay una necesidad, hay una desigualdad, y es necesario un derecho, con la voluntad de defenderlo y la posibilidad de transformar la realidad. Un derecho, una conquista, una bandera, una trinchera.

@JuanchiVasco

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